El doctor Javier Ibáñez es desde 2005 el jefe del servicio de Neurocirugía del Hospital Universitario de Son Dureta, que ha resultado ser uno de los mejores de España, galardonado recientemente con el Top 20. Estudió en la Universidad de Zaragoza, hizo la residencia en el Hospital Clínic, de donde marchó como médico adjunto al Vall d’Hebron antes de venir a Palma. Ha hecho importantes estudios, como en la Universidad de San Francisco (EEUU) sobre mapeo y revascularización cerebral. Dirige un servicio que trabaja al borde de las fronteras del conocimiento, en el top de la ciencia.
P.- Si la Neurocirugía ya era una especialidad quirúrgica que asombraba por los lugares a los que podía llegar, desde que se asoció con técnicas como la Radiología Intervencionista parece que sus logros son ya de ciencia ficción…
R.- Efectivamente, pero no solo por la vía de la terapia intervencionista, el resto de las técnicas de la Neurocirugía tradicional se han ido mejorando sensiblemente en los últimos años. Antes, cuando a una persona le tenían que operar de un problema neurológico se daba por hecho que tenían que quitarle el “casco” para llegar al cerebro. Las técnicas han dado un salto brutal en los últimos 30 o 40 años. Y se han alcanzado grandes éxitos gracias a la colaboración con especialistas en radioterapias o en radiocirugía. En la actualidad, una de las técnicas que se está desarrollando de forma muy importante es la Neuromodulación, un tratamiento que consiste en aplicar estimulación cerebral para solucionar problemas. Es un área de expansión muy importante.
P.- ¿Se refiere a estimulaciones eléctricas?
R.- Inicialmente se actuaba causando lesiones en determinadas zonas del cerebro, lesiones que paliaban un mal mayor que sufría el paciente. Estas lesiones eran mediante calor. Hoy estas estimulaciones son eléctricas. Así se puede conseguir, por ejemplo, en el caso de un enfermo terminal de cáncer que sufre dolores muy fuertes e incontrolables, se actúa sobre una zona del cerebro o de la médula espinal y se evita ese dolor. Se trata de manipular el cerebro para conseguir mejorar problemas médicos.
P.- Este tipo de técnicas me recuerdan a los avances quirúrgicos en este sentido en enfermedades como la epilepsia o el parkinson.
R.- En algunos casos se pueden operar estas enfermedades por estos procedimientos. Las decisiones en cada caso las han de tomar los integrantes del equipo de Neurología. No son tratamientos nuevos, pero sí que se han desarrollado nuevas técnicas para hacer lo mismo. Las técnicas para pacientes de parkinson de plantearon hace ya 50 o 60 años, pero se han mejorado mucho las posibilidades tecnológicas y la selección de las dianas sobre las que se actúa en el cerebro.
P.- ¿Cuáles son las indicaciones de estas técnicas quirúrgicas?
R.- Las indicaciones son para los casos en los que el tratamiento farmacológico fracasa o tiene efectos secundarios. Pero hay que dejar muy claro que estas indicaciones no son válidas para todos los pacientes. Es un error muy común creer que estas técnicas se pueden aplicar a cualquier paciente.
P.- En estos tiempos de Internet supongo que deben ser muchos los pacientes que llegan a la consulta ya “informados” y casi exigiendo los tratamientos que quieren que se les apliquen.
R.- Es cierto que han cambiado las relaciones entre el médico y el paciente. Tampoco es el cien por cien de los pacientes el que exige lo que le han de hacer. El paciente actual está informado, es exigente y quiere participar en el proceso y todo eso es bueno. Sin embargo, en ocasiones la información a la que ha tenido acceso no es buena. En Internet hay mucha basura y el problema es que el paciente no siempre sabe cómo seleccionar la información.
P.- Hablemos, si le parece, de esas técnicas nuevas en las que el servicio de neurocirugía de Son Dureta ya tiene experiencia, como es la Neurocirugía Virtual y la Neuronavegación.
R.- Para explicar estas tecnologías podemos hacer la comparación con los GPS que llevan ya muchos coches. Cuando durante la intervención quirúrgica colocamos un puntero en el cerebro, gracias a una imagen por resonancia magnética, este sistema nos permite tener una referencia precisa de dónde estamos, y de ese modo saber si debemos retirar más tejido o hacer otra cosa. Con estas referencias precisas evitamos alterar estructuras cerebrales que queremos salvaguardar. Integrando estas técnicas con elementos como el microscopio quirúrgico podemos ver un mapa integrado del cerebro.
P.- Y así pueden ver cosas que de otro modo no verían…
R.- El microscopio quirúrgico es como una lupa binocular de 40 o 50 aumentos. Asociado a estas técnicas podemos llevar a luz a donde antes no podíamos. Podemos, por ejemplo, ver una artería de un milímetro, como si fuera un oleoducto. Estas magnificaciones de los tejidos las usamos casa día en el quirófano y son muy útiles.
P.- Otra cuestión que me parece interesante es el de los avances en materia de abordajes menos agresivos a las zonas del cerebro en las que se quiere operar.
R.- Seguimos abordando por las vías tradicionales aunque hemos avanzado mucho en minimizar las secuelas. Cuando se habla de esto se interpreta como una reducción del tamaño de las cicatrices en la piel. Pero eso no es lo más importante, sino hacer el menor daño posible con la herida quirúrgica a los tejidos nobles, el menor daño posible al cerebro, no a la piel, que muchas veces disimula las cicatrices gracias al pelo. En la cirugía de la base del cerebro se han desarrollado técnicas acceder al cerebro sin tener que moverlo, y eso se logra eliminando hueso. La cirugía endoscópica nos ha ayudado mucho ya que antes cuando se accedía a zonas anteriores de la cabeza se dejaban cicatrices importantes en la cara. Ahora utilizamos técnicas endoscópicas entrando por los orificios naturales de la cara. Por la nariz: y si el neurocirujano ha de pasar por la nariz, qué mejor ayuda que la del otorrinolaringólogo. Por eso estas colaboraciones entre especialistas son muy importantes.
P.- Cuando se habla de tumores cerebrales siempre esta presente el fantasma de los cánceres localizados en zonas inalcanzables.
R.- En ocasiones aún es así. Son tumores que se asientan en zonas inalcanzables o que ocasionarían graves problemas al paciente. Aquí hemos tenido grandes éxitos, como en el caso de un tumor asentado en el área del lenguaje del cerebro, donde se podría haber causado mucho daño. Con las técnicas actuales podemos operar con el paciente despierto, hablando con él, estimular las zonas en las que se quiere intervenir antes de cortarlas y de ese modo saber qué pasaría si se actuase allí. A eso se le denomina mapear las funciones corticales o maping intraoperatorio. Nos permite ser más agresivos con algunos tumores. Ello hace posibles nuevas esperanzas para algunos pacientes.
P.- Hay gente preocupada por un tipo de lesión que se denomina hemorragia subaracnoidea.
R.- Efectivamente, es un tipo de ictus por rotura de un aneurisma cerebral. No es infrecuente. Vemos de 60 a 70 casos anuales en el hospital. Y afecta a personas no mayores, entre 50 y 55 años. Aparece de un modo muy brusco. Una persona parece sana y de golpe se pone mal. La mortalidad es alta, de un 40% y puede dejar secuelas. Un papel muy importante que tenemos es prevenir, cerrando el aneurisma, pero también es importante evitar una complicación que afecta a un porcentaje muy elevado de casos, el vaso espasmo.
P.- ¿En qué consiste y qué pueden hacer?
R.- Cuando a consecuencia de la hemorragia la sangre –que tiene efectos “irritantes”- baña el interior del cerebro y alcanza a otras arterias por fuera de las mismas, esas arterias pueden cerrarse y producir otro infarto cerebral. En el Hospital Universitario de Son Dureta nos cabe la suerte de ser uno de los tres hospitales españoles seleccionados para ensayar un fármaco prometedor contra este problema gracias a su papel protector sobre el vaso espasmo. Este fármaco, que está en fase III de ensayo, lo estamos probando en Son Dureta, en el Hospital Vall d’Hebron y en el 12 de Octubre.
P.- ¿Qué patologías son las que se ven más a menudo en este servicio?
R.- Gran parte de nuestro trabajo consiste en los cuidados a pacientes que han sufrido un traumatismo craneoencefálico a causa de un fuerte golpe en la cabeza. Es la primera causa de muerte en personas jóvenes adultas. Estamos contentos porque las muertes en este ámbito se han reducido mucho, probablemente gracias a las nuevas normas de tráfico.
P.- En su trabajo, ¿hay muchas ocasiones en las que se dice aquello de “qué lástima, esto podría haberse evitado”?
R.- Pues en el caso de los tumores cerebrales le diré que generalmente no son previsibles. Sabemos que las radiaciones de alto nivel pueden causarlos, pero la mayoría de las personas no están expuestas a esas radiaciones. A la gente le decimos que es la “mala lotería de la vida”. En lo que se refiere a los traumatismos craneoencefálicos, sabemos que la mejor manera de evitarlos es no darse el golpe, es decir, tener cuidado en el tráfico. En el caso de las hemorragias cerebrales sí que sabemos que la hipertensión arteria y el tabaquismo están relacionados con su aparición, y más si se combinan. Por eso, no hay que fumar y llevar una vida saludable.
P.- El servicio de neurocirugía de Son Dureta fue uno de los elegidos para realizar monitorizaciones de excelencia.
R.- El resultado ha sido una guía de buenas prácticas. A veces la gente no valora la sanidad que tiene. En Baleares es una sensación que he tenido. Cuando en 2008 nos dieron el premio Top 20 a la sección de neurociencias del hospital la noticia tuvo muy poco eco y fue muy importante. Significa que estás entre los tres mejores hospitales de tu especialidad. Hay que tener en cuenta que este servicio ofrece casi la totalidad de lo que una persona que enferma del cerebro puede necesitar. Y con el nuevo hospital de Son Dureta ya no habrá nada para lo cual un paciente tenga que trasladarse fuera de las islas.
P.- ¿Qué resultados ofrecen los indicadores?
R.- En indicadores como mortalidad o complicaciones posteriores estamos un 50% por debajo de la norma estatal. Y eso es mucho. Resultados como estos explican porqué nos dieron el Top 20.
P.- ¿Cómo afronta el traslado al nuevo Son Dureta?
R.- Estoy muy ilusionado. Y no solo porque aquí los profesionales y los pacientes estamos ‘enlatados’ por falta de espacio, sino por las mejoras tecnológicas que nos han anunciado y que serán innovaciones no solo a nivel balear, sino de toda España. Por ejemplo, se ha planteado una resonancia magnética intraoperatoria que nos permitirá ver durante o inmediatamente después de la intervención si lo que hemos hecho es suficiente. En toda España solo hay otro hospital que la tenga y es privado. Son Dureta tiene un gran capital humano, pero la inyección tecnológica es vital.