Podríamos intentar hacer una interpretación psicoanalítica de las decisiones, de las digitaciones, de los nombramientos de Juli Fuster, pero le resultaría más cara que pagar la carrera profesional. Podríamos cantarle las cuarenta corridas a nuestro Juli rememorando todas y cada una de sus decisiones de estos meses, pero le saldría más cara que pagar toda la neuroreflejoterapia que necesitamos con urgencia.
No vamos a recordarlo, no vamos a recordarle (a él, a ella y al resto) que cuando le acusaron de nepotismo por eso de haber colocado a su churri Patricia un peldaño más arriba de lo que él mismo se colocó, no escribimos ni una sóla letra desde aquí. Dejamos que el tiempo –y sobre todo las decisiones de marido/esposo que siempre arrastra el tiempo- se fueran convirtiendo por sí mismas en el cocinado lento y desastroso que es muchas veces una gestión política que mira hacia dentro, siempre hacia los suyos. Mar adentro.
Vaya por delante que me duele hablar de un hombre enamorado, que desde aquí sólo hablamos de los amados en sus distintos dialectos, y que jamás me referiría gratis a un hombre que sacrificara su propio nombramiento por el de su mujer bajo el lema del “todo queda en casa”. De ahí que aquí no hable de Patricia, la consellera, que no hablemos de la Patri, que respete ese capote a medias que aguantan entre los dos como en las buenas capeas, y me centre –por ejemplo- en el precocinado del nombramiento de la socialista Begoña Sánchez -un toro a medias, ex de Cort- como “coordinadora asistencial de la atención al usuario” del Ib-salut. Manda cojones que el Juli nostro no sólo nombre a una sociata de pedigrí para un cargo que requeriría cierta “independencia” funcional, sino que además duplique funciones creando una figura similar a la antigua del defensor del paciente que su propio socialismo eliminó. Ese es el ahorro preconizado, el ahorro precocinado.
No le bastó a Juli Fuster con la colocación -frustrada por exigencia de sus socios podemitas- de la figura de aquel asesor de 20 primaveras llamado Jordán Thomas que a duras penas sabía leer y escribir. No le bastó el aluvión de críticas al único mérito que tenía el chaval: el pecado de ir en la misma lista que encabezó Juli presentándose en las últimas elecciones a alcalde por el municipio de Santanyí.
Algo psicoanalítico y extraño le pasa a Juli con los miembros de la lista que encabezó por Santanyí. ¿Qué te pasa con la lista, Juli? ¿Nos vas a colocar a toda la lista en el Ib-Salut, Juli? Y es que vuelve a mandar cojones que Fuster haya nombrado a una pinche de cocina del Hospital de Son Espases (con todos los pocos respetos que me producen los pinches de cocina del hospital de Son Espases) y la haya nombrado coordinadora del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales del Ib-Salut.
Quién me iba a decir a mí que la que me cocinaba los adentros en esas tardes de gloria hospitalaria iba a ser la responsable de garantizar la seguridad de los 14.000 trabajadores del chiringuito de Juli; quién nos iba a decir para qué servía el pollo al chilindrón y algún grado medio que debe ser de baja cocción. Quién me iba a decir a mí que la que iba a salpimentar nuestra consellería iba a ser la tal Isabel Miralles de su lista. Quíen nos iba a decir que el vuelta y vuelta en la vida de Juli, que el gratinado de la gestión del director general iba a ser la cocinera que iba de número 22 en las listas electorales del PSIB al consell Insular de Mallorca.
Me pregunto qué la hubieran nombrado si hubiera sido encargada del Burger King de Can Pastilla, pero saliveo imaginando a lo que hubiera podido aspirar la pinche presidiendo la cocina del Alaska de la calle Unión.
O a Juli se le ha pasado el arroz o necesita urgentemente una sesión intensa de reflejos-terapia. Una pena que Kovacs no fuera el metre del chiringuito a sueldo de Patricia & Juli. Quizá, entonces quizá, hubiera tenido capacidad para poder por fin reconocer toda esa ciencia en un camata de su ideología.