El conseller de Salut, Martí Sansaloni, fue explícito y tajante al reclamar una mejor financiación, especialmente una mejor financiación sanitaria, para Baleares, a lo largo del discurso que pronunció el pasado jueves en la sede de Previsión Sanitaria Nacional, que contó con la asistencia de la plana mayor del sector médico y profesional de las islas y la participación de los medios de comunicación especializados, entre ellos Salut i Força.
Bajo el título de “Reflexiones, oportunidades y avances de nuestro Sistema Nacional de Salud”. Sansaloni incidió en la idea de que la Comunidad balear es objeto de un agravio comparativo con respecto al resto de territorios autonómicos, ya que, tal como afirmó textualmente el conseller, “ sufre una precariedad histórica en términos de financiación”.
No puede decirse ni más alto, ni más claro. Sansaloni supo sacar el máximo partido de la repercusión nacional que podía obtener de un foro tan prestigioso como el organizado por PSN para poner el dedo en la llaga y advertir de que la excelente calidad de las prestaciones sanitarias en Baleares se fundamenta en el compromiso y la implicación de sus profesionales, pero, en ningún caso, en el equilibrio de los recursos asistenciales con que cuenta, a causa de la histórica y casi ancestral discriminación balear, a nivel de financiación, en este y en otros muchos aspectos.
Para Sansaloni, a nadie le puede pasar por alto que hay que empezar a resolver, de manera urgente, el déficit de Baleares y que no se puede exigir a nuestra Comunidad que siga manteniendo responsabilidades de solidaridad con otros territorios cuando, al mismo tiempo, ha de buscar dinero de debajo de las piedras para sostener su costoso y complejo edificio sanitario.
Lógicamente, bien se puede afirmar, y así lo hizo el conseller durante su intervención en la sede de PSN, que una vez más se ha cumplido el manido refrán de que ‘de estos polvos, estos lodos’. Porque, en efecto, Baleares es víctima de una negociación para el traspaso de competencias que, hace algo más de diez años, se cerró de forma tremendamente injusta para el archipiélago.
Ala injusticia de entonces, hay que unir ahora la desactualización de las cifras que ningún gobierno ha conseguido resolver. Baleares es la Comunidad que más ha visto crecer, proporcionalmente, su contingente demográfico, y, como consecuencia de ello, ha de atender a una población que ha crecido en un 21% desde la llegada de las competencias sanitarias (por no hablar de las educativas, que podemos meter, perfectamente, en el mismo saco) con los mismos medios, equipamientos y recursos de entonces.
¿Es sostenible esta situación? Evidentemente no, y el conseller balear de Salut cumplió con su obligación al exigir una inmediata corrrección del déficit presupuestario para evitar que el sistema de salud en las islas encuentre dificultades para seguir ofreciendo los mismos estandares de calidad que le han convertido, pese a todos estos obstáculos, en una referencia a nivel nacional.
Por otro lado, la importancia de las palabras del conseller se multiplica si se tiene en cuenta el contexto en que se pronunciaron: nada menos que en un foro de incuestionable credibilidad en el que estaba presente el sector sanitario balear, en cada una de sus ramas y vertientes. Desde este punto de vista, no cabe entender las reclamaciones de Sansaloni como una exigencia personal. Ni siquiera como una exigencia del Govern del que forma parte.
Más bien, es toda la sanidad de las islas la que, haciendo causa común con Sansaloni, se ha plantado ante una situación que ha de ser resuelta, tanto por razones de justicia redistributiva como de previsión de futuro.
Ya ha pasado el tiempo en que Baleares, y sus responsables políticos, miraban hacia otro lado cuando se les mencionaba la palabra ‘Madrid’. Ahora, sus ciudadanos, de la mano del Govern y del resto de instituciones, están empezando a alzar su voz, sin tener en cuenta la filiación política, propia o ajena, de los interlocutores en otras administraciones.