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El equilibrio de Armengol

Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz Médico- Forense Especialista en Medicina Legal. @Alarconforense
Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz
Médico-
Forense
Especialista en Medicina Legal.
@Alarconforense
Despedidos los Rotger como merece una familia de ese porte y esa melena, amanecemos sabiendo de la despedida a medias de Rajoy, un hombre –como ellos dos- que “de momento” no quiere que lo invistan sabiendo que nadie va a hacerlo. Es la forma elegante de no irse de la que hablábamos el otro día, es el modo avión de silenciar que todo lo que eres se lo debes al comandante del cielo en el que tiritas por dinero.

Como la presidencia es sanitaria, como España es una cuestión de salud, había pensado escribir sobre lo que normalmente hablo a solas después de ver los resultados electorales, sobre todo eso que se queda siempre para vivirlo en familia con mi hijo Javier y su método fundamentado en el escapismo paterno.

Sabemos desde nuestras primeras elecciones que la nada es el tiempo que dista entre el resultado y la formación del gobierno, el tiempo que dista entre el anuncio de las elecciones y los muchos meses posteriores de los resultados. Sabemos desde entonces que todo el sarao posterior al día después de votar sólo sirve para vender los pocos periódicos que se venden y para abrir los muchos informativos de televisión que se abren.

Como no podemos evitar que nos engañen, hagamos como si no nos engañamos nosotros: estese todo el mundo tranquilo, ¡Quieto todo el mundo! que decía el golpismo. La izquierda gobernará este país a medias, que es lo que supimos desde el primer minuto en el que perdieron las elecciones. La razón principal por el que gobernarán es que el odio a la derecha está por encima del odio que se tienen entre ellos mismos, un principio de Pascal que mantiene a flote a una opción política sectaria y que tiende al horizonte del caos como lugar en el que acurrucarse. Eso sí, mientras lo pague otro. No sufra, siempre se dará ese fenómeno entre casual y azaroso por el que en el último momento y por una razón de Estado que pretende salvarnos a todos de nosotros mismos aparecerán los votos exactos para que Pedro Sánchez, un tipo a dieta, sea Presidente. Es la magia de la izquierda, es la forma que tienen algunos de irse de este país. Es la forma en que nos han enseñado de irse desde estas páginas, vendiéndose al mejor postor y haciendo como si encima de todo nos hicieran un favor mientras nos salvan.

Si investir viene de vestir, andamos también estos días revueltos con los trejes, con los manejes y sobre todo con los trajes que se pone y que nos viene haciendo nuestra Presidenta Armengol. Es la forma de maquearse cuando le da por hacer que hace algo en el ámbito sanitario. Llega la semana en cuestión, sus asesores le dicen lo de “Presidenta hay que salir a calentar” y Francina se pone el equivalente al chándal venezolano y se pasea de negro por nuestras instalaciones sanitarias, por el 061, prometiendo cosas y sin darse cuenta que el mejor ejemplo de sanidad y de cuidado debería ser ella misma.

Si no tenemos por qué creer a un Rajoy que no se va por qué deberíamos creer a una Armengol que no sabe quedarse, que no quiere cuidarse. Sanidad es entender una forma de equilibrio personal. Sanidad es menos promesas y más prometerse y comprometerse. Sanidad es vender equilibrio desde el equilibrio que necesitamos que tenga ahora que podemos quiere consellerías después de que Pablo Iglesias se pida ser Vicepresidente. Nunca habíamos necesitado a la Presidenta tan sana.

La mejor sanidad que pueden vendernos es que no tengamos que confundir a una necesaria presidenta en equilibrio con una desfondada presidenta en su opuesto. La mejor sanidad es no tener que poder comparar a Francina Armengol con la presidenta del Parlamento, Chelo Huertas, también llamada “setenta y nueve mil” (el sueldo anual que cobra y que prometió repartir al cincuenta por ciento con los pobres a los que nos salva día sí y día también).

La mejor sanidad que puede vendernos Armengol es pasearse con la boca abierta después de haber tenido la boca cerrada lo justo para mantener una dieta equilibrada. El mejor paso de revista, la mejor exhibición de Armengol, es el de una hora de ejercicio por el paseo marítimo al que se asoma desde el Consolat para reflexionar. Nadie lanza epítetos pudiendo lanzar diagnósticos, por eso queremos que nuestra Presidenta nos dure el tiempo justo que necesita para no tener que irse ahora que los antisistema podrían pedirle el bocado exquisito de la consellería de Patricia y deglutir sin control alguno y de un bocado la cabeza de su Juli.

Si el once y pico por ciento de más en asesores que ha incrementado nuestra Presidenta en los últimos presupuestos comunitarios no sirven para decirle que tiene que cuidarse, necesitaremos estas páginas para decírselo. Que no se vaya como Rajoy, que se quede y que le de a este gobierno el equilibrio que necesita todo banquete. Que se quede el tiempo justo para poder saber si finalmente nos devoraremos a nosotros mismos o seremos capaces de aligerar el peso aleve que nos sobra y nos aplasta.

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