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Los perdedores

Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz Médico- Forense Especialista en Medicina Legal. @Alarconforense
Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz. Médico-
Forense. Especialista en Medicina Legal. @Alarconforense

Si la Historia la escriben los vencedores, debe haber necesariamente alguien que escriba la de los perdedores.

Hablar de los que pierden unas elecciones es hablar de los que apostaron su vida, su prestigio y su músculo a la aprobación de quien no te vota para ser algo, una omisión que te deja finalmente escaldado, expulsado del Olimpo de tus pretensiones.

Qué desgracia querer que te quieran, publicitarlo, montar el tinglado, llamar a la prensa, sudar la camisa descorbatada, gritar, gastarte una pasta y que no sólo no te digan un “te quiero”, sino que ni siquiera te digan un “no te quiero”. Es terrible que no te digan literalmente que no te votan. Debería haber “no votos”, papeletas que sirvieran para que al que no votas, al que no quieres, al que te produce repulsión, se sintiera al menos acompañado en su decadencia y en su desgracia de proyecto fracasado.

Ahora que tenemos un viejo presidente como recién nuevo y con renovadas consonantes dobles, habría que decirle que un día, en una asamblea, en una reunión coñazo de esas, se dedicara a crear cosas imaginativas.

Yo, además de esos “no votos”, incorporaría objetos regalo para los perdedores, publicidad de vuelos interislas para el descojono; brazaletes negros como el del cobrador del frac para no olvidar el luto del doblete y distintivos de esos fluorescentes que llevan los ciclistas con los pantalones por dentro de los calcetines negros, sin duda la ingrata imagen de una derrota. Todo sea para darle alegría a las juntas, para que Segador y su puente aéreo de compinches desinflados se alegren en parte de saberse perdedores de los comicios mientras se miran los abalorios.

Decía el historiador J. Reglá que la Historia, mayúscula, prescinde en realidad de los hombres sin historia, minúscula. Y parece que acertó con su análisis en todos estos “místers en el fracaso”, que seguirán sin pasar a la historia más allá de algún comic, uno de esos que podría, por cierto, editar el Presidente Bennassar en esta nueva etapa.

Es una lástima que pasen los días tan deprisa entre victorias y derrotas, que desde aquí no nos diera tiempo a hacer una analítica general de lo que se cocía entre esos dos bandos médicos de enfermedades infinitas que pretendían hacerse con la incertidumbre de ser o no ser Presidente. Es de los pocos “not to be” que realmente nunca son “to be”.

Ahora cualquiera podrá decir que desde aquí apoyamos a los que apoyábamos. Ahora cualquier médico desalmado podrá suponer que cuando insistimos en llamarlos los energéticos o los bingueros, no lo recuerdo, en aquellos días de vino y rosas de Pajares y Esteso aplicados a la rima de siempre entre perdedor y Segador, ya intuíamos el desastre que se le avecinaba a esa candidatura de romanos, de troyanos y de galos. Lo hicimos cuando escribimos de aquellas ruedas de prensa en las que no había ni ruedas ni prensa, una metáfora suicida sobre la diferencia entre voluntad y realidad.

Uno vio aquellas candidaturas donde algunos compañeros hacían coreografías cogiéndose las manos; uno vio aquella candidatura donde unos sanadores se daban la vuelta mirando a cámara haciendo el canelo y, al enternecerme, al emocionarme entendiendo en lo que habíamos decaído los médicos, sabía que el fracaso era el único diagnóstico posible.

Supe que Segador sería el más votado por los enfermeros camilleros y por las parteras cuando lleguen sus propias elecciones, por cachondo y por poner a los médicos a la altura de cómo nos quieren ver los otros.

Si la cosa vino después con la medida estrella de la rebaja de la cuota colegial, entonces ya estaba hecha toda la batería de pruebas complementarias necesarias. Porque vamos a a ver. Alguien en su sano juicio puede llegar al convencimiento de que un médico va a moverse del confortable lugar en el que se encuentre para ahorrarse veinte euros al mes de cuota colegial? El Médico no vota por la pasta. El Médico vota fundamentalmente contra otro médico, el médico nunca vota a favor de nadie, vota siempre a favor de sí mismo, y cuando vota a Bennássar se vota a sí mismo y contra Segador, y cuando no vota a Segador se vota igualmente. Un médico gana las elecciones por la cantidad de anticuerpos que es capaz e generar, y por eso han perdido éstos. Aver cuando se enteran Segador y Romanos que la única forma que tienen de ganar las elecciones al Colegio de Médicos es incluirse en tantas candidaturas como médicos pueden concurrir y votarse a sí mismos. Esa es la única forma de una plena participación, la única forma que tendrían, como mucho, de empatar esos comicios.

Perder no es grave, pero volver a perder es mucho peor que haber perdido. No sé si las eleciones que vienen son a la comunidad de regantes, pero en su defecto Bennassar podría adelantar las próximas al mes que viene, que los médicos –por lo menos- nos merecemos no dejar de sonreír.

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