Además de avanzar en la comprensión de la enfermedad de Alzheimer, los hallazgos podrían mejorar la detección temprana de la enfermedad y señalar cuándo pueden ser más efectivos los medicamentos.
“Se ha sabido durante años que la enfermedad de Alzheimer comienza en una región del cerebro conocida como la corteza entorrinal”, tal como explica uno de los autores principales del estudio, Scott A. Small, profesor de Neurología y Radiología y director del Centro de Investigación sobre la Enfermedad de Alzheimer.
No obstante, Small resalta que esta investigación es la primera en mostrar en pacientes vivos que comienza específicamente en la corteza entorrinal lateral o LEC. “Se considera a LEC como una puerta de enlace para el hipocampo, que juega un papel clave en la consolidación de la memoria a largo plazo, entre otras funciones, por lo que si esta corteza entorrinal lateral se ve afectada, también se alteran otros aspectos del hipocampo”, desgrana este experto.
El estudio también muestra que, con el tiempo, la enfermedad de Alzheimer se propaga directamente desde LEC a otras áreas de la corteza cerebral, en particular, la corteza parietal, una región del cerebro que participa en varias funciones, como la orientación espacial y la navegación. Los investigadores sospechan que el Alzheimer se expande funcionalmente, es decir , al comprometer la función de las neuronas en la LEC, que a su vez pone en peligro la integridad de las neuronas en las áreas adyacentes.
Un tercer hallazgo importante es que se produce una disfunción en LEC cuando coexisten los cambios en tau y la proteína precursora amiloidea (APP, en sus siglas en inglés). “La LEC es especialmente vulnerable a la enfermedad de Alzheimer, ya que normalmente se acumula tau, que sensibiliza LEC a la acumulación de APP. Juntas, estas dos proteínas dañan las neuronas de LEC, preparando el escenario para la enfermedad de Alzheimer”, según explica la investigadora Karen E. Duff, profesora de Patología y Biología Celular en el Instituto Taub en CUMC y el Instituto Psiquiátrico del Estado de Nueva York.
En el estudio, los investigadores utilizaron una variante de alta resolución de la resonancia magnética funcional para detectar defectos metabólicos en el cerebro de 96 adultos, todos ellos libres de demencia en el momento de la inscripción.
Los 96 adultos fueron seguidos durante un promedio de 3,5 años, momento en el cual se encontró que 12 individuos habían desarrollado la enfermedad de Alzheimer leve. Un análisis de las imágenes de resonancia magnética funcional de base de esos 12 individuos encontró una disminución significativa en el volumen sanguíneo cerebral, una medida de la actividad metabólica de LEC, en comparación con la de los 84 adultos que estaban