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“Los enfermos de cáncer tienen derecho a olvidarse y tener fantasías”

Nofre Pons, oncólogo del Hospital Comarcal de Inca, reflexiona sobre la enfermedad y los avances clínicos

El doctor Nofre Pons es médico oncólogo del Hospital Comarcal de Inca y un humanista. No es un médico que vea solo enfermos. Ve personas y sufre con ellos. Humilde ante lo que no se sabe y esperanzado ante lo que se sabe. Su trabajo está muy cerca de la vida y de la muerte, de la desesperación, del alma humana en definitiva.

P.- Como médico oncólogo, como pensador, le ofrezco una frase y usted me la comenta, siempre desde la perspectiva del cáncer: «Peor que la muerte es la certeza de la muerte».

R.- La respuesta del paciente a este trago siempre es muy elaborada. Pese a que le expliques qué tiempos le queda por esperar, nadie tiene esperanza cero, todos se elaboran un discurso para sobrevivir. Ves casos como el de un paciente, ya ingresado, en un estado muy avanzado, en pre sedación, que te dice que el verano que viene le gustaría irse de vacaciones y te pregunta qué opinas. Y luego te habla, en otro momento, de modo que ves que sabe perfectamente en qué estado se encuentra. Otros pacientes se marcan objetivos: «Ver nacer a mi nieta», «ver la boda de mis hijos»… Todos guardan siempre un rinconcito de esperanza.

P.- Y el hecho de que en tantos casos cuando han logrado ese objetivo fallezcan, ¿no le hace pensar que el cuerpo, la mente, tiene mecanismos desconocidos para aguantar, para vivir?

R.- Sabemos muy poca cosa. La verdad es que vivimos en la ignorancia médica. Tenemos muy poca capacidad para lo que no sea analizar marcadores físicos, un análisis, lo que dice un TAC, una resonancia magnética. Esas personas que te dicen «ya me puedo morir tranquilo…» Todos esos mecanismos son elementos que no se pueden descartar.

P.- ¿Cómo se convence a una persona a la que ya no le queda la «cantidad de vida» que tendría derecho a esperar por su edad, que la «calidad de vida» también un valor a tener en cuenta.

R.- Es una negociación. Todos los pacientes, todas las personas, quieren vivir mucho y vivir bien. No se trata de convencer a ninguno. Hay que preguntarles, para empezar, ¿qué quieres saber, hasta donde quieres saber? Y ¿qué opción de tratamiento quieres seguir? Muchos tratamientos son muy paliativos. Y muchos pacientes no lo entienden, no lo asumen desde el principio.

P.- ¿A qué se refiere?

R.- Le pondré un ejemplo. Haces tres años, cuando llegué al Hospital de Inca traté a una mujer de un cáncer incurable. Ella sabía, sabe aún, que no se curará, pero había bloqueado esa información. La crisis le vino este verano cuando, dado que iba bien, le dijimos, vamos parar un tiempo el tratamiento… El problema es que cuando vienen las estrecheces les decimos, mira, haz lo que creas mejor.

P.- ¿Qué particularidades tiene el cáncer en la comarca de Inca a la que atiende este hospital?

R.- No lo sabemos, es decir, con criterios estadísticos científicos. El Registro del Cáncer, cuyos últimos datos acaban de publicarse, no diferencia por comarcas y además recoge datos del año 2000. Lo único que puedo referir son impresiones. Y mi impresión es que tenemos una mayor incidencia de casos de cáncer de colon y recto de los que cabría esperar por la población que atendemos, pero menos de mama. Aunque esto último podría explicarse por el hecho de que las campañas de screening cuando detectan un cáncer de mama lo envían a Son Dureta, no viene al Hospital de Inca. Vemos menos cánceres de mama, pero más casos, proporcionalmente de cáncer de mama ya diseminado. También vemos cánceres de vejiga.

P.- Una de las grandes trampas del cáncer es esta frase que tantas personas se dicen a sí mismas ante un síntoma extraño: No vayas al médico no sea que sea un cáncer.

R.- Esto sigue pasando. Nos ponemos excusas. Si hay un sangrado rectal se dice «son almorranas», cuando tal vez sea un cáncer intestinal. El uso de la palabra cáncer como metáfora de todo lo malo es un influjo negativo. Muchas personas dicen «no se lo diga», «que no sepa lo que tiene». Estamos estudiando el uso del lenguaje a este respecto.

P.- ¡Ah sí! ¿cómo?

R.- Estudiando como denominan la enfermedad los pacientes, como la aluden en función del grado de información que tienen. Hay pacientes a los que el médico les dice lo que tiene y luego, cuando se entrevistan con la enfermera le dicen que no tienen nada o que no lo saben. Una paciente decía, «a mi hija, ella es la que debe saber todo lo que tengo y gestionarlo, yo no sé nada». Y luego, en otra entrevista dio muestras de que sí sabía lo que tenía.

P.- Distintas personas, distintas reacciones. Quien tiene o ha tenido amigos enfermos sabe que unos no quieren ni mencionar el tema y que otros no dejan de hablar de ello.

R.- Sí, hay personas que ven como una agresión que les hagan hablar de su cáncer, que les incomoda ir al bar de siempre y que les pregunten cómo están. Hay matrimonios que deciden irse a vivir a la ‘caseta' del campo porque uno de ellos tiene un cáncer y de ese modo no ven a la gente. Los pacientes de cáncer han de tener derecho a olvidar la enfermedad y a elaborar fantasías de salud.

P.- ¿Está seguro?

R.- Sí. Muchos pacientes elaboran esas fantasías de salud. Hay algunos que te dicen «¿y si os habéis equivocado todos, y si no tengo cáncer?» Tienen derecho a eso. Pero también a que no le mientan y le informen adecuadamente.

P.- Mucha gente sigue creyendo que ha de ir a Houston…

R.- Internet ha cambiado mucho el grado de información que tienen muchos enfermos. Aún se juega mucho con la esperanza de la gente. El mercantilismo en este campo es mucho más fuerte ahora que antes. Mucha gente viene con el papel que ha sacado de Internet y piden que le den eso. Otros se preguntan, ¿me voy a curar igual aquí que en la Clínica de Navarra o en Houston? Y la respuesta es sí. ¿Que si se lo cree el paciente? Depende. Muchos siguen prefiriendo ir a Navarra o a Houston.

P.- En ocasiones solo un recorte de prensa ya genera una esperanza a una persona que está enferma.

R.- Así es. Hay enfermos que vienen con ese recorte y piden la curación. Mire: hace más de 25 años, cuando yo hacía la residencia como oncólogo se comenzaba a hablar del oncogén que acababa de descubrir un médico llamado Mariano Barbacid. Y se dijo entonces que debían pasar 10 años para que ese descubrimiento se reflejara en mejoras. Y han pasado más de 25.

P.- ¿Por donde va la ciencia? ¿Realmente contamos hoy con algún avance que suponga una mejora sustancial de lo que teníamos hace años?

R.- Sí. Por un lado tenemos la quimioterapia clásica, la no selectiva, la que ‘mata todo lo que se mueve'. Hay una célula que se reproduce de forma anómala y la quimio tradicional va a por todas. Pues bien, estos tratamientos han seguido evolucionando con nuevas moléculas, con nuevos mecanismos y se han mejorado resultados en los cánceres de colon, de ovario, algunos de pulmón, de modo que cuando antes podíamos ofrecer supervivencias de seis meses ahora podemos ofrecerlas de dos años. Nadie se conforma, claro, pero es más fácil de negociar. Y hay otro camino, lo que se llaman dianas terapéuticas, quimios que utilizan moléculas selectivas a determinados tipos y subtipos de cáncer.

P.- En Inca han aplicado ustedes la Musicoterapia.

R.- Sí (se ríe), pero es algo que creo que se ha desmesurado un poco su importancia. Ofrecemos un soporte musical para pacientes que están en un ambiente agresivo como es un hospital. Si lo aceptan se valora su grado de ansiedad o depresión y se les ofrecen programas musicales personalizados y eso es algo que luego valoran como medida de la calidad de la hospitalización. Es una buena arma contra la ansiedad y la depresión.

P.- Han desarrollado un modelo de enlace con Son Dureta.

R.- Trabajamos en coordinación con Son Dureta incorporando oncólogos especializados por líneas de paciente. Cada semana vienen especialistas en cánceres digestivos, de mama y de pulmón, los doctores Herminio Manzano, Antonia Perelló y Raquel Mercé, que dan la visión del experto y facilitan la relación con el hospital de referencia, donde se resuelven el 25% de los casos que primero nos llegan a nosotros. La telemedicina está ofreciendo también unos resultados muy buenos, podemos ‘estar' con los oncólogos y ver los casos y desde ahora más, gracias a la incorporación de la historia clínica electrónica. Y luego las ventajas de tener los centros de salud cerca y tener fácil acceso a sus médicos.

P.- ¿En qué sentido?

R.- En el de que es necesario trasladar al médico de cabecera el seguimiento de los casos. Ahora los pacientes que han pasado un cáncer tienen que ir cada varios meses al oncólogo, al radioterapeuta, al cirujano… y todo para que se hagan unas comprobaciones que si se protocolizan de modo adecuado puede hacer el médico de cabecera. Y de ese modo evitarle al paciente que cada mes tenga que ir al menos una vez al hospital, reducir las listas de espera, la presión hospitalaria etcétera.

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