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“Los nuevos psicofármacos han sido un antes y un después en la historia de la terapéutica psiquiátrica”

BARTOMEU MESTRE. PSIQUIATRA
BARTOMEU MESTRE. PSIQUIATRA
Bartomeu Mestre Mestre (Palma 1940) es licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Barcelona. A los seis meses de terminar su carrera la Real Academia de Medicina y Cirugía le concedió el premio Dr. Porcel y lo nombró Académico Corresponsal en atención a su expediente académico. Es especialista en Psiquiatría, Neurología y Neurofisiología clínica. Muy vinculado, por tradición familiar, a la rama de la medicina relacionada con la salud mental, ya que su padre fue un eminente psiquiatra isleño, Bartomeu Mestre ha desarrollado una larga trayectoria profesional, en su momento como médico psiquiatra del Hospital Psiquiátrico de Palma. Ha sido uno de los pioneros en la atención psiquiátrica infantil desde 1966, como médico psiquiatra del Centro de Diagnóstico y Orientación Terapéutica dependiente del Patronato Nacional de Asistencia Psiquiátrica hasta 1977, cuando obtuvo por oposición la plaza de Director del mismo. En 1972 fue nombrado Vocal titular de psiquiatría en la Unidad Provincial de Minusválidos y en 1975 designado Consultor Asesor de la Comisión técnica calificadora del Instituto Nacional de Previsión. En 1974 obtuvo por oposición la plaza de Jefe de Servicio de electroencefalografía de la Clínica Universitaria de Son Dureta. En 1990 fue nombrado Jefe de Salud Mental de la Consellería de Sanidad y Seguridad Social, desde donde colaboró activamente en diversos planes de salud mental de nuestra Comunidad. En la consulta privada, que durante años gestionó conjuntamente con su padre, se realizaron los primeros electroencefalogramas en el ámbito isleño, que después se incorporaron, progresivamente, al catálogo de prestaciones clínicas de la sanidad pública.

-¿Eligió usted la Psiquiatría por vocación, o en cierta manera por una inevitable influencia familiar?

-Fue una opción compleja. La psiquiatría siempre fue mi especialidad preferida, y además sabía que si la elegía dispondría de innumerables ventajas adicionales, ya que el enorme prestigio que tenía mi padre en muchos ámbitos sociales me facilitaría mi relación con ellos, pero también era consciente de que más pronto o más tarde surgirían, inevitablemente, las comparaciones -a favor o en contracon una figura excepcional como era la suya, y eso, para bien o para mal, probablemente me acompañaría a lo largo de toda mi vida. A pesar de ello, decidí aceptar el riesgo.

-¿Hasta qué punto la salud mental era, en el momento en que usted comenzó a ejercer, la “hermana pobre” de la medicina en cuanto a los recursos?

-No puedo comparar los recursos de que disponían entonces otras ramas de la medicina, aunque mi impresión personal es que en aquellas fechas había más de una “hermana pobre” en la sanidad, la masificación de enfermos en hospitales psiquiátricos era una realidad y quienes más deseábamos resolver esta situación éramos los profesionales que tratábamos con ellos, aunque resultaba muy difícil y apenas disponíamos de recursos alternativos. En cuanto al tratamiento ambulatorio, a mi modo de ver era francamente mejorable por tres motivos: en primer lugar, por el escaso número de facultativos; en segundo lugar, por un horario de trabajo muy reducido y, finalmente, por tener que atender a los pacientes psiquiátricos y también a los neurológicos, porque la especialidad asignada se llamaba neuropsiquiatría.

-¿La sociedad en general- y la isleña en particular- ha dejado de lado sus enfermos mentales, o al menos ha tendido a ocultarlos?

-Si hablamos de enfermos hospitalizados (generalmente los más graves), cuyas patologías a menudo afectaban de manera severa a su entorno familiar o social más directo, es evidente que la hospitalización del paciente aliviaba un poco la problemática y sufrimiento que representaba convivir con él. Esta realidad no era exclusiva de la sociedad isleña; en su momento un estudio realizado por la fundación ARGIBIDE en Navarra indicó que mientras un 9 % de pacientes hospitalizados tenían algún tipo de contacto con familiares o amigos una vez a la semana, otro 69 % no recibía, en cambio, visita alguna.

-¿Existe una atención psiquiátrica de “dos velocidades” en función de los recursos del enfermo o la salud mental está al alcance de todo del mundo?

-No creo que exista la menor diferencia entre la asistencia psiquiátrica y la que se pueda destinar a cualquier otra rama de la medicina. La gente en general desconoce la gran cantidad de recursos disponibles en este ámbito, tanto humanos como técnicos, y sobre todo ignora lo más importante, como es la diversificación de sus servicios y las líneas de interconexión entre ellos, de tal manera que, cualquiera que sea su dolencia, el enfermo mental siempre encontrará una respuesta sanitaria. Para constatar el cambio espectacular que se ha producido en el ámbito de la atención psiquiátrica basta recordar que la mayoría de Hospitales Generales disponen actualmente de un psiquiatra de guardia.

-¿Los avances farmacológicos han cambiado de manera substancial las terapias en el ámbito de la psiquiatría y han abierto más alternativas para los enfermos?

-De una forma total y absoluta. Los nuevos psicofármacos descubiertos en la década de 1950-1960 (y los que vinieron después) representaron un antes y un después en la historia de la terapéutica psiquiátrica. Con ellos se mejoró la calidad de vida de los pacientes y en ocasiones incluso salvó su vida, además de ser la llave para abrir las puertas de los Hospitales Psiquiátricos a muchos enfermos que, si no hubiesen tenido acceso a esos fármacos, quizá hubiesen permanecido allí indefinidamente. Con el tiempo han ido apareciendo otros fármacos nuevos que han ido mejorando en eficacia y disminuyendo en toxicidad y efectos secundarios, e incluso algunos han ampliado su campo de actuación, aunque no debemos olvidar que el tratamiento farmacológico debe ser complementado con las terapias que los facultativos consideren oportunas para cada caso.

-¿Usted ha participado activamente en el estudio y diseño de un Plan de Salud Mental isleño… ¿qué recuerda de este trabajo y cómo valora sus frutos?

-En realidad se han redactado varios planes de salud mental. Yo intervine en la confección de uno como vocal y como secretario del Comité Técnico en el otro. Mis recuerdos en ambos casos son muy agradables y siento una gran nostalgia del tiempo que trabajé en ellos, rodeado de compañeros que eran todos extraordinarios profesionales y mejores personas. Éramos un grupo de expertos que compartíamos ilusiones e ideales, conscientes de que, en parte, dependía de nosotros modernizar todo lo referente a la asistencia psiquiátrica de nuestra comunidad y elevarla a su máximo nivel en todos los ámbitos, al margen de las limitadas posibilidades presupuestarias de que disponían las instituciones que, en su caso, deberían llevar a la práctica nuestras propuestas.

-Usted tiene dos hijos médicos. ¿Habrá una tercera generación de psiquiatras con el apellido Mestre?

-Esta tercera generación ya existe desde hace varios años. De mis cuatro hijos -a excepción de Ernesto que es abogado y tiene su bufete en Palmatres son médicos: Gabriel, que es médico internista y realiza su trabajo en Barcelona, y los otros dos -Tomeu y Martín son y ejercen de psiquiatras en Mallorca, en su faceta pública y privada. Todos son excelentes profesionales y me siento muy orgulloso de ellos.

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