Viene aquí Sansaloni justo el día en que ando lejos, y nos viene a la redacción un poco respondón, crecido como si fuera conseller de la infancia y haciéndose un poco el serio para que le demos importancia, para que nos los creamos. NO sabe que eso, la seriedad, es vicio y maldad de todos los recién alumbrados. Lástima.
Estás en la sala de espera del paritorio oyendo como berrea el conseller y te preguntas a qué viene esta entrevista del Sansa. Cuando veas una entrevista a un figura, cuando veas a una señora con un abdomen dilatado, no te concentres en las respuestas, no te concentres en si será niño o si será niña. Céntrate en por qué se hace esa entrevista, en por qué se gestó ese embrión y que tal le va la vida intraútero a esa criatura. ¿Por qué se entrevista a Sansaloni? esa es la primera pregunta que le hubiera hecho yo. Perdone, conseller. ¿Qué razón cree usted que existe para que yo tenga que hacerle alguna pregunta? Se ve que ha pasado el tiempo prudencial desde aquella denuncia del sindicato SATSE, y que las aguas meconiales y verdosas en las que naufragaba el conseller se han ido aclarando, han ido como olvidándose de su parto y sobre todo de su partera, de su novia, vamos. Se ve que después de haber roto aguas sucias, de que le denunciaran por colocar a la partera de su amor, el niño busca en una entrevista que alguien le separe las aguas a lo Moisés, que se las aclare el niño Jesús. Ahora cualquier nacido vivo, a cualquiera que nace de pie le da porque le haga una entrevista Calafat, y viene a que le pregunte algo, pero no para que se sepa; no para que se explique. No se le pregunta a Sansaloni para que conozcamos y sepamos. Se le hace una entrevista para que entre pregunta y respuesta, entre pregunta y pregunta, pase el tiempo, vaya pasando el tiempo de sus denuncias, ese tiempo que es el aliado de sus asesores y que le cantan entre arrumacos la nana del “en dos días nadie se acuerda”. Que no olvide que puede ser el olvido que mejor recuerde.
Yes que desde aquí no podemos olvidarnos de quien nace. No sabe el conseller de Salut que los mayores no olvidamos a los recién nacidos. De hecho a veces pasa al revés, que en vez de olvidarnos de sus nacidos nos olvidamos de sus difuntos, de los muertos que tiene, porque nos interesa más su infancia y sobre todo porque puestos a pensar debe tener también tanatólogos colocados, funerarios para sus ritos de cuando se equivoca y hasta algún enterrador de vivos entre sus más allegados del Ib-Salut.
Ha venido Sansaloni a la revista con su americana y su fórceps, armado hasta los dientes. Ha venido Sansaloni con su corbata y con sus ventosas puestas como galones dispuesto a cualquier tipo de parto. De ahí que se le reciba como se merece, trayéndole aquí unas flores que se marchitan y unos bombones derretidos por el calor que hace cuando uno se acerca a su sala de espera, a su nido, y entonces oye como le lloran alrededor el resto de los ciudadanos recién llegados a la sanidad balear.
Debe ser jodido recién llegar y que te llore todo el mundo encima. Debe ser difícil afrontar que tú mismo, con tu colocación, promoviendo nacimientos en las manos de tu amor, ayudas a traer a niños que te lloran y te lloran sin parar quejándose de todo lo que haces.
No ha calibrado en este juego de niños que tiene a un sindicato de Herodes persiguiéndole mientras él se esconde en las listas de pediatras, en el bolsín de interinos o bajo las seiscientas y pico almas menos dedicándose a la asistencia sanitaria a los demás, según denuncian. Viaja en banasta río abajo un poco desorientado últimamente mientras los de abajo le mueven las aguas.
Siempre están serios estos niños recién nacidos, siempre está serio este hombre venido a infante. Un niño que no se siente querido en el Consolat de Mar y que no llega a discernir la diferencia de los brazos que le toman, los brazos que le abrazan o los brazos que le aprietan hasta esa asfixia perinatal. Pero esa es otra historia que tendrá que llegar.
Una vez parido y expulsado llega la hora de saber quién te cuida. Yo por si acaso voy a ir calentando el biberón.