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Vuelta al cole, a los amigos… y a los virus

Cuando se inicia el periodo escolar y los niños en edad pediátrica vuelven al colegio, son muchos los padres y las madres que se marcan el objetivo de que sus hijos vuelvan sanos a casa todos los días del año. En realidad esta aspiración, aunque comprensible y legítima es hasta cierto punto contraproducente.

Las infecciones que atacan a los niños pequeños en las guarderías y colegios –que en otro tiempo les atacarían en otros ambientes –tienen por efecto formar su sistema inmunológico. Un niño que no recibiera ese influjo, que viviera su infancia en una burbuja de cristal, sería mucho más débil en cuanto saliera al exterior.

De modo que en breve se reinicia el colegio y entre los más pequeños se verá multiplicada la incidencia de enfermedades banales y los contagios de virus y patologías relacionadas con la infancia. De hecho, probablemente la escuela, lugar cerrado y lleno de niños cargados de gérmenes, sea un modo rápido de inmunizarse.

Cuadros catarrales, resfriados y diarreas son las enfermedades más habituales de la época colegial. La mayoría de los pacientes de las consultas pediátricas de estos meses que ahora comienzan son pequeños de menos de tres años que se han contagiado de sus compañeros en las guarderías, a la vuelta de vacaciones.

Los especialistas pediátricos recuerdan que la mayoría de las veces los problemas que a partir de las próximas semanas llevarán a los padres a correr a las consultas con sus niños pequeños de la mano, se trata de procesos banales y cursan normalmente con una recuperación de 3 o 4 días, dependiendo de edad y constitución.

La principal causa de los contagios reside en la entrada en contacto de los niños con sus compañeros de colegio en un ambiente cerrado. Los niños regresan de vacaciones, donde el contacto es menor y se juntan con decenas de escolares en aulas cerradas. Y normalmente no tienen el sistema inmunológico desarrollado.

Septiembre y octubre constituyen la época de mayor riesgo de contagio de enfermedades infantiles. Los médicos también advierten a los padres sobre la importancia de extremar la higiene durante estos meses para evitar contagiarse también ellos, lo cual ya no sería un proceso tan normal ni hasta cierto punto deseable.

Dicho todo esto, hay que ser realistas: Cuando un niño enferma, lo mejor es ir al médico. Para prevenir, es aconsejable cuidar una buena alimentación equilibrada y variada. Se recomienda especialmente evitar la automedicación: Los procesos virales son inmunes a los antibióticos. Es importante mantener al niño bien hidratado.

Y junto a la prevención de enfermedades físicas, los especialistas recomiendan una buena comunicación padre-hijo al inicio del curso escolar. Dos semanas suele ser el tiempo normalmente necesario para que un niño se adapte al colegio después de las vacaciones de verano, aunque cada niño es un mundo, como saben los padres.

La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) y la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) recomiendan cambiar los los horarios del niño (comidas, estudio, hora de acostarse y levantarse, etc.), antes de que llegue el día de su escolarización. Y así evitar choques.

Los especialistas son igualmente partidarios de planificar de forma responsable las actividades extraescolares que se desarrollarán durante el año académico, teniendo en cuenta que los niños necesitan tiempo para descansar y para jugar. Además, cada vez se encargan más tareas: el niño puede llegar a sentirse agobiado.

La AEPap y la SEPEAP recomiendan para facilitar la adaptación del niño a esta nueva etapa en el colegio. En primer lugar, detectar enfermedades sensoriales, de un déficit visual o auditivo precozmente puede ser clave para el desarrollo normalizado de un niño y con ello su aprovechamiento de la etapa escolar.

Los pediatras descartan los problemas graves desde los primeros tiempos de la vida del niño. Sin embargo, hay síntomas de sospecha de estas patologías: el retraso o alteración del lenguaje obliga a descartar problemas auditivos, y si existe un estrabismo o el niño se acerca mucho para ver o leer se debe estudiar la visión.

Los defectos sensoriales pueden causar síntomas de desajustes como como un mal rendimiento escolar, retraimiento o conducta muy activa, ya que ambos sentidos son imprescindibles para la socialización, el aprendizaje y la comunicación. De ahí la necesidad de conocerlos y tratarlos desde lo antes posible.

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