Joan Calafat.- El médico dentista y estomatólogo menorquín Andrés Martínez Jover, será nombrado en breve académico correspondiente de Menorca de la Real Academia de Medicina de las Islas Baleares (RAMIB). Este profesional de la Odontología es además un experto viticultor. Sus pasiones comunes –la medicina y la viticultura –le han l levado a convertirse en un experto en nutrición e historia. Hace poco menos de seis meses, desde esa reconocida experiencia en viticultura y enología, y desde su vertiente profesional como médico estomatólogo y docente de química y nutrición, Martínez Jover, ofreció a la RAMIB un prolija e interesante ponencia sobre una de las bebidas más antiguas de la Humanidad, el vino, sobre sus beneficios cardio saludables y sus características antioxidantes, siempre desde un consumo moderado y responsable. La entrevista que ahora les ofrecemos fue emitida en directo en el programa Salut i Força de Ib3 Radio del lunes 16 de diciembre. A su término, el doctor Martínez Jover felicitó a su director por “todos esos años de divulgación médica y científica tan cercana a la gente”.
P.- Dr Martínez Jover, puesto que es usted un experto en esta apasionante materia cultural y gastronómica, no podemos resistirnos a empezar esta entrevista preguntándole por las bondades del vino, como lo explica la ciencia y la historia lleva ya siglos relatando.
R.- Pues le diré que los médicos, cuando nos colegiamos, aún hacemos el Juramento Hipocrático, que procede de nuestros ancestros griegos. Esos médicos de la antigüedad, los médicos hipocráticos, utilizaban gran cantidad de recursos sanitarios a partir del vino. Y no solamente por su capacidad calorífica y alimentaria, sino también porque el alcohol que formaba parte de su composición permitía disolver hierbas y otros elementos, de modo que el paciente pudiera tomarlos y beneficiarse de sus principios inmediatos. Había todo un protocolo de desinfección de heridas en el que se usaba el alcohol del vino. Los médicos antiguos eran grandes conocedores de las posibilidades terapéuticas del vino. Yhasta hace escasamente 30 años en la farmacopea europea, sobre todo en la farmacopea francesa, todavía se señalaban vinos medicinales que se vendían en las farmacias. En la actualidad los aspectos del vino se tienen más en cuenta por sus virtudes nutricionales y sociales.
P.- El vino, como placer, el vino, como cultura, el vino como antioxidante. ¿Qué nos dicen los recientes avances científicos sobre este tema?
R.- En estos momentos la investigación médica en este ámbito se centra más en lo que se refiere al envejecimiento celular. Parece que todos los tratamientos que permitan reducir la oxidación van a ayudar a que esos procesos de envejecimiento y, sobre todo, esas enfermedades degenerativas se manifiesten de un modo muy diferente. Anivel nutricional se ha ido descubriendo que determinados componentes de los vinos, especialmente de los tintos, tienen un gran efecto antioxidante. En estos momentos hay incluso líneas de investigación en bodegas de La Rioja para intentar que de un modo totalmente natural los vinos aporten más de estos antioxidantes. En cualquier caso hay que tener en cuenta que estos efectos beneficiosos no se potenciarán ingiriendo grandes cantidades de alcohol. El vino se ha de tomar siempre con cierta moderación. Recuerdo que en la Facultad de Medicina de Zaragoza, hace ya bastantes años, nuestro catedrático de Cardiología, el doctor Ferreira, médico de gran prestigio, nos contaba que siempre había estado prohibiendo a sus pacientes cardiópatas tomar vino, pero que desde hacía un tiempo y basándose en la literatura médica, había descubierto que la ingesta moderada de vino ayudaba extraordinariamente a sus pacientes. Eso se conoció como la “Paradoja Francesa”.
P.- La Paradoja Francesa, ¡qué interesante! Háblenos más de ello.
R.- Lo que decía esta paradoja es que en zonas de Francia donde el consumo de quesos y patés era muy habitual [alimentos muy grasos y de elevado riesgo cardíaco] el volumen de pacientes con lesiones cardíacas era muy inferior al que se daba en la población americana, que consume grandes cantidades de hamburguesas y alimentos con grasas. ¿Cómo era eso posible, dado que los franceses comían ‘igual de mal’ a nivel de grasas que los americanos? Pues se descubrió que el modo de comer en la zona, es decir, nuestra dieta mediterránea –que incluye el aceite de oliva, los panes integrales, todos los productos de huerta y el vino, aunque no solamente el vino –hacía que los pacientes tuvieran menos problemas cardiacos. Por eso se toma como modelo la forma de comer de las islas mediterráneas, sobre todo de Creta, donde se comen carnes blancas (de caza, sin grasa) acompañadas de esos otros elementos, y donde su tasa de problemas cardiacos es muy baja.
P.- Usted, como conocido bodeguero elabora sus caldos en su finca familiar enclavada en pleno parque de Sa Albufera des Grau. Su vino blanco Viña Sa Cúdia, -sello indiscutible de la casa- es el único de Menorca incluido en la Guía Repsol de los mejores vinos españoles. Esta finca tiene además el mérito de ser la única explotación de la Isla que elabora vino ecológico bajo la marca Favàritx. ¿Qué más se puede contar de todo esto?
R.- Es una aventura familiar con el objetivo de tener una finca sostenible. Nuestra finca, como otras muchas de Menorca, se dedicaba al cereal y a las vacas para la producción de leche, pero llegó un momento en que esto dejó de ser sostenible. Nos reunimos los seis hermanos y llegamos a la conclusión de que teníamos que hacer algo diferente. Hace ya 12 años nos embarcamos en la recuperación de la tradición del vino de Menorca. Hay que recordar que durante la ocupación inglesa Menorca se dedicó a producir vino de alta graduación con el que se ‘pagaba’ parte del sueldo de los marinos ingleses. La producción de vid llegó a ser más importante que la de Mallorca. Nosotros hemos conseguido que con esta explotación la finca se pueda seguir manteniendo para futuras generaciones.