Así se desprende de los resultados de un estudio realizado a partir de un metaanálisis en el que participaron 5.008 pacientes, a los que se les midió la presión arterial tanto en su propio domicilio como, posteriormente, en el centro de salud.
Los resultados arrojaron que el 5 por ciento de los que presentaban una presión arterial óptima (menos de 120/80 mmHg), el 18,4 por ciento que la tenían normal (120/80 mmHg), y el 30,4 por ciento de quienes la tenían alta (130/85 mmHg) habían enmascarado en la consulta los niveles que mostraron en sus casas.
Posteriormente, tras un seguimiento medio de 8,3 años de estos pacientes, los investigadores comprobaron que se habían producido un total de 522 fallecimientos, y que se habían registrado 414 casos de evento cardiovascular.
En comparación con los pacientes sin hipertensión enmascarada, el riesgo de mortalidad aumentó 2,21 veces en pacientes con presión arterial óptima, 1,57 veces para quienes tenían niveles normales, y 1,54 veces para quienes tenían los niveles más elevados.
Además, los autores del estudio detectaron ue los pacientes con hipertensión enmascarada tenían más probabilidades de ser hombres, fumadores, tener diabetes mellitus o antecedentes de enfermedad cardiovascular, ser mayores y presentar más obesidad.
La principal conclusión del estudio es que la presión arterial en el hogar modifica sustancialmente la medición del riesgo de los niveles de la presión sanguínea convencional.