NO ha sido difícil titular este artículo. Simplemente ha habido que dejar las minúsculas y cambiar a Sansa por Bauzá, poner a los de arriba abajo y a los de abajo a arriba, incluir a un presidente que –ahora lo sabemos, paradojas de la vida- vivía en un círculo. Ha sido fácil avisar a los que el partido popular colocó por debajo de Sansaloni de que no los hubiera vuelto a colocar, pero ya no hará falta. Ahora se irán todos a la calle, y puede que esa fuera la predicción correcta en aquel momento, el verdadero titular que habría que haber puesto la pasada publicación. Ahora llega el tiempo de los técnicos, el tiempo de los expertos y de los tecnócratas, el tiempo en que se queden muchos de los que están. El tiempo en que los que fueron colocados por el PP y que no lo eran siéndolo confirmarán lo que todos sabíamos: que ell@s, no siendo, no eran de nadie. Y ahora mucho menos que antes: su sueldo y sus ganas de pintarla les va en ello.
Escribo después, justo después de que el Partido Popular haya perdido las elecciones autonómicas, y municipales. Escribo después de que se haya desmantelado el estado del bienestar de ese partido, y de que haya caído por debajo de cualquier expectativa que no fuera la encuesta que el CIS escribió para nosotros hace semanas y en la que clavó el resultado que hoy tenemos. Hoy, por el contrario, tenemos clavado a un PP y tenemos a una sanidad de ultraizquierda, nacionalista, antisistema y catalanista que nos gobierna desde la lengua hasta el tuétano. Será divertido. Es lo bueno que tiene tener elecciones, que te levantas por la mañana y eres otro como más rojo. Enhorabuena a todos los que han perdido. No es fácil hacerlo sin querer, pero más difícil es hacerlo cuando una vez que te avisan sigues haciendo lo mismo que hacías.
Siguiendo las instrucciones de mi editor (omitiremos su nombre por si está en la frontera con Venezuela) escribo estas letras de despedida después de los resultados electorales. Espero hasta la celebración de las elecciones para escribir el artículo a la velocidad a la que te permite Podemos, que es mi gracia mañanera en casa que mis hijos no terminan de entender. Cualquier cosa de la que uno huye, cualquier espacio al que uno renuncia, cualquier prisa que te asalte tiene la explicación correcta en que te persiguen los antisistema, en que ya han empezado a descontarte de tu sueldo la parte proporcional a lo que se necesita para subvencionar esas grandes reservas ideológicas que nos esperan como un maná a todos los ciudadanos de las islas baleares. Mucho más si eres sanitario: jamás se habrá visto una dotación sanitaria, un regalo de medios y personas como la que veremos. Eso han prometido. Eso tendremos que verlo.
He dormido plácidamente. He regresado a una regresión sin pausa al sitio que fue mi recreo hace ocho años y me dispongo a esperar. Espero que pasen los siguientes cuatro años sanitarios sabiendo que ni Santiso ni Pita da Veiga van a ser Consellers de Sanidad, esto es, con la tranquilidad de no tener que ponerlos a parir porque son más de lo mismo de un Partido Popular que ha sido inexistente en materia sanitaria para casi todos los suyos excepto para los que no lo eran y han vivido estos cuatro años pasados como si lo fueran. Es lo que tiene la asepsia y no saber de lo básico ni para situar a tus enemigos. Es lo que tiene haber prescindido de un corpus de gente leal y con la suficiencia ideológica como para sentirse enemigo en su propia casa.
Rememorar los ejemplos sería hacer un árbol de la madera caída, recordar cada una de las críticas que hemos hecho desde aquí y que más de uno y más de una pensó que eran cuitas de tipo personal, viejas aspiraciones de un salvaje dispuesto a todo por nada. El resultado ahí está. El Ib-Salut tantas veces nombrado, y el resto, también.
Los que siempre estaremos sabemos que igual que nunca es tarde nunca fue demasiado pronto para ser lo que fuimos, que es exactamente lo que somos. Aquí os espero mientras los espero. Hasta entonces.