P.- Iba a empezar esta entrevista con una confesión, pero debo hacerlo con una felicitación: ¡74 años! Felicidades, ¿qué tal está, cómo lo celebra?
R.- Pues estoy bien. Disfruto de vivir. Ayer noche, a las 00.05, estando con unos amigos en Villafranca, me sacaron una tarta con una vela y lo celebramos. Y esta mañana cuando me he levantado, prontito, lo he hecho con muchas ganas de vivir y con una agradecimiento profundo a la vida.
P.- Decía que iba a comenzar esta entrevista con una confesión. Esta entrevista es grabada, no es directo. Cuando nuestros oyentes escuchen al presidente del Projecte Home en la sintonía de Salut i Força en Ib3 Radio [el 31 de agosto en torno a las 19.30] él no estará presente en persona, sino que estará participando de uno de los acontecimientos más importantes en el Proyecto, que no se pierde jamás: Un alta terapéutica.
R.- Así es. Una alta terapéutica es uno de los momentos más hermosos en Projecte Home. Es el momento en el que una o varias personas, que han invitado a ese acto a quienes ellos han querido, a aquellas personas que han sido significativas en su proceso –familiares, amigos, compañeros del Proyecto… –y en 10 o 15 minutos sintetizan lo que ha sido su proceso, por qué vinieron al Proyecto, qué han tenido que trabajar, cuáles han sido sus momentos críticos y sus momentos de alegría. Después de esas palabras, quienes quieran de entre los presentes, que estamos sentados en sillas, todos juntos, haciendo un círculo, a la misma altura, les aportamos nuestra visión, nuestra alegría y nuestra enhorabuena. Son momentos de una alegría y una emoción incomparables, cada vez.
P.- Ver a personas recuperar la vida…
R.- Sí, ellos saben qué problemas pueden tener, los instrumentos que pueden utilizar, porque han hecho experiencia de ello en el Proyecto, y con ello tienen toda una vida por delante. En las altas los chicos y las chicas emplean palabras que pueden parecer extrañas: hablan de resurrección, de volver a la vida.
P.- ¿Sabe qué me dijeron el otro día? Una persona del mundo sanitario me comentó que respetaba mucho el trabajo del Projecte Home pero que no creía que sirviera para curar a los toxicómanos. ¡Casi 30 años después aún hay personas, incluso profesionales sanitarios, que piensan así…
R.- Cuando empezamos, hace 28 años, una máxima autoridad de la Psiquiatría y de drogodepencias del momento me dijo: “mira, tú vas a tener todo el dinero que necesites, porque el Gobierno necesita que se monte esto en estos momentos en los que se habla tanto en los periódicos de las muertes por sobredosis, etcétera. Pero quiero que sepas una cosa, que nadie se cura.”
P.- ¡Caramba, qué golpe! ¿Y cómo reaccionó?
R.-Me paré y pensé que ‘ellos’ podrían necesitar que se montara Projecte Home, pero yo no quería entrar en ese juego. Lo que hicimos fue estudiar qué había por el mundo, qué se estaba haciendo. Vimos que había dos maneras de afrontar el problema. Una puramente medicalizada al cien por cien, de quienes creen que solventar un problema de drogodependencia solo puede ser con fármacos y otra línea, la de las comunidades terapéuticas, no solamente medicalizada, sino a nivel de salud total.
P.- Salud total, ¿cómo es eso?
R.- A nivel psicológico, a nivel social, a nivel fisiológico, Descubrimos esa realidad y que a raíz de ello hay mucha gente que está muy bien, lo crean o no lo crean. Habrá gente que esté mal, con la que se ha fracasado; habrá otros que a los dos o tres meses te dirán que están bien y que se van… Pero nosotros sabemos que la droga es solo la punta del iceberg de una realidad personal y que es eso lo que hay que trabajar. Y es que cuando una persona se da cuenta de quién es, de cómo es y de qué tiene que afrontar, es duro, es crucial en el proceso. Nosotros decimos: Ni somos el gigante de nuestros sueños, ni el enano de nuestros miedos. Somos personas, que viven y conviven, que pueden hacer un proceso con otros, personalmente y con otros. Cuando se quieren ir sin haber trabajado eso, te duele, pero les dices que las puertas siempre estarán abiertas.
P.- El miércoles 19 de agosto se inauguraba, tras un proceso largo y complejo, la nueva sede del Projecte Home. ¿Cómo es?
R.- Pensamos que debía tener ocho edificios distintos. Hasta ahora hemos trabajado en edificios que nos han prestado congregaciones religiosas y que hemos ido adecuando a nuestras necesidades, pero queríamos unas instalaciones que fueran nuestras, pensadas por nosotros. Teníamos claro que necesitábamos mucha luz, por eso hay 1.500 metros cuadrados de cristal. Tenía que haber verde. Y todo tenía que invitar a levantar la cabeza. La gente viene cabizbaja, triste, desesperanzada y tiene que levantar la cabeza. Tenían que ser unas instalaciones austeras, pero dignas y sostenibles. A una persona, por haberse drogado no hay que tirarla bajo un puente, hay que darle la oportunidad de estar bien.
P.- El proceso comenzó en 2007.
R.- Sí Tuvimos que parar durante dos años porque teníamos claro que lo que hiciésemos tendríamos que poder pagarlo. Un 49% de los costes es aportación del Govern y todo lo demás procede la sociedad civil, que ha respondido muy bien.
P.- ¿Qué alberga la nueva sede?
R.- Los 24 programas que tenemos. Todos se van a centralizar ahí, menos el programa de Ses Sitjoles, la comunidad terpéutica de Campos, que la mantendremos allí. Es el programa base, el histórico. El resto, los programas de diagnóstico, de reinserción, de exclusión social, etcétera. Nuestro reto es que cada grupo de cada programa haga de cada lugar ‘su casa’. El único punto en el que nos vamos a reunir todos es en el comedor. Cada lugar es apropiado para cada programa distinto.
P.- ¿Cómo han evolucionado las familias? Recuerdo en los años 80, cuando se tenía un hijo ‘yonki’, aquella desesperación, incluso aquel repudio, cuando ya no se podía más…
R.- Yo he llegado a comprender cosas aparentemente absurdas. Cuando ves los sufrimientos que causa (palizas, dinero, desesperación) una persona con problemas de aducción entiendes que una madre diga barbaridades como “solo deseo que le pase por encima un camión de diez ruedas”. Pues esa madre no se pierde ahora ningún acto del Proyecto y su hija está bien, fuera de las Islas, viviendo su vida. Es entonces cuando entendiendo el sufrimiento causado entiendes la alegría de cuando se recupera esa persona.
P.- Un hito de Projecte Home es cuando hace unos años, en atención a la realidad, nace Projecte Jove, porque cada vez eran más jóvenes las personas que empezaban a drogarse.
R.- Creamos un programa terapéutico pero más que nada educativo. Y es muy bonito ver altas terapéuticas, como la última, de una niña de 18 años, de la que sabes que ya ha superado el problema.
P.- ¿Cómo ha evolucionado el perfil del usuario, desde aquel ‘yonki’ de los años 80?
R.- Si tenemos 24 programas distintos es en parte en relación a los distintos perfiles. Sigue existiendo el ‘yonki’ tradicional puro y duro, sin estructura familiar, personal, social o laboral. Y para ellos tenemos un programa. Pero hay muchos otros perfiles. Uno de ellos es el adicto normalizado, personas que están trabajando, y en cualquier tipo de trabajo, no solo manual o de baja formación, sino con carreras. Para ellos creamos programas solo de tarde, porque son personas que están trabajando y que vienen de este modo con total anonimato. Hay que diferenciar: a un chaval del Projecte Jove no lo puedes poner con una persona de 60 que es alcohólica.
P.- Y es que claro, a Projecte Home no solo van personas jóvenes…
R.- La edad media de nuestros usuarios ha aumentado mucho desde que hemos puesto en marcha programas para personas con problemas de alcohol. Le media de edad es de 55 años, lo que supone que hay con nosotros personas de 65 o 70 años. Te impresiona lo que han sufrido: soledad, malos tratos. Hay personas mayores que lo primero que tienen que hacer es aprender a hablar, porque han estado años tirados en un rincón.
P.- Volviendo a los más pequeños, ¿cómo está el fenómeno de la drogadicción entre los jóvenes?
R.- En Projecte Jove hemos tenido que crear varios programas: para chicos con problemas serios, incluso con medidas judiciales internos de Es Pinaret, que están con nosotros las 24 horas; tenemos el programa JAT, ‘Just a temps’ para chavales que no tienen problemas tan graves y que después de su horario escolar vienen por las tardes. Y luego tenemos un programa para los más jóvenes y sus familias, sobre todo, con sus familias: Cyberjove. Aquí son las familias los protagonistas, para que los padres y las madres sepan encontrar su rol, cómo ser padres o madres y de ese modo influenciar a sus hijos.
P.- 28 años de Projecte Home, por fin la gran sede, pero estoy seguro que hay muchos proyectos en la cabeza. O en el corazón.
R.- Projecte Home podría existir debajo de un puente, con un buen equipo. ¿Nuevas ideas? Te voy a enunciar dos: Un proyecto para adicciones sin sustancia. Otro, que los chavales jóvenes puedan estudiar con nosotros para que puedan venir durante todo el día.
P.- Se ha hablado ya muchas veces del papel de los voluntarios. Hoy quiero rendir un pequeño homenaje si le parece al equipo profesional que tiene Projecte.
R.- Así es. Tenemos psicólogos, médicos, psiquiatras, trabajadores sociales, educadores sociales, pedagogos… Es impresionante como personas que llevan 15 o 20 años en Projecte siguen con toda su experiencia profesional pero también con toda la ilusión de un chaval joven que recibe a otra persona para acompañarle y dar un paso con él.