En el trabajo participaron 3.199 hombres y mujeres de más de 60 años para analizar la relación entre el bienestar anímico y el bienestar físico.
Los participantes se dividieron en tres grupos (de 60 a 69 años, de 70 a 79 añosm y mayores de 80) y, a lo largo de los ocho años que duró el estudio, se evaluó el disfrute de la vida de los participantes a través de un cuestionario.
Además, los autores complementaron su análisis con entrevistas personales a través de las cuales determinaron si los participantes tenían problemas a la hora de llevar a cabo actividades cotidianas como levantarse de la cama, vestirse, bañarse o ducharse. Y también se midió la velocidad al caminar a través de una prueba de la marcha.
De este modo, los investigadores británicos comprobaron que “las personas mayores que son más felices y disfrutan de la vida muestran un descenso más lento de su función física a medida que envejecen”, según remarcó Andrew Steptoe, principal responsable de la investigación.
En concreto, la investigación constató que las personas más felices son menos propensas a tener problemas en sus actividades diarias, tales como vestirse o entrar y salir de la cama, y su velocidad al caminar disminuyó a un ritmo más lento que los que disfrutan menos de la vida.
El estudio mostró además cómo los participantes del grupo de 60 a 69 años tenían niveles más altos de bienestar, al igual que los que tienen un mayor estatus socioeconómico y nivel educativo, y las personas casadas.