Todos somos terminales en el peregrinaje que es la vida. pero, aquí y ahora nos tocara, (Dios mediante), vivir la Navidad del 2014, la única que existe. Las otras las revivimos a través de nuestros recuerdos y de nuestras representaciones mentales. Todas ellas llevan archivos emocionales incorporados, con los que nos acompañamos.
Elegir la mejor opción de nuestro menú emocional, es una elección nuestra. los emails o guasap emocionales que conforman nuestro dialogo interno también lo es y esto nos da mucho poder. Es el poder que entre el «autorresponsabilizante así lo he querido yo» en vez del «revictimizante así fue”. Como significamos o resignificamos la Navidad del 2015 es una tarea personal e instranferible que tenemos que elegir asumir. Conviene elegir no renunciar a hacerlo. la apuesta es aceptar nuestra vulnerabilidad y con ello nuestro dolor sea físico o psicológico.
Difícilmente nadie se muere sin haber catado el dolor. así como tampoco nadie terminara su biografía sin haber experimentado el sufrimiento, que es el tatuaje mental del dolor. puede ser el dolor de la artrosis, de la fibromialgia, del cáncer pero también el dolor de una despedida, de la pobreza, del olvido, del cainismo, del rechazo, del agravio, de la muerte, de la lejanía, de la solo-edad, del abandono, de la guerra, de la desesperanza, de la enfermedad crónica, del desempleo o bien del recuerdo de lo perdido o la añoranza de lo que nunca se tendrá.
Los motivos para el dolor y el sufrimiento sobran y casi todos nos ocupan sin que demos nuestro consentimiento. Podemos construir nuestro guión personal ante nuestro propio dolor y debemos elegir una actitud de compromiso moral ante el dolor del prójimo. No conviene elegir el olvido o la indiferencia.
No hay que hacer un homenaje al dolor pero hay que humanizarlo, ya que nos confronta con nuestra propia esencia. Es decir con la vulnerabilidad, dependencia y con la indefensión, que siempre nos acompañan en nuestro viaje. Hay que elegir ver y sobre todo mirar solidariamente el dolor de los demás.
Es desde ahí de donde nace el consuelo. No olvidemos que el dolor no consolado es una triple carga. Todos tenemos una raya a la cual llegar. La muerte no llega ni antes ni después. llega cuando le place.
Somos fruto del azar y de mil casualidades y no somos dueños de nada. No importa ni debemos frustrarnos ante la muerte. morir es un instante, no así el proceso de morir que puede ser largo y doloroso.
Como dice Stefan Zweig “no basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre delante. Entonces la vida se hace más solemne, mas importante, mas fecunda y alegre”. El pasado es irrecuperable. Y como dice un sabio “la viuda solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero solo puede ser vivida mirando hacia delante”. Otro sabio nos recuerda que “nadie envejece por vivir, sino por perder el interes de vivir”. En fin uno debe de tener temor a la vida no a la muerte. Creo que estas reflexiones nos pueden ayudar a elegir construir una navidad del 2015 diferente.
La navidad es una caja de resonancia emocional, que nos sobreestimula interna y externamente. los duelos por los ausentes, el navajeo de los conflictos familiares que vuelven a emerger, el estrés que nos generamos con nuestras compras y comidas, el mensaje publicitario masivo que nos colapsa, la confrontación y la no concordancia, entre el look del espíritu navideño y nuestros propios sentimientos o emociones, la impostura emergente que nos cabrea, la obligación de hacer cosas que no deseamos etc. Hay muchos motivos y cada uno tiene el suyo. pero uno se lo puede montar como elija. Como decía Toni de mello “un agravio no significa nada sino insistes en recordarlo”. podemos elegir la tolerancia (armonía en la diferencia), el perdón, la generosidad, la solidadaridad, la abstinencia del mamoneo y del despelleje del prójimo, la prudencia en las compras y en las comidas, el no contaminar emocionalmente, el generarnos un estrés positivo, el comportarnos de acuerdo a nuestras creencias espirituales o religiosas que ponen énfasis en el mensaje de esperanza de la fe que profesan y no en el escenario que les rodea, el vivir el aquí y el ahora con nuestros familiares, el dejarnos invadir por la ilusión de nuestros hijos y nietos, el elegir una navidad al menos agridulce, el compatibilizar nuestra añoranza y el recuerdo de los que se han ido con la celebración compartida con los que están etc… En fin el menú es amplio.
Una navidad perfecta solo se da en las publicidades de TV, de los hipermercados, en las pelis y en nuestros sueños. Hay muchas formas de expresar afecto (cuidar, palabras de afecto, tocar calidamente y compartir tiempo de calidad). Es elección nuestra optar por reducir nuestro amor a un solo lenguaje. O elegir externalizar la rabia, la culpa, la mala leche, la envidia, la amargura, la desesperación etc.
Caminen una hora, con sol y sin gafas protectoras, reconéctense con su amigos, lean, concédanse un rato de autocuidado, saboreen esos platos que solo se hacen en estas fechas y que están en nuestra memoria afectiva, cocinen si saben para los que quieren, reduzcan al sobre exposición a la TV y a las redes sociales, confíen en la lotería del niño sino les ha tocado la de navidad, compren un cupón de la once, hagan un donativo a una ONG, practiquen el voluntariado, beban un buen vino mallorquín, brinden con cava catalán ( se lo merecen y lo necesitan) en fin, como dice el Eclesiastés.
Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el cielo. les sugiero que se ennaviden y que utilicen más que nunca ese mantra endorfinico y serotoninérgico del mallorquín, eso si mirándose a la cara, “MOlTS D´aNYS”.