Termina la comisión parlamentaria, ha terminado la comisión parlamentaria, y se me hace fácil decir que no volveré a hablar sobre ella. Y se hace sencillo porque hablar de ella es hablar de ellos y de sus palabras, de sus reacciones y de cómo utilizan su trabajo de representación para denigrar y contribuir a ese negocio suyo que es echar mierda al contrincante a nuestro cargo para seguir viviendo a nuestro cargo.
Veo a Diéguez -por poner un ejemplo fácil de hombre previsible, un auténtico abrefácil- y veo la ancianidad del sobresueldo a mi costa, un profesional del sueldo público a escote, mitad hombre mitad insulto público sin necesidad de examinarse. Dice Diéguez, ha dicho Diéguez, que el hospital de Son Espases es el “sarcófago de la corrupción”, como si él no lo hubiera creado con sus votos a su imagen y semejanza, como si no hubiera consentido este faraón con su voto y con su voz su construcción, como si él no fuera su senil alfa y omega, su principio y su fin, con sus finales lleno de accesos y cemento, con sus modificados, sus acabados y su canesú. Debe ser la edad la que permite que te olvides de que si tu no hubieras querido, ese ataúd no se hubiera construido nunca, de que podrías haber indultado esa muerte ahorrándote la caja. Debe ser que con los años va perdiendo fuelle esa caja de finales y terminas olvidando que por lo menos pudieras no haber sido cómplice de toda esa construcción tras la promesa incumplida de no hacerlo. Debe ser que pudieras, por dignidad, haberte ido a tiempo de que años después, tuvieras que jugar a hacer que conservabas una ápice de dignidad mientras cobrabas tu sueldo de diputado.
Ahora resulta que el viejo político a sueldo ve un sarcófago en el único lugar en el que se resucita a los muertos: un hospital. Ahora resulta que tiene una visión llena de morgue y de intereses, una visión que le permite -sobre todo- seguir cobrando generosamente su sueldo mientras se descojona denunciando corrupciones prescritas. NO hablaremos de eso, pero sorprende la torpeza de intentar relacionar un sarcófago con la putrefacción, porque precisamente ese es el único lugar donde se impide.
No sé si vieja, pero por el mismo acabado, por los mismos viejos accesos cimentados sobre el puente de cemento más largo de Europa, y por los mismos cambios de sentido circulaba Fina Santiago cuando fue cómplice igualmente de esa construcción. ¿Salió del gobierno por el incumplimiento de sus socios de gobierno? ¿Se le ha olvidado lo que tuvo oír con sus oídos indignos de todos aquellos colectivos dispuestos siempre a ser nuestros salvadores y que salvaban la Real? ¿NO recuerda la palabra traición? ¿Sabría declinar en griego el caso traidora?
Le traicionó a Santiago la hipérbole de intentar definir al PP como una banda, como puro “crimen organizado”, y si no es así quizá pudiera explicarnos a todos por qué si tanto sabia sobre lo ocurrido ha esperado desde el 21 de Julio de 2006 para hacer como que denuncia lo que ahora le parece tan grave.
Terminar con el PP pidiendo la investigación de la adjudicación de los accesos por presunta corrupción del PSOE y de los socios que sustentaban ese gobierno es empezar por el final, por lo que ya sabíamos, por lo que ya se había dicho antes de la comisión. Entonces para qué. Entonces por qué. Terminar con el PP es certificar que son todos, definitivamente, espesos ¿Para qué entonces todo ese paripé, Mabel? ¿qué puede esperarse de un gobierno que dispara sin balas teniendo la llave de la caja de las municiones? ¿has revisado una a una las facturas? ¿Están justificados los millones de esos accesos?
A ver cuando llega el tiempo en que la derecha se de cuenta de que ese no es el camino, que no quedan modificados que lleven hasta esa plaza patines donde duerme agazapada la garra afilada de la fiscalía. Terminará siendo ese tigre que no come lejos, y no, esperen acontecimientos.