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“El médico forense se enfrenta a la capacidad del ser humano para la simulación, el fingimiento y el engaño”

MIQUEL TIMONER. ESPECIALISTA EN MEDICINA LEGAL Y FORENSE
MIQUEL TIMONER. ESPECIALISTA EN MEDICINA LEGAL Y FORENSE
Miquel Timoner Vidal (Alaior, Menorca. 1943) es Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Barcelona y especialista en Cirugía General, Traumatología y Cirugía Ortopédica y Medicina Legal. Durante la carrera entró ya en el departamento de Urgencias del Hospital Clínico como alumno interno, donde llegó a ser subjefe de equipo de Guardia. Razones familiares le condujeron posteriormente a Mallorca, donde obtuvo por oposición una plaza de médico forense, actividad que ha simultaneado con la práctica de la cirugía -tanto en el ámbito de la sanidad pública como de la privada- durante las últimas cuatro décadas.

-¿Qué recuerda de aquellos primeros años en el Hospital Clínico de Barcelona?

– En ese etapa pude asistir a grandes cambios en el ámbito clínico, desde la llegada de los primeros respiradores artificiales hasta la irrupción de la cirugía cardíaca -entonces con hipotermia profunda- y la creación de las unidades de enfermedades coronarias hasta el riñón artificial, los trasplantes renales o las rudimentarias laparoscopias, sin olvidar la llegada de los nuevos tratamientos de shock con la medición de la presión venosa central, entre otros avances. Bajo la dirección del Dr. Sánchez Lloret realizábamos las operaciones de Cirugía Especial en el Hospital del Valle de Hebrón, los sábados por la tarde -sin cobrar- mientras yo seguía formándome en otros ámbitos, a fin de adquirir una formación polivalente pensando en un futuro ejercicio médico “aislado” en Menorca. Durante tres años y medio tuve como jefe directo al Dr. Florentino Rivas, hombre de gran experiencia y habilidad tanto diagnóstica como quirúrgica y con una capacidad de trabajo asombrosa. Nuestra formación práctica también incluía las anestesias generales, ya que no había anestesistas de plantilla en Urgencias y esa labor la realizábamos nosotros. Fue una magnífica etapa, que me permitió empaparme de lo que en Medicina llamamos Escuela, que es bastante más que una suma de conocimientos.

-Una experiencia realmente muy provechosa…

– Sin duda. El equipo al que me incorporé estaba encabezado por el Dr. Ramon Balius; en aquellos equipos existía una jerarquía de conocimientos y experiencia altamente didáctico, de manera que el jefe (Médico de Guardia de Urgencias- Cirugía, se denominaba el cargo) era una persona ya formada y con experiencia (generalmente también profesor), que tenía a sus órdenes a médicos con diferente formación y experiencia y también a varios estudiantes internos. Allí se aprendía con un sistema escalonado, parecido a los MIR de ahora, pero empezando ya en la etapa de pregrado. En aquellos años trabajar y formarte en el Hospital Clínico era una verdadera garantía.

-¿Cómo llega a médico forense?

– La medicina legal no era mi prioridad, pero estaba casado, tenía una hija y surgió la posibilidad de presentarme a unas oposiciones a forense que se convocaron en 1970 y que aprobé. Un año más tarde vine a Mallorca con mi familia e inicialmente me destinaron a Manacor, a cubrir una vacante, para a continuación (1972) asignarme al juzgado nº 2 de Palma. Entonces apenas éramos cuatro forenses en la capital, más uno en Inca y otro en Manacor; ahora, en cambio, hay diecisiete sólo en Mallorca.

-La expresión médico forense tiene una resonancias lúgubres….

-La gente asocia nuestra profesión con la muerte, pero los fallecidos apenas representan un 5% de nuestros casos. Los forenses evaluamos los daños ocasionados en el transcurso de una acción criminal, o bien el estado psicológico de una persona inmersa en un conflicto legal….A menudo recibimos presiones e incluso amenazas de muerte, por ejemplo cuando impedimos que una víctima de lesiones prolongue su dolencia para obtener un beneficio económico o bien perjudique al agresor forzando ilícitamente un agravamiento de la pena. Tenga en cuenta que un hecho punible era considerado falta o delito en función del tiempo que tardaban en sanar las lesiones, de ahí la importancia de nuestra labor. Ahora esta gradación depende de los días que se precisa asistencia facultativa.

-¿De quién depende orgánicamente un forense?

– Cuando yo empecé dependíamos del juez de instrucción, ahora el forense está adscrito al Instituto de Medicina Legal, un organismo de la Administración de Justicia. Entonces el forense era un asesor directo del magistrado, pero actualmente este trato está muy mediatizado por la intervención del instituto y la relación entre juez y forense no es tan directa, se ha burocratizado. La gente ignora que el forense, una vez jubilado, sigue deponiendo e informando ante los tribunales en aquellos casos para los que previamente ha redactado informes y aunque esté jubilado es llamado, en su calidad de perito de la administración de justicia, para explicarlos cuando se celebran los correspondientes juicios, aunque sea muchos años después. Eso no ocurre en ningún otro ámbito de la administración pública, pero no suelen darnos ni las gracias.

-¿Un forense ve muchas cosas que preferiría olvidar?

– Cosas que te dan verdadera lástima, y no hablo ahora de las autopsias, sino de personas en estado de degradación (alcohólicos, drogadictos); gente socialmente estigmatizada que no tiene recursos para volver a salir a flote; podías comprobarlo de primera mano cuando, por tu condición de forense, ejercías como médico de la prisión provincial. Otras veces a lo que te enfrentas es a la capacidad del ser humano para la simulación, el fingimiento y el engaño, e incluso para la amenaza directa cuando se desbaratan sus planes de vulnerar la ley. Asimismo, hasta hace poco el informe sobre la imputabilidad o no de un procesado -que preceptivamente emitía el médico forense- era fundamental en el proceso penal.

-Sin embargo, como usted mismo afirma, la parte más conocida de su trabajo tiene que ver con el estudio de personas muertas…

-Así es. Por ejemplo trabajamos mucho con los suicidios; recuerde que hasta la reforma del código penal la tentativa de suicidio era un delito, así que había que determinar si quien sobrevivía a un aparente intento de quitarse la vida era responsable o bien había sido un accidente, había que hilar muy fino porque estaba en juego la libertad de la víctima. Una novedad importante han sido las huellas genéticas -primero con las enzimas y proteínas específicas y luego con el ADNpara encontrar e identificar personas y parentescos, aunque en ese campo tienen un mayor papel los laboratorios que los forenses de a pié.

-En el esclarecimiento de los delitos sexuales su papel también es fundamental….

– Siempre han sido frecuentes los delitos sexuales en Mallorca. Al inicio de mi carrera eran habituales las denuncias por violación efectuadas por jóvenes extranjeras antes de terminar sus vacaciones; jóvenes que temían quedar embarazadas y que, con el certificado de que habían sido violadas, podían abortar en sus países de origen. También había denuncias presentadas por chicas mallorquinas que, después de una noche de juerga que se había desmadrado, acusaban a sus novios de haber abusado de ellas para evitar las represalias de los padres. Tanto en un caso como en otro esas denuncias a veces eran ciertas y otras no, y el trabajo del forense era precisamente descubrirlo, porque las consecuencias de una denuncia por violación eran y siguen siendo muy graves.

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