Se estima que la gripe causa en España más de 1.000 muertes al año, aunque algunos años esta cifra alcanza las 4.000 defunciones.
El virus de la gripe tiene una gran capacidad para cambiar su estructura (mutación) lo que facilita su propagación anual mediante epidemias de gripe, ya que es difícil generar defensas.
Los virus de la gripe se transmiten a través de las pequeñas gotas que salen de la nariz o de la boca cuando una persona enferma de gripe tose o estornuda sin taparse la nariz y la boca con un pañuelo. Estas pequeñas gotas y los gérmenes que contienen pueden propagarse a las personas que las respiran.
También si una persona tose o estornuda en la mano, estas pequeñas gotas y los gérmenes que contienen pueden transmitirse de su mano a cualquier superficie que toque y pueden sobrevivir en esta superficie durante un tiempo. Objetos cotidianos como barandillas, manivelas de puertas, teclados y ratones…
Cuidado con las superficies
Si otra persona entra en contacto con estas superficies y después se toca la cara, los gérmenes pueden entrar en su organismo e infectarse. En ocasiones la infección por el virus de la gripe no produce síntomas pero aun así se puede transmitir la enfermedad desde un portador aún sin la enfermedad.
Los síntomas de la gripe son fiebre alta de hasta 39ºC, malestar general, estornudos, escalofríos, dolor muscular y tos. También puede haber aumento de la secreción nasal, dolor de garganta, náuseas, vómitos y diarrea ya que en ocasiones el virus ataca al aparato digestivo, ya que se distribuye por todo el cuerpo.
Suele durar de 5 a 7 días aunque algunos de los síntomas suelen durar entre dos y tres semanas. Durante la temporada de gripe, (otoño y especialmente en invierno) los síntomas de otras infecciones respiratorias, como el resfriado común, pueden ser confundidos con la gripe. Es por ello bueno preguntar al médico.
El diagnóstico de la mayoría de los casos es suficiente con el criterio clínico (síntomas), aunque en algunos casos se pueden tomar muestras para su diagnóstico en el laboratorio. El contagio puede comenzar en las 24 horas anteriores a la aparición de los síntomas y durar hasta 7 días después de la aparición.
En los niños el tiempo durante el que pueden contagiar el virus puede ser algo más prolongado, incluso una vez desaparecidos los síntomas de enfermedad. Algo de lo que avisan los expertos, redundando en la necesidad de que esos casos pediátricos estén especialmente bajo la vigilancia del médico.
Es importante saber que la vacuna de la gripe protege frente a la infección por el virus de la gripe y no frente a las enfermedades causadas por otros virus respiratorios, por lo que una persona vacunada tiene la misma probabilidad de padecer estos catarros no gripales que una persona no vacunada.
La vacuna de la gripe aun siendo la mejor herramienta con la que contamos para prevenir la gripe, no es perfecta; es por ello que incluso en personas correctamente vacunadas puede producirse un cuadro gripal. La efectividad es del 50%-65% lejos de la que tienen otras vacunas, como la del sarampión, del 95%.
Hacen falta 15 días para lograr que la vacuna comience a proteger, por lo que si una persona está incubando la gripe en los días anteriores o inmediatamente posteriores a la vacunación, la vacuna no protegerá. A pesar de ello la vacuna de la gripe es actualmente la mejor forma de prevenir esta enfermedad.
También se debe tener en cuenta que aunque la protección no sea perfecta, en general, el cuadro gripal que presenta una persona vacunada es mucho menos grave que si no se hubiese vacunado.
O sea, que en los casos en los que no ‘salve’ de la gripe, al menos sí que hace que ésta sea más llevadera.
Además de la vacuna también hay medidas que pueden protegernos frente a la gripe. Medidas personales: Cubra su boca y nariz al toser y estornudar con pañuelos de papel y tírelos a la basura.
Si no tiene pañuelo de papel, tosa y estornude sobre la manga de su camisa para no contaminarse las manos.
Evite tocarse la cara
Evite tocarse con las manos los ojos, la nariz o la boca. Lávese las manos frecuentemente con jabón (durante 15- 20 segundos), y sobre todo después de toser o estornudar. No comparta objetos personales, de higiene o aseo (vasos, toallas…), todo ello con el objeto de alejarse del contacto accidental con el virus.
Medidas en nuestro entorno: Ventile diariamente la casa, habitaciones y espacios comunes. Limpie con frecuencia las superficies y objetos de uso común con productos de limpieza habituales (ropa, vajilla, encimeras, baño, pomos, juguetes, teléfonos…). De este modo contrarrestará la presencia de virus.
Para prevenir la propagación del virus es importante seguir estos consejos: Medidas de higiene para todos (para evitar contagiar y para evitar ser contagiados): Lavarse las manos con frecuencia. Ésta es la mejor medida higiénica para protegerse de la gripe ya que las gotitas que se emiten.
Y si en el aire esas gotas duran poco también pueden depositarse en superficies (de muebles, pomos, objetos…) donde el virus puede permanecer de horas a días: por eso es importante limpiar más frecuentemente (a diario) estas superficies con los productos de limpieza habituales.
También se aconseja taparse la boca y nariz al estornudar o toser y evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca. Si se tiene gripe y si es posible es mejor quedarse en casa 7 días y evitar los lugares donde haya mucha gente. Si no se tiene, evitar los lugares donde haya mucha gente ya que es más fácil contagiarse.
La vida saludable previene
Hay que dormir bien, tener una alimentación saludable, beber agua, llevar una vida físicamente activa y evita las bebidas alcohólicas y el tabaco.
Si se dan síntomas de la enfermedad, contactar con los servicios sanitarios llamando al 112. No se ha comprobado que el uso generalizado de mascarillas reduzca la epidemia.
La mayoría de los procesos gripales cursan sin gravedad, por lo que en ellos únicamente está indicado el tratamiento de los síntomas (reposo, beber suficiente líquido, evitar el consumo de alcohol y tabaco y medicinas destinadas al alivio de síntomas, especialmente analgésicos para reducir el dolor).
También existen medicinas específicas frente al virus de la gripe, los antivíricos, entre los que se encuentran el oseltamivir y el zanamivir. Estas medicinas solo se utilizan en pacientes con procesos gripales graves o susceptibles de serlo y con supervisión médica, huyendo siempre de la automedicación.
Si usted no pertenece al grupo de personas en las que está indicada la administración de antivíricos es porque no los necesita. Por otra parte su uso sin prescripción médica aumenta las posibilidades de que se produzcan resistencias y no se puedan utilizar incluso en los casos graves.
Los antivíricos son eficaces frente a la gripe común para reducir la duración de los síntomas y para evitar complicaciones leves y graves, siempre que se administren con los primeros síntomas.
La gripe es un proceso causado por un virus que no se cura con antibióticos que solo se usan cuando hay riesgo de una sobreinfección por otros gérmenes.