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“El ébola baja su mortalidad: le interesa adaptarse al ser humano, no matarlo”

JORDI REINA / JEFE DE VIROLOGÍA DE SON ESPASES
JORDI REINA / JEFE DE VIROLOGÍA DE SON ESPASES
Durante los últimos días, la detección de posibles sospechas de personas con sintomatología compatible con el ébola han activado las alarmas en el sistema sanitario balear, donde, por otra parte, se han activado correctamente los protocolos de emergencia y control de riesgos. Para conocer estos protocolos y el riesgo real de esta infección nos acompaña esta tarde en los estudios de Ib3 Radio el doctor Jordi Reina, experto virólogo, jefe de Virología de Son Espases.

P.- Tras los casos ya descartados de sospechas de ébola, el sistema de detección ha funcionado, pero cabe preguntarse, ¿qué criterios se siguen para poner en marcha este protocolo?

R.- Para que se ponga en marcha ha de aparecer un enfermo que cumpla con una serie de criterios, como son, básicamente, que son de dos tipos. Unos criterios clínicos, que el paciente presente una fiebre muy alta, dolor de cabeza, de cuello, que presente afectación muscular, que se encuentre muy mal, que presente vómitos y náuseas. Además de estos criterios clínicos, ha de cumplir unos criterios epidemiológicos: Ha tenido que estar en una de las zonas o países en los que se ha declarado oficialmente la existencia de casos de ébola, y tiene que haber estado hace menos de tres semanas. Aunque la mayoría de los casos presentan síntomas a los 6 u 8 días del contagio, el periodo de incubación puede alargarse hasta 21. Si se dan todas estas circunstancias ponemos en marcha el protocolo y aislamos al paciente del resto de enfermos y del personal sanitario.

P.- ¿Y qué seguimiento se realiza hasta confirmar o descartar un posible caso de Enfermedad Vírica por Ébola (EVE)?

R.- Como le decía, cuando tenemos a un enfermo sospechoso lo que hacemos es llevarlo a una habitación de aislamiento, en la que el enfermo está solo y a la que los profesionales sanitarios entran siempre con un traje de bioprotección Se le extrae una muestra de sangre y se envía al Laboratorio de Virología, donde yo mismo coordino el diagnóstico virológico. Lo primero que hay que hacer es descartar que tengan malaria, ya que lo cierto es que la mayoría de los pacientes que vienen de esas zonas y presentan esos síntomas, lo que tienen es malaria. Los especialistas del Centro Carlos III (en Madrid, de referencia para toda España) me han confirmado que los hasta ahora 20 casos sospechosos de ébola en todo el país, 18 han sido casos de malaria. Y dos, otras enfermedades, ninguno de los 20 ha sido ébola. Una vez hecho el diagnóstico de malaria, se envía el resto de la muestra al Carlos III que mediante técnicas de análisis molecular realiza la confirmación de que es o no es ébola. Hasta ahora no lo ha sido ningún caso.

P.-¿Qué pasaría si se hace un diagnóstico positivo de ébola?

R.- Para empezar el enfermo estaría aislado, de modo que ya no podría ser un foco de contagio. En segundo lugar habría que tratarlo, de los síntomas y posibles complicaciones (mediante diálisis, transfusiones de sangre, etcétera). Pero después, además, tendríamos que controlar los posibles contactos que hubiera tenido en las Islas. Solo los contactos directos. El ébola no se transmite por el aire como una gripe, sino solo por el contacto con el enfermo con síntomas, es decir, que ya tiene fiebre. La esposa y los hijos –si está casado –serían las personas a controlar, a ver si tienen fiebre u otros síntomas. El resto de personas que hayan convivido con él, si no ha habido un contacto directo, no tendría que haber ningún problema. Desde un punto de vista de salud pública, se estudiaría a los contactos familiares o inmediatos, a los que además se preguntaría si han ido en 48 horas a una fiesta o acto similar y así iríamos ampliando la lista de contactos directos. No vale el que pasaba por la misma calle o iba en el mismo autobús, hay que haber tocado al paciente cuando ya tenía fiebre. Estos síntomas se parecen mucho a los de otras enfermedades, como la gripe, que tendremos encima en pocos meses. No hay que asustarse: si tenemos esos síntomas iniciales pero no hemos estado hace menos de tres semanas en los países de riesgo, es prácticamente imposible que sea ébola. No podemos enfermera de ébola simplemente estando en casa.

P.- ¿Y cuál es el pronóstico?

R.- Pues ha cambiado. En los primeros brotes la mortalidad era del 90 al 100%. Cuando comenzó en Guinea, tenía un 80% y ahora está al 50%. El virus es muy listo, lo que le interesa es adaptarse al ser humano, no matarlo, porque si lo mata, muere con él. Por eso se ha de asegurar de no matarlo o de pasarlo a otro sujeto. ¿Eso es bueno? Pues que se esté adaptando supone que está infectando a muchas más personas. En 10 o 15 años tendrá una mortalidad del 10 o el 15% pero infectará a muchísimas más personas. Por eso es importante contener y evitar la epidemia, para que no vaya haciendo una adaptación evolutiva y logre infectar.

P.- ¿Qué es exactamente el ébola?

R.- La enfermedad recibe el nombre del virus que se aisló por primera vez en el primer brote, en 1976 en un pueblecito junto a un río del Congo. El río se llamaba así, Ébola. Hasta ahora era un virus exótico, lejano. Tras 20 años de virólogo no me esperaba tener que enfrentarme a un caso de ébola. Este virus vive en aquella zona, en los murciélagos, y de vez en cuando las personas se infectan. Desde 1976 va dando brotes periódicos.

P.- ¿Y cómo se propaga?

R.-No sabemos cómo pasa del murciélago a las personas, eso sucede en la selva; demás el virus habita en murciélagos que comen fruta, no en los que muerden a los animales. Se sabe de casos de monos que podrían haber comido alguno de esos murciélagos y que han aparecido muertos y algún niño ha cogido y se lo ha llevado a la aldea. Hay que tener en cuenta que en esas zonas se lo comen todo. Guinea fue el primer país que prohibió la venta de murciélagos.

P.- Hay, pues, colectivos con más riesgo…

R.- Se sabe que el primer caso del actual brote fue el de un niño pequeño que encontró un murciélago muerto en la selva, lo llevó a casa y su madre lo preparó para comerlo. Ese niño fue el primero en caer, luego la madre, dos hermanas y una tía. A partir de ahí se extendió el brote.

P.- ¿Qué efectos causa el ébola en la salud?

R.- Se trata de un virus muy “inteligente”. Por alguna razón que desconocemos, ha “decidido” ir a infectar a las células de las arterias y las venas y las destruye. Eso hace que las venas pequeñas se licúen, de modo que comienzan a producirse pequeñas hemorragias internas que se van amplificando. Esto afecta, además, al hígado y a todo el sistema de producción de factores de coagulación. En definitiva, acaba produciendo un déficit de coagulación que sumado a los efectos sobre las venas y arterias hacen que el enfermo acabe sufriendo múltiples hemorragias internas y finalmente sangra incluso por los ojos, por la boca, por las orejas y así fallece, absolutamente desangrado por efecto del virus.

P.- ¿Qué tratamientos existen contra el ébola?

R.- En los países donde se están dando los brotes los tratamientos son “cero” o “nada”, básicamente porque la estructura y los recursos sanitarios en esos países son “cero” o “nada”. Allí les dan paracetamol para la fiebre y agua para la deshidratación. Lo que hacen es separarlos entre los que están peor y los que no tienen complicaciones. Allí no pueden pagar esos fármacos que se anuncian aquí por los telediarios.

P.- La precariedad de esos países es la gran causa de la dificultad de controlar los brotes, ¿verdad?

R.- Así es. Eso no hubiera pasado nunca en un país como el nuestro. Allí la pobreza es total: económica, social, alimentaria, sanitaria: 4 médicos por 100.000 habitantes (como si en Baleares tuviéramos solo 40 médicos) y 10 dólares de presupuesto por persona y año. El ébola es la gota que colma el vaso, pero no la única: La OMS calcula que en los 4 meses de brote han muerto allí 100.000 niños de diarrea, desnutrición o meningitis, ajenos al ébola.

P.- ¿Hay perspectivas de que se halle una cura?

R.- Hay que tener en cuenta que hasta ahora no era un virus prioritario. Estaba en África y se daba en brotes aislados, sin la magnitud que ahora tiene. Se había diseñado un suero, como el que se le dio al misionero español que finalmente falleció, aunque solo se vía que con ese suero la mitad de los pacientes moría, la mitad no. Ahora han salido, no sé bien de dónde, un montón de empre todas ellas con un “fármaco experimental”. Lo que hay que tener claro es que con tratamientos individuales puedes tratar a un paciente, pero no controlar la epidemia. O tenemos una vacuna que se pueda aplicar de forma masiva a la población o no lo controlaremos…

P.- Baleares recibe al año hasta 15 millones de viajeros de todo el mundo. ¿Es un territorio seguro para el ébola, qué debería suceder para que dejara de serlo?

R.- Es un territorio seguro. En primer lugar el 80 o 90% de los viajeros que vienen proceden de países desarrollados, donde no hay peligro. Sí que es cierto que en las Islas hay 2.000 nigerianos censados, personas que van a visitar a sus familiares a zonas de riesgo. Es el caso de uno de los “sospechosos” que hemos visto que finalmente no era un caso de ébola. Canarias está más cerca y tiene también mucho turismo. Por otro lado todos los estamentos sanitarios tienen la preparación y la infraestructura necesaria para afrontar la detección de este tipo de virus u otros.

P.- ¿Hay pautas de prevención?

R.- Sí. Curiosamente en los países de origen el modo en que entierran a los afectados es una de las causas de transmisión: allí lavan los cuerpos, los perfuman, los tocan, los abrazan… creen que se han de despedir de ese modo. Y el virus aún sigue vivo en el sudor, en las secreciones, durante unas 18 horas. Pues explicarles que no tienen que hacer eso es imposible. Cuando ven que llegan los hombres con los trajes especiales, ponen el cuerpo en una bolsa negra y lo entierran en cal viva, se sublevan.

P.- ¿Aconsejaría a un balear que no viajara a las zonas de riesgo?

R.- Sí. Si no es por una necesidad imperiosa aconsejaría que nadie fuera a esos países. El Ministerio de Asuntos Exteriores anima a no ir y a los que están allí les ofrece ayuda para marcharse. Si no hay más remedio hay que extremar precauciones, evitar contactos directos con personas desconocidas, de mal aspecto, que no sean de confianza.

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