Y es que nos preocupa más que nos dijera lo que no es en vez de decirnos directamente lo que es. Mi madre, Julia, suele recordarme que cuando alguien se refiere a sí mismo como lo que no es suele ser porque por lo menos intenta dejar de ser eso que precisamente dice que no es.
Si hay algo psicoanalítico en disfrazarse debe haber algo psicoanalítico igualmente en desnudarse del disfraz e intentar hacer ver que ese disfraz no existe. Dime lo que no eres y te diré qué tipo de conseller eres en la sombra.
En lo que sí acertó Juli es en lo de la sombra nocturna que acecha por la tardes a los centros de salud sin personal. Anda acostumbrado el director a instilar sombra a los lugares de sol y trabajo alargando la jornada sin jornaleros, convirtiendo al personal sanitario en la sombra de lo que fueron y haciendo que ejerzan de lo que no son.
La mayoría de los coordinadores en contra de la medida, la mayoría del personal en total disconformidad con la medida de abrir todas las tardes los centros de salud, pero curiosamente a eso no se le llama ni dejar de “escuchar”, ni dejar de “hablar” ni mucho menos dejar de “consensuar”, que fue precisamente para lo que vinieron Juli y los suyos al gobierno éste que nos toca.
Sombra es también lo que la privada arroja, lo que la sanidad privada sigue trajinando a espaldas del resto de los que vivimos cara al sol. La de Juli no es la única sombra sospechosa venida a más. Empieza a llegarnos lo tenebroso de Víctor Ribot, director-gerente de ese par de dos que son Quirón/Rotger y que tanta oscuridad nos viene dando desde esa malversación, de esos malos versos, donde hay demasiada erre y demasiada “qu”. Algo dice que ese director va darle mucho juego a la columna, que es un pozo sin fondo hacia arriba, una sombra alargada como su propia planta, poco noble y acostumbrada a que sus trabajadores la manejen a su antojo.
Pasa a menudo con los muebles, Víctor, que son ellos los que terminan pidiéndote el color, son ellos los que terminan rogándote una capa más de barniz. Sólo el paciente preocupado de su mal y el administrativo pendiente de su bien creen que eres lo que dice la chapa de tu uniforme y su gerencia. Los que están de paso creen que en tu altura, que en ti está lo que gobiernas, pero en el fondo para lo único que sirve el cartel que tienes en tu puerta con tu nombre es para que su sombra te recuerde quién eres realmente. Ya entonces, avanzamos desde aquí todas aquellas sombras de todos aquellos jefes de servicio de Son Espases que pedían “a quo” “un no nos quiten a nuestro Víctor”. Y ya explicamos con detalles que no era por lo bueno que hubiera hecho sino por todo lo malo que su desgobierno permitía que se hiciera.
Empieza a sombrear ese estertor que dicen que empieza a ser el negocio a medias entre Quirón y Rotger, las dos unidas por ese puente capilar llamado Rosa Regí. Empiezan a oírse las pérdidas de aceite del Citroen de nuestra Sor. Y no es que venga ya de la sombra aquella de la que escribimos un día cuando la jefa esa de comunicación de Quirón, misis Serra, despuntaba hacia el vacío, hacia el precipicio que engulle todo lo que no dice María Cordón. Recuerdo que le mandamos un rato de luz, recuerdo que Cordón sabe ya de ella, pero ella prefiere abanicase con panfletos sanitarios que hacen publicidad de sí misma con el dinero de sus jefes. ¿Controla Cordón el desastre de lo que pasa? ¿Conoce los números de lo que no hay, de lo que tiende a desaparecer? ¿Intuye un transvase de lo uno a lo otro sin viceversa? ¿Empieza a extenderse la sombra de la desconfianza entre los que mandan de verdad en ese dúplex de uno? No sabemos si el PSOE ha entrado en Quirón por la vía del panfleto publicitario. ¿lo sabrá mi querida María Cordón?