La comercialización de
las primeras lentes de
contacto en los años
treinta revolucionó el
mercado óptico. Setenta
años después, y con
permiso de la cirugía
refractiva, las lentillas
siguen siendo la solución
más generalizada para
aquellas personas
miopes, hipermétropes y
astígmatas que desean
prescindir de las gafas.
Sin embargo, la mayoría
desconoce los riesgos
que acarrea esta
elección, sobre todo
durante la época
veraniega. Irritaciones
leves, conjuntivitis e
incluso infecciones
graves de la córnea son
algunas de las
complicaciones
asociadas al uso, no
siempre adecuado, de
las lentes de contacto, tal
como expone la
diplomada en Óptica
del Instituto Balear de
Oftalmología Isabel
Miratvilles, que atesora
más de quince años de
experiencia en el campo
de la contactología.
P.- Existe una tendencia generalizada
a pensar que las lentes
de contacto presentan escasos
problemas y que pueden ser
toleradas universalmente. Evidentemente,
no es así…
R.- Por supuesto, ya que los
datos dibujan una realidad diferente.
Concretamente, una
de cada veinte personas que
utiliza lentillas se ve obligada
a acudir a la consulta médica
una vez al año. En los servicios
de urgencias también están
acostumbrados a tratar a estos
pacientes, ya que atienden al
día tres o cuatro casos por problemas
oculares. Las consultas
aumentan significativamente
en verano. El aire acondicionado
y los baños en playas y piscinas
son malos compañeros
de las lentes de contacto, que
requieren de una limpieza y
de unos hábitos adecuados.
P.- Hablemos, en primer lugar,
de los peligros a los que están
expuestos nuestros ojos cuando
nos sumergimos en el agua…
R.- Comencemos por decir
que el salitre del mar y el cloro
de la piscina son unas de las
principales amenazas para los
ojos durante esta época del año.
Ambas sustancias pueden provocar
irritaciones, y por ello resulta
aconsejable utilizar gafas
para bucear y nadar personalizadas
con la graduación óptica
que requiera el usuario. Si
después del baño notamos los
ojos irritados a causa del cloro o
la sal, nunca debemos frotarlos,
ya que podríamos producir una
infección o una erosión corneal.
P.- Y si, aún así, acabamos por
padecer una irritación, ¿cómo
debemos actuar?
R.- La mejor alternativa consiste
en la utilización de los colirios
humectantes, que en realidad
son lágrimas artificiales.
Eso sí, es importante que no
contengan conservantes. Si
transcurrido un tiempo prudencial
la irritación no remite,
debemos acudir al oftalmólogo.
P.- ¿Es aconsejable bañarse
con las lentes de contacto?
¿Qué complicaciones nos pueden
causar?
R.- En ningún caso es aconsejable
bañarse con las lentes
de contacto. Los usuarios de
lentillas deben tener un cuidado
especial en verano, evitando
su uso en la piscina y en el
mar, por el riesgo potencial de
contraer infecciones oculares
que, en ocasiones, revisten
consecuencias muy graves.
Las lentes blandas, sobre todo,
necesitan humedad, y de la
misma manera que absorben
líquidos, pueden contaminarse
con hongos y bacterias
acuáticas y derivar en infecciones
o lesiones en la córnea.
P.- ¿De qué lesiones concretas
estamos hablando?
R.- La mas frecuente es la llamada
‘conjuntivitis de piscina’.
Sus orígenes son diversos, y entre
ellos se hallan las clamydias
(Chlamydia Trachomatis), una
bacterias que pueden estar presentes
en el agua. Si bien la
conjuntivitis, ya sea por clamydias
de origen bacteriano o irritativa,
producida por la exposición
al cloro, es una de las enfermedades
con más incidencia
en la población, no es ni mucho
menos la más grave que puede
contraerse en las piscinas.
P.- ¿Qué síntomas nos previenen
de que padecemos conjuntivitis?
R.- Básicamente, los más
destacables son las molestias
en los párpados, tener el ojo
rojo, la picor o la sensación de
tener un cuerpo extraño o arenilla
dentro del ojo, y las secreciones,
que en un principio
son acuosas para después volverse
mucosas o muco-purulentas.
Es posible que la persona
no sienta un dolor intenso
y que la visión se conserve en
cuanto se eliminan las secreciones.
Ahora bien, si el dolor
alcanza una determinada
magnitud o bien existe una
disminución de la visión, hay
que sospechar que existe una
complicación más grave o un
diagnóstico distinto.
P. -¿Qué medidas higiénicas
deben observar los usuarios de
lentes de contacto?
R.- Una norma básica es lavarse
las manos y prestar una
atención rigurosa a la limpieza
mientras se manejen las lentes.
Una buena higiene ocular también
es esencial para evitar el
contagio por microorganismos.
Una de las formas de
conseguirlo es aclarar nuestros
ojos con suero fisiológico o una
solución salina estéril.
P.- ¿Cómo pueden los portadores
de lentillas prevenir el contagio
de infecciones oculares ?
R.- Por supuesto, quitándonos
las lentillas para el baño, y, en
general, dejando que el ojo se
oxigene el mayor tiempo posible
sin llevar puestas las lentes
de contacto. Otra manera de
proteger nuestros ojos de estas
infecciones es la utilización de
gafas de piscina o máscaras de
buceo que protegen del cloro
y agentes infecciosos, así como
la escrupulosa utilización de los
líquidos de mantenimiento
para la conservación y limpieza
de las lentillas. Por otra parte, es
muy importante la limpieza de
los estuches, que debe ser diaria
y a base de agua y jabón, dejándolos
secar al aire y reemplazándolos
por unas unidades
nuevas cada dos meses.
P.- ¿Cómo afectan las condiciones
ambientales en el uso
de las lentillas?
R.- Las condiciones ambientales
también hacen estragos
en verano. El principal causante
de la proliferación de organismos
en el ambiente es el calor.
Las altas temperaturas hacen
que el contagio persona a
persona se agrave en estas fechas
estivales. También la presencia
continuada de aire
acondicionado en el lugar de
trabajo, o la exposición a sustancias
contaminantes o partículas
suspendidas en el aire
complican la tolerancia de las
lentillas que, al fin y al cabo, no
dejan de ser un cuerpo extraño
en una de las partes del cuerpo
más sensibles.
P- ¿Cómo influye la hidratación
en el porte de las lentes de
contacto?
R.- Una lentilla tiene que estar
siempre sumergida en lágrima.
La lente queda cubierta
por delante por una película
lagrimal de dos a cinco
micras de espesor, que rellena
y uniformiza sus más mínimas
irregularidades. Por detrás,
entre ella y la córnea, queda
otra fina película lagrimal.
En el caso de las lentillas blandas,
las más utilizadas, la hidratación
es más complicada,
pues las lentes actúan como esponjas
que atrapan el agua y
necesitan más humedad.