Las actividades mentales, como leer el periódico, escribir cartas, visitar una biblioteca, asistir a una obra de teatro o jugar a las damas o al ajedrez, pueden preservar la integridad estructural en el cerebro de las personas mayores, según un nuevo estudio presentado en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de Norteamérica (RSNA, en sus siglas en inglés). Los investigadores analizaron qué efecto podría tener la función cognitiva al final de la vida en la materia blanca del cerebro, que se compone de fibras nerviosas o axones que transmiten la información por todo el cerebro. El estudio incluyó a 152 participantes de avanzada edad, con una media de 81 años, a partir de la 'Memory and Aging Project Rush', un estudio a gran escala de análisis de los factores de riesgo para la enfermedad de Alzheimer. Los participantes no tenían demencia o tan sólo deterioro cognitivo leve y los investigadores les pidieron que calificaran en una escala de 1 a 5, la frecuencia con la que participaron en una serie de actividades mentales durante el último año, como leer periódicos y revistas, escribir cartas y jugar a las cartas y juegos de mesa.
El análisis de los datos de imágenes por resonancia magnética (IMR), anatómicos y de tensor de difusión (DTI) reveló una asociación significativa entre la frecuencia de la actividad cognitiva en ancianos y mayores valores de difusión de anisotropía en el cerebro. «Varias áreas en todo el cerebro, incluso en regiones muy importantes para la cognición, mostraron una mayor integridad microestructural con más actividad cognitiva frecuente en la edad avanzada», dijo el doctor Arfanakis, quien recomienda mantener el cerebro ocupado en la edad avanzada porque proporciona «resultados positivos». Según el doctor Konstantinos Arfanakis, del Centro Médico Universitario Rush en Chicago (Estados Unidos), la difusión de la anisotropía disminuye paulatinamente a partir de los 30 años, por lo que «una mayor difusión de anisotropía en pacientes de edad avanzada que tienen una actividad cognitiva frecuente sugiere que estas personas poseen características cerebrales similares a las de las personas más jóvenes».
No obstante, cree necesario seguir estudiando a los mismos pacientes para demostrar una relació causal entre la actividad cognitiva y la integridad estructural del cerebro. Los investigadores usaron imágenes por resonancia magnética, método conocido como de tensor de difusión, para generar datos sobre la difusión de anisotropía, una medida sobre cómo las moléculas de agua se mueven a través del cerebro. En la materia blanca, la difusión de anisotropía se aprovecha del hecho de que el agua se mueve más fácilmente en una dirección paralela a los axones del cerebro y menos fácilmente en perpendicular a ellos, debido a que está impedida por estructuras tales como las membranas axonal y la mielina. «Esta diferencia en las tasas de difusión en diferentes direcciones aumenta los valores de difusión de anisotropía. La difusión de anisotropía es mayor cuando más difusión está sucediendo en una dirección en comparación con las demás», explicó el doctor Arfanakis, que dirigió al equipo, con miembros del Centro Médico Universitario Rush de Chicago y del Instituto de Tecnología de Illinois en Chicago.
Sin embargo, la anisotropía cae en los valores de la sustancia blanca con el envejecimiento, las lesiones y las enfermedades, porque el agua no puede moverse tanto en la dirección perpendicular a las fiabras nerviosas. «Pero si, por ejemplo, tiene una menor densidad neuronal o menos mielina, el agua encuentra más libertad de movimiento en perpendicular a las fibras, por lo que se reduce la anisotropía de difusión. Los valores más bajos de difusión de anisotropía están en consonancia con el envejecimiento», afirmó el doctor.