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“La investigación farmacéutica debe ir a por las enfermedades con mayor coste social”

Ramon Colom, Rarmacéutico
Ramon Colom, Rarmacéutico

Ramon Colom, farmacéutico, tesorero del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Baleares, es además un pensador y un posee un espíritu de cooperación y ayuda. Profesionalmente, está muy al tanto de los avatares de la investigación y la atención en su ámbito. Tertuliano asiduo de los programas de los viernes en Salut i Força en Ib3 Radio, concedió a este programa una interesante entrevista, en la que se desgranan cuestiones sobre la investigación, la ética y la profesionalidad. Ésta es la versión ‘en papel’ de esa entrevista.

P.- ¿Qué entendemos por ‘investigación médico-farmacéutica’, van juntas o la investigación médica va por una parte y la de la industria farmacéutica por otra?

R.- Hay una confluencia de objetivos y de intereses, aunque sí que es verdad que para la industria la rentabilidad es importante. Y por desgracia hay que admitir que las enfermedades avanzan más rápidamente que los medicamentos. Hay un grupo de enfermedades ‘líderes’, que nos preocupan más, como el cáncer, el sida, las hepatitis o el desarrollo de inmunosupresores para hacer viables los trasplantes. En este ámbito las investigaciones médicas y farmacéuticas son conjuntas y se están realizando. Sin embargo, en otros ámbitos se actúa más por una cuestión de rentabilidad que por eficiencias terapéuticas.

P.- ¿A qué se refiere?

R.- Pues por ejemplo, hace unas semanas salió el tema de los inhibidores de la bomba de protones del Omeprazol (que inhibe el ácido en el estómago y combate la acidez). Es pública y notoria la amplia implantación de este tipo de medicamentos: a nivel global mucha gente está tratada con Omeprazol, si bien en España el nivel de uso es muy superior a otros países de nuestro entorno y se ha ido incrementando considerablemente desde 2007, duplicando los valores de naciones como Italia, Noruega y Dinamarca, incluso Francia. La industria farmacéutica nos ha dado unos medicamentos como éste de efectos incuestionables, pero tal vez se esté tirando demasiado de ellos, aumentando las dosis y además, se da el hecho de utilizarlo para otras patologías no digestivas.

P.- ¿Y cuál es el problema?

R.-Hay que recordar que inicialmente este medicamento tenía una indicación para un periodo corto de tiempo, al objeto de evitar una úlcera. Pero ahora tenemos pacientes que llevan meses o años tomando el inhibidor de la bomba de protones. ¿Está eso justificado? No. ¿Les hemos de retirar el tratamiento ahora a todos ellos? Tampoco, porque se puede producir un ‘efecto rebote’. Lo que sí se ha de hacer es instaurar estos tratamientos cuando de verdad sean necesarios.

P.- Es que si se abandona el Omeprazol, por poner un ejemplo en el que muchas personas se puedan ver identificadas, a los pocos días el ardor es terrible y hay que ir corriendo a la farmacia. Y eso sin haber bebido alcohol ni comido cosas pesadas…

R.-Aprincipios de los noventa hubo un gran avance en el tratamiento farmacológico de los trastornos digestivos con la aparicion de los medicamentos conocidos como IBP. Éstos pasaron a ser de primera elección por delante de otras alternativas. Se generaliza el uso asociado a los anti inflamatorios no esteroideos (AINE) como profilaxis de lesiones gastrointestinales. Y eso hasta el punto que llega un momento en que cualquier polimedicado lleva en su tratamiento un IBP asociado. Es decir, se toma Omeprazol por largo tiempo para evitar daños en el estómago de un antinflamatorio, por ejemplo, reumático. Todo esto ha llevado a que gran parte de la población tome este tipo de medicamentos.

P.- ¿Puede aportar algún otro ejemplo de esta instauración masiva de medicaciones en los protocolos?

R.- Ahora se está valorando mucho el riesgo cardiovascular. Hay una serie de parámetros que se estudian para valorar este riesgo, como es el nivel de colesterol en sangre. Hay unos medicamentos que controlan esto, las estatinas. Pues se vio que se iba a dar una ‘estatinización’ de la población para prevenir infartos. Como además las estatinas tienen un coste muy bajo, vemos que a bajo coste cubrimos un riesgo. Es el “vale más prevenir que curar” llevado a extremos que deben revisarse. Creo que habría que ser más prudentes a la hora de instaurar tratamientos en las guías médicas.

P.- ¿Contamos en las Baleares con un buen nivel de investigación médico-farmacéutica?

R.- Se están haciendo cosas. Es el caso de la investigación en litiasis renales para las que se han diseñado desde la UIB principios activos eficaces. Ahora bien, el hecho de no tener facultades de Medicina o Farmacia nos limita mucho la investigación. Por otro lado, la promoción de medicamentos genéricos está haciendo que los precios estén cayendo muchísimo y ya no hay tantos incentivos para poder investigar. Muchos laboratorios asentados en España están cerrando, despidiendo gente o saliendo de España.

P.- ¿Y a qué se debe esa crisis del sector?

R.- Aque salen pocas moléculas nuevas [los farmacéuticos denominan ‘moléculas’ a las nuevas composiciones químicas de uso terapéutico, fruto de la investigación y el desarrollo] porque no hay dinero para pagarlas y lo que se hace no es investigar, sino rentabilizar lo que ya hay.

P.- ¿Cuáles son los principales objetivos, las necesidades de la investigación médico-farmacéutica actual?

R.- Creo que nos tendríamos que centrar en las patologías que generan grandes costes a la sociedad. Me refiero a las enfermedades respiratorias. En el tratamiento de la EPOC se está haciendo un gran trabajo. En deshabituación tabáquica también se están desarrollando medicamentos efectivos. El cáncer es la asignatura pendiente. Y se está desarrollando mucho el ‘medicamento personalizado’ basado en células madre.

P.- ¿Cree que alguna vez tendremos medicamentos eficaces contra enfermedades como la diabetes? Hay quienes creen que no conviene, por todo el dinero que se mueve con otros productos, como las tiras reactivas.

R.- Aveces se es un poco injusto con la industria farmacéutica. La industria farmacéutica salva vidas. No hay que creer que a la industria le interese que haya diabéticos. Si la industria farmacéutica se desentendiera de todo eso, mal estaríamos. Ahora, gracias a los sistemas de control de la diabetes, como las tiras reactivas, o de la hipertensión, no hay tantos enfermos con problemas graves de riñón, por poner un ejemplo, derivados de unos niveles de azúcar mal controlados. La industria farmacéutica y la investigación biomédica están trabajando ahora intensamente en aspectos como la regeneración de tejidos.

P.- ¿Quiere decir que se podrán curar enfermedades graves, como el cáncer?

R.- Se está trabajando en ello. Se están diseñando medicamentos –aunque aún no están en fase de uso –que diferencian las ‘células diana’, es decir, las células cancerígenas de las que no lo son. El problema que tenemos con la quimioterapia es que lo ‘quema’ todo, cosa que hoy por hoy es necesario, pero supone afectaciones hepáticas, renales y de otros órganos. Por eso se quiere ir hacia esos medicamentos que sabrán ‘diferenciar’. Lo que pasará es que curaremos esas enfermedades, pero como la naturaleza evoluciona, como lo hace la ciencia, aparecerán otras nuevas. Ya el alargamiento de la vida que se está produciendo, nos lleva a situaciones de envejecimiento, de oxidación que en algunos casos generan enfermedades, como el propio cáncer. Si en los años 80 nos hubieran dicho la importancia que iba a tener el SIDA… A medida que desaparezcan enfermedades aparecerán otras.

P.- Hablemos de justicia social asociada a los medicamentos. ¿Cree que en estos momentos hay un primer mundo, con acceso a los medicamentos y un tercer mundo, con un acceso más reducido y que esas diferencias son en estos momentos más marcadas que nunca?

R.- Sin duda. Hace poco más de un año, en unas jornadas de nuestra ONG Apotecaris Solidaris, vimos un documental titulado “El medicamento, un derecho secuestrado” elaborado por Farmaceuticus Mundi. En él se narraba cómo más de un tercio de la población mundial no tiene acceso regular al medicamento, frente al exceso de consumo en el primer mundo. Es similar a lo que nos pasa en este primer mundo con la comida: se da un exceso de medicamentos aquí que contrasta con la gran carencia de allí. Piense en el Parcetamol, tan barato y al que es tan fácil de acceder, tan banal, pues en el tercer mundo se mercadea con él. El documental, producido por Farmamundi, pone de manifiesto la corrupción del sistema de investigación y desarrollo, regulación y comercialización de fármacos, a través de diversas entrevistas realizadas a importantes personalidades del ámbito de la salud. Testimonios recogidos en Sierra Leona, donde el elevado precio de los medicamentos ha generado un mercado negro, Suiza (Asamblea Organización Mundial de la Salud 2010), Colombia (caso del antirretroviral Kaletra) y España evidencian claramente que el acceso a los medicamentos es, actualmente, un derecho secuestrado.

P.- No, no son las mismas necesidades, está claro.

R.-En el tercer mundo –no lo olvidemos –no hay demasiados problemas de colesterol, por poner un ejemplo. Las principales necesidades están allí en la quimioterapia, en los antitérmicos, en la analgesia, y poco más. Se trabaja mucho para abastecer estas zonas, pero es que también es complicado conseguir que el medicamento llegue allá a dónde ha de llegar. Se produce un ‘secuestro del medicamento’ –y sobre eso iba el video que le mencionaba antes –que luego va a parar al mercado negro.

P.- Hablando de ética. ¿Cuál ha de ser el límite para la investigación con seres humanos?

R.-La relación entre ciencia y medicina comenzó a fructificar en forma de nuevos medicamentos, técnicas de trasplantes de órganos e intervenciones quirúrgicas milagrosas. Sin embargo, con cada nuevo avance, surgen nuevos problemas éticos; entre ellos figura la investigación en seres humanos. Un aspecto importante del progreso científico es el experimento. La experimentación se cuenta entre las propiedades más sobresalientes de la ciencia moderna. Por lo tanto, el progreso de la ciencia médica tiene que apoyarse en la misma. Los experimentos llevados a cabo por los nazis con los prisioneros de los campos de concentración constituyen un capítulo especial de la degradación de la conciencia moral de la humanidad. En la actualidad existen bases legales y éticas internacionales para realizar ensayos clínicos en seres humanos. Sus inicios se remontan al juramento hipocrático. Pero lo que sí sucede es que hay personas que se incluyen en experimentaciones actuales –con parámetros de seguridad, por supuesto –que se ven en esa situación por necesidad económica y que tal vez desconozcan los riesgos que asumen cuando firman un papel. Creo que ciertas cosas deberían estar tuteladas y con ello quiero decir algo más vigiladas.

P.- ¿Cuándo la rentabilidad del desarrollo de un medicamento no está garantizada, qué puede incentivar a la industria a la investigación?

R.- La industria se mueve en base a obtener beneficios, eso hay que tenerlo claro. Como le decía antes, la industria de genéricos nos lleva a un abaratamiento de los precios tan grande que se están vendiendo medicamentos por debajo de su coste. La industria vive de lo que sacó antes y de lo que pueda desarrollar en nuevas líneas de investigación. Si no es rentable dejarán de investigar. Aquí cabe preguntarse: ¿Se investiga para curar o para ganar dinero? Con los dos objetivos, como en todas las actividades humanas. Puede ser que se pierda el norte, como ha sucedido con el desarrollo de medicamentos que han tenido graves efectos secundarios, es decir, que hacían que el beneficio no superara al riesgo. Y siempre el beneficio ha de ser mucho más elevado que el riesgo. Además, hay otro aspecto a tener en cuenta y es que los profesionales sanitarios debemos tener un principio básico y fundamental: “Primum non nocere”; el proceso de curación no debe generar un problema añadido.

P.- La obesidad es ya un grave problema médico y social. ¿Qué avances se han conseguido desde el punto de vista farmacéutico para el tratamiento de la obesidad?

R.- Una gran parte de la carrera de Farmacia estudia la nutrición. Y desde ese conocimiento le digo, que contra la obesidad lo mejor es tener educación sanitaria y comer bien. Es verdad que se diseñaron medicamentos que actuaban a nivel del sistema nervioso central para quitar la gana y que acabaron retirándose. Eran anfetaminas, anoxerígenos que creaban una serie de problemas secundarios, como la depresión. Yno cambiaban los hábitos de la persona. Una persona sana engorda porque come mal. Todos los secretos sencillos –comer las proporciones necesarias de grasas, hidratos y proteínas, hacer cinco comidas diarias, etc… –no se aplican. Por otra parte la industria alimentaria hace que sea más barato un kilo de grasa que un kilo fruta o verdura. Es más barata la comida basura que la saludable. Y secreto farmacológico para adelgazar no hay. Ya hay algunos medicamentos que tienen efectos de este tipo, pero la dieta equilibrada es la clave.

P.- Por último le voy a pedir consejos de farmacéutico para la mejora de la salud y el bienestar de las personas.

R.- Pues le diré que es muy importante que la gente no se automedique, que se tome conciencia de que el medicamento tiene doble filo, para curar, pero nos puede hacer daño y que hemos de ponernos en manos del consejo del médico, que prescribe, y del farmacéutico, que dispensa. Y siempre retirar los medicamentos con la receta del médico.

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