De hecho, es recomendable una visita anual. Antoni Nadal, Dermatólogo del Hospital de Llevant así lo explica: “habitualmente para un paciente sin factores de riesgo es suficiente con acudir una vez al año”.
Los factores de riesgo para padecer un melanoma son diversos. Primero la excesiva exposición al sol sin protección o haber sufrido quemaduras solares, especialmente con ampollas.
Tener la piel clara y los ojos azules puede ser otro factor de riesgo, pero aunque el melanoma es más común en personas que tienen la piel clara, gente con piel oscura también puede desarrollar un melanoma.
También se es más propenso a padecer melanoma si alguno de sus parientes cercanos (padres, hermanos o hijos) ha tenido melanoma. Tener más de 50 lunares o si le han dicho que tiene lunares atípicos es otro factor de riesgo. Y por último, el hecho de haber tenido un melanoma anteriormente.
Aunque los lunares sean un factor de riesgo, no hay que alarmarse; no todas las lesiones oscuras son malas ni potencialmente malignas, de hecho “la inmensa mayoría son buenas.
Uno de los tipos más frecuentes son las llamadas erróneamente ‘verrugas’, las queratosis seborreicas que, aunque feas, no malignizan. Los lunares, lentigos y nevus melanocíticos sin atipia clínica son otras lesiones frecuentes con potencial de malignización bajo”, explica el dermatólogo AntoniNadal.
Así pues, no hay que alarmarse pero tampoco hay que bajar la guardia, lo que se debe hacer con los lunares es vigilarlos.
Este control incluye autovigilancia y consultas regulares a un dermatólogo, mucho mejor si van acompañadas de fotografías o imágenes. Los lunares, es decir, las lesiones melanocíticas, pueden convertirse en melanomas, pero en general es poco frecuente y, según el dermatólogo del Hospital de Llevant, por “nuestra experiencia, podemos decir que es más típico que la lesión maligna aparezca sobre piel sana”. Así pues, cuando aparezcan nuevas lesiones en la piel es recomendable acudir inmediatamente al dermatólogo.
El melanoma es un tipo de cáncer mortal, por consiguiente, los melanomas son “muy malos”. Ahora bien, hay que tener en cuenta a qué “se llama melanoma a un grupo de lesiones que en realidad es variado y heterogéneo y que, por tanto, cada subtipo puede comportarse de manera muy diferente.
No es lo mismo un lentigo maligno de un anciano que un melanoma nodular en la espalda de un hombre de 50”. En cualquier caso el futuro en la detección y cura de esta enfermedad es esperanzador ya que “los avances en genética nos permitirán definir cada subtipo, es decir, poner un ‘apellido’ al ‘nombre’ melanoma, orientándonos hacia unas terapias más efectivas y a un pronóstico más certero”, añade el Dr. Nadal.
Tratamiento quirúrgico
Cuando se detecta un melanoma el tratamiento suele ser quirúrgico. Si se detecta a tiempo, y el melanoma tiene un Índice de Breslow bajo, es decir, es poco grueso, la intervención quirúrgica suele ser curativa. Por el contrario, “si el diagnóstico es tardío puede ser necesaria una cirugía ganglionar y las terapias con agentes biológicos”, señala el especialista.
Como en todos los casos de cáncer, la detección precoz del melanoma es fundamental para superar la enfermedad. De hecho, según datos de la Academia Española de Dermatología y Venereología, la reducción de la mortalidad de los melanomas, que ha disminuido de un 90% a un 20%, responde a diagnósticos “más precoces y más precisos”. Por esta razón es tan importante visitar al dermatólogo al menos una vez al año para controlar estas lesiones.
Los melanomas son producidos con frecuencia por el sol, pero no necesaria y únicamente. Según explica el especialista en Dermatología del Hospital de Llevant, “algunos tipos de melanoma aparecen en la planta de los pies, o en los genitales femeninos (lugares no expuestos al sol). De todas formas y aunque menos malignos, los carcinomas basocelulares, carcinomas escamosos y queratosis actínicas son mucho más frecuentes que los melanomas”.
¿Hay que tener entonces miedo al sol? En opinión del Dr. Nadal, más que miedo “hay que tenerle respeto. A veces da la impresión que los dermatólogos demonizamos al astro. Nada más lejos de la realidad. El sol es necesario, incluso beneficioso para determinadas patologías y para un normal funcionamiento del cuerpo. El problema es que, como todo, en demasía resulta perjudicial. Vivimos muchos años y, aunque la piel se va renovando (es uno de los órganos con mayor renovación) sigue siendo la misma y puede ir acumulando daños”.
Para evitar los peligros del sol sobre nuestra piel la mejor solución son los protectores solares, pero hay que aplicárselos, como recuerda Nadal, “dentro del bote no funcionan. Hay que ponérselos, y suelen ser engorrosos. O lo eran, de cada vez son más cosméticos, incluso para los hombres que tenemos vello. Así pues hay que aplicar la cantidad adecuada y repetir la aplicación también es importante”, concluye el especialista.