Al mismo tiempo, nos hallamos en un territorio de probada excelencia en materia sanitaria. Nuestros centros hospitalarios, públicos y privados, cuentan con un merecido prestigio por la fiabilidad de sus recursos y la solvencia de sus profesionales. Ni siquiera quienes más cuestionan las diferentes medidas que los sucesivos gobiernos adoptan en materia de política sanitaria ponen en duda esta aseveración.
Apartir de este planteamiento, resulta absolutamente lógico enlazar uno y otro concepto y potenciar un binomio definitivamente destinado al éxito: el que forman el turismo y la salud. Muchas voces se están dejando escuchar últimamente al respecto, reclamando una acción institucional decidida a favor de la potenciación del turismo de salud en nuestra Comunidad. Y, lógicamente, reclamando también que el sector privado trabaje codo con codo junto a la Administración en este propósito.
Numerosas son las ventajas que conlleva la promoción de este tipo concreto de turismo. La más importante, posiblemente, es su capacidad para atraer a visitantes de un alto poder adquisitivo, dispuestos a consumir servicios y prestaciones relacionados con la salud y a generar, en consecuencia, una amplia dinamización económica y una sobresaliente reactivación de la ocupación en este ámbito económico.
Contrariamente a otras vertientes de la demanda turística, que bien conocemos en nuestra Comunidad por nuestra condición de destino de sol y playa, el turismo de salud no implica un gran consumo ni de territorio, ni de patrimonio, ni de bienes naturales, ni de ningún otro recurso que vaya en detrimento de la integridad medioambiental o de la convivencia ciudadana. En este sentido, las ventajas son claramente superiores a los inconvenientes, como resulta palpable y evidente mediante cualquier análisis objetivo de la cuestión.
¿Cuál ha de ser, por tanto, la estrategia que hemos de seguir, desde nuestra Comunidad, para hacer posible que el binomio turismo y salud se desarrolle en las proporciones que todos desearíamos? Teniendo en cuenta que la materia prima (que no es otra que el clima, el territorio y el patrimonio natural) ya juega a nuestro favor, el reto pasa, indudablemente, por crear las infraestructuras y los equipamientos necesarios para erigirnos en un destino atractivo de cara a este colectivo de visitantes.
Por supuesto, tampoco hemos de caer en el error de que partimos de cero. No es así, en absoluto. Hace ya muchos años que miles de turistas acuden a nuestra tierra en busca de salud y bienestar, y encuentran en ella los servicios que requieren. Ahora bien, puede que haya llegado el momento de dar unos cuantos pasos más allá y propiciar una decidida apuesta en pro del turismo de salud, actualizando, modernizando, ampliando e incrementando los equipamientos que han de permitir un claro progreso de esta actividad.