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“Es difícil asegurar si la depresión precede a la obesidad, si primero fue el huevo o la gallina”

MIQUEL ROCA, PROFESOR TITULAR DE PSIQUIATRÍA DE LA UIB E INVESTIGADOR PRINCIPAL DEL ESTUDIO MOODFOOD
MIQUEL ROCA, PROFESOR TITULAR DE PSIQUIATRÍA DE LA UIB E INVESTIGADOR PRINCIPAL DEL ESTUDIO MOODFOOD
La Universitat de les Illes Balears es una de las instituciones de referencia en la elaboración del estudio MooDFOOD, que a través de la financiación de la Unión Europea persigue el objetivo de profundizar en la relación entre la obesidad y el sobrepeso, y la depresión. El estudio está liderado por el doctor Miquel Roca, profesor titular de Psiquiatría en el Departamento de Psicología de la Universitat de les Illes Balears y coordinador del Área de Neurociencia del Instituto de Investigación en Ciencias de la Salud (IUNICS).

P.- Toda una responsabilidad ponerse al frente de un estudio europeo de estas características, que en buena medida se desarrollará en Mallorca…

R.- Lo es, desde luego, pero afortunadamente contamos con un buen equipo, del que, aparte de yo mismo, forman parte Margalida Gili, Jordi Llabrés, Miquel Tortella y Mauro García del Toro, con el apoyo de los becarios Josep Lluís, Adoración Castro, Clara Homar, Margalida Vives y Emilio López Navarro. Como director del estudio creo que una de las claves para que los proyectos funcionen es elegir correctamente los miembros de tu equipo, y en este caso estoy convencido de que se ha acertado de pleno.

P.- ¿Cómo ha sido la génesis de esta actuación de primer nivel internacional?

R.- Hace un año y medio, aproximadamente, el proyecto optó a las convocatorias europeas de salud, con el concurso de siete países diferentes que decidieron involucrarse. La parte más relevante del estudio cuenta con una financiación de nueve millones de euros, de los que 1,2 millones serán gestionados directamente por la UIB. Como comprenderá, para nosotros es un honor trabajar mano a mano con científicos de universidades de Alemania, Italia, Francia, Holanda, Inglaterra e Islandia. Precisamente, la circunstancia de que se aporten datos de territorios tan diversos permitirá obtener una radiografía muy sólida acerca de la relación entre obesidad y depresión.

P.- ¿Qué trabajo se desarrollará concretamente en Mallorca?

R.- MooDFOOD es un proyecto con un recorrido previsto de cinco años que arrancó en 2014 y que finalizará en 2019. En Mallorca llevamos a cabo el ensayo clínico, en coordinación con otros cuatro países. Por supuesto, tendremos que simultanear este estudio con otras iniciativas actualmente en marcha y que no podemos abandonar, aunque este es el proyecto más importante porque pocas veces antes la UIB había tenido la oportunidad de tomar parte en una actuación de esta dimensión.

P.- Obesidad y depresión. ¿Cabe deducir que no es cierto eso que se nos decía sobre que las personas con kilos de más son más felices?

R.- Esa es la idea que se tenía en el pasado, que la obesidad va asociada a la alegría. Este falso mito ha favorecido el surgimiento de generaciones sobrealimentadas, al amparo de las figuras de Sancho y don Quijote. Mientras el personaje gordito se mantenía siempre alegre, el otro se mostraba triste y taciturno. Con el tiempo, las investigaciones han logrado desenmascarar la errónea vinculación de la gordura con el bienestar, detectando que en muchos casos la alegría que acompaña a la gente con obesidad puede obedecer a un trastorno bipolar. De hecho, la realidad muestra que a medida que aumenta la prevalencia de la obesidad, también lo hace el incremento de los procesos depresivos. También es cierto que el término ‘depresión’ se ha trivializado en exceso y se utiliza para situaciones que, como mucho, representan un pequeño bajón anímico. En este caso, hablamos de cuadros graves de depresión, y no de episodios transitorios. Es decir, de ese tipo de depresión que constituye una puerta de entrada a la muerte y el suicidio.

P.- El suicidio siempre ha sido un tema tabú en nuestra sociedad…

R.- En efecto, porque se ha preferido no hacer mención al tema a ver si de esta manera el fenómeno desaparecía o al menos se mitigaba. Ha ocurrido todo lo contrario. Por eso hay que seguir una nueva estrategia, en la que dejemos de esconder la cabeza debajo del ala en relación al suicidio. Al margen de ello, el estudio plantea hasta qué punto la reducción de peso, además de generar una mejora evidente en la salud física del individuo, puede resultar también eficaz a la hora de prevenir la depresión, y, en consecuencia, sus efectos más negativos, de entre los cuales el más dramático, por supuesto, es el suicidio.

P.- ¿En qué fase del estudio se hallan actualmente?

R.- Estamos trabajando desde hace poco tiempo, y en esta etapa inicial el objetivo es reclutar pacientes con sobrepeso que en algún momento de sus vidas han desarrollado una situación depresiva, y que tengan entre 18 y 75 años. Los interesados pueden entrar en nuestra página web donde se les formulan una serie de preguntas. Posteriormente, el equipo se reunirá con los candidatos seleccionados, que, en estos momentos, no han de hallarse bajo tratamiento por depresión. El estudio comprende un seguimiento por dos años y, más adelante, se cotejarán los datos obtenidos con los de otros países. Igualmente, hay prevista una pequeña compensación económica para estos 250 participantes con la finalidad de premiarles por las molestias que les ocasionará tener que desplazarse a la UIB y al Hospital Son Espases unas cuantas veces durante este tiempo. El número de participantes

P.- Al margen del incentivo económico, ¿resultará estimulante para un paciente con sobrepeso que ha sufrido depresión tomar parte en esta investigación?

R.- Pienso que sí, que les ayudará a controlar mejor su caso particular. Y no solo eso, sino que, además, contribuirán a fortalecer una rama de la investigación en la que todavía hay mucho trabajo por acometer, y de ello se beneficiarán las generaciones posteriores, entre ellos sus hijos y nietos. Nuestra hipótesis es que si se consiguen reducciones sustanciales de peso, estas personas serán más capaces de prevenir la depresión.

P.- Esta hipótesis, ¿se ha abordado ya en investigaciones anteriores?

R.- Desde el punto de vista preventivo, no, al menos a nivel de grandes estudios. Y, además, las pequeñas aportaciones que se han realizado en esta línea se referían a un tipo muy concreto de obesidad, como es la obesidad mórbida. Este nuevo proyecto, en cambio, va dirigido no solo a estos casos, sino también a los de sobrepeso y obesidad leve, y este mayor campo de análisis hará posible disponer de muchos más datos individuales y diseñar una gran base de datos de antecedentes familiares y genéticos, de sistemas de alimentación o de características de ADN, por ejemplo. En definitiva, de las conclusiones saldrá beneficiado un gran sector de la población.

P.- ¿Una persona se convierte en obesa porque se deprime, o es justo al contrario: se excede en su peso corporal y, a consecuencia de ello, desarrolla una depresión?

R.- No lo sabemos. Resulta claro que existe una interrelación entre ambos procesos, pero desconocemos cuál surge con anterioridad. Es como preguntar si es antes el huevo o la gallina. Tenga en cuenta, además, que hay catalogados muchos tipos de depresión, que obedecen a causas muy diversas. La medicina moderna empieza a considerar la posibilidad de que una parte de estos cuadros depresivos tengan un origen inflamatorio. De hecho, es la hipótesis más sólida de todas las que se manejan hoy en día, que entiende la depresión como una enfermedad probablemente sistémica, favorecida por factores metabólicos entre los que la obesidad sería uno de los más destacables y que, en cualquier caso, acaba, generalmente, por convertirse en una patología grave y probablemente crónica.

P.- ¿Existe un perfil concreto de paciente con depresión?

R.- Los datos de prevalencia indican que los trastornos depresivos son más frecuentes en mujeres. En concreto, la proporción sería de 3 a 1. Sin embargo, una vez más, todo depende de la tipología de depresión a la que se aluda. Porque, por ejemplo, cuando entramos en el terreno de las depresiones más graves, aquellas que en ocasiones abocan en el suicidio, las diferencias de género ya no registran esta misma magnitud. Y no en vano, los suicidios se producen más en hombres que en mujeres.

P.- ¿Por qué la incidencia de la obesidad ha aumentado tanto durante las últimas décadas, hasta el punto de ser considerada ahora mismo la peor plaga del siglo XXI?

R.- Existen muchas teorías de por qué los casos de obesidad son tan numerosas, y todas tienen su parte de razón. Es complicado facilitar una respuesta única, aunque, lógicamente, la obesidad tiene mucho que ver con las pautas de alimentación actuales. No estamos inculcando a las generaciones jóvenes comportamientos saludables en el ámbito de la nutrición. En la actualidad, las transgresiones a la hora de elegir una dieta adecuada se han convertido no en la excepción, sino en la norma, y ni siquiera nos damos cuenta de ello ni somos conscientes del riesgo que conllevan. En este sentido, nuestro estudio también cuáles son estas transgresiones y cuáles son las más habituales.

P.- El desarrollo de un estado depresivo en un obeso, ¿tiene que ver con una posible falta de autoestima?

R.- Conviene perfilar bien el concepto de autoestima, porque sin querer lo hemos frivolizado, como también ha ocurrido con la depresión. Una de las dificultades con que se encuentran los psiquiatras es que han de llevar a cabo un diagnóstico del paciente en condiciones muy complicadas. Han de calibrar los síntomas de una posible depresión sin tener a mano elementos tangibles.

P.- ¿Eso significa que no existe una sintomatología específica de la depresión?

R.- Por supuesto que existe, pero no siempre obedece a un proceso depresivo. Hay que valorar cada caso. Ahora bien, desde un punto de vista general, podemos apuntar como síntomas habituales en la depresión la incapacidad de disfrutar de aquellas actividades o situaciones que anteriormente resultaban placenteras. Igualmente, los trastornos alimentarios y del sueño son alteraciones recurrentes, sin dejar de lado posibles anomalías cognitivas, ya sean de concentración o de memoria. La mejor opción es consultar con el médico de Atención Primaria para que, de juzgarlo necesario, realice las derivaciones oportunas. Afortunadamente, en el primer nivel asistencial existe una preparación de cada vez mayor para detectar la eventual existencia de un proceso de depresión en un paciente.

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