Manifestando estos síntomas y sometiéndose a un examen adecuado, el médico sospechará de un caso de hiperplasia benigna de próstata y realizará una palpación de la próstata mediante un examen rectal. De este modo, la mano expertas suele poder detectar si se ha producido o no el agrandamiento patológico.
Esa palpación es también el procedimiento adecuado para buscar nódulos, que pueden indicar la presencia de cáncer.
Al tiempo, la presencia durante ese tipo de reconocimiento de dolor, puede ser indicio de infección. Estas son las líneas generales de las primeras exploraciones, aunque no las única. El médico dictaminará.
En los casos asintomáticos de agrandamiento de próstata, los pacientes rara vez requieren tratamiento. Sí que es posible que se produzcan complicaciones derivadas de la enfermedad, básicamente la dificultad de la micción, que puede llegar a ser muy molesta. En esos casos el mejor tratamiento posible es la cirugía prostática.
Es decir, la extirpación de la glándula. Existen varios tipos de intervenciones: La resección transuretral de la próstata es la más frecuentemente ante una hiperplasia. La incisión transuretral, una técnica de una eficacia casi similar pero limitada a enfermos cuyo tejido prostático a extirpar pese hasta 30 gramos.
La prostatectomía abierta es exclusivamente para pacientes con una próstata de gran tamaño. Otros tratamientoson la dilatación de la uretra prostática utilizando un globo o determinados fármacos, aunque al parecer procedimientos como éstos tienen una menor eficacia o se desconocen sus efectos a largo plazo.
El cáncer de próstata es muy frecuente. Cuando se examina el tejido prostático obtenido tras una intervención quirúrgica o en una autopsia, se encuentra en el 50% de los mayores de 70 años y prácticamente en todos los mayores de 90. En cuanto a las causas, las observaciones epidemiológicas se han sugerido cuatro principales.
Se dan factores genéticos, aunque son difíciles de separar de los factores ambientales. Un gen específico del cromosoma 1 ó gen HPC-1 aumenta la probabilidad de contraer cáncer de próstata. Hay además factores hormonales, como la dependencia de las hormonas andrógenas (masculinas) de la mayoría de los cánceres prostáticos.
Factores ambientales Entre los factores ambientales destaca la dieta alta en grasas animales, la exposición al humo de los automóviles, la polución del aire, cadmio, fertilizantes y sustancias químicas en las industrias de la goma, imprenta, pintura y naval, que según indican los estudios epidemiológicos podrían tener relación con la enfermedad.
Los síntomas pueden tardar mucho tiempo, incluso años, antes de manifestarse. Pasado un tiempo el cáncer se puede manifestar mediante incapacidad para orinar, miccionando de forma muy frecuente, con dolor, o padecer incontinencia. Y a más, un dolor frecuente en la parte baja de la espalda.
También son síntomas de esta enfermedad tener una vida sexual problemática e incluso expulsar sangre en la orina o en el semen. No obstante, señalan los expertos consultados por esta revista, estas alteraciones físicas no siempre implican la existencia de cáncer, aunque sí aconsejan siempre acudir al médico.
Ante lo tardíos que pueden llegar a ser los síntomas, es importante que los sujetos de riesgo se realicen a partir de cierta edad –los 50 años es lo aconsejado –las visitas al médico periódicas en las que éste les hará las pruebas y exploraciones adecuadas. El cáncer de próstata puede diagnosticarse mediante pruebas médicas.
Un examen digital (palpamiento en la zona afectada) o un análisis de sangre pueden llegar a detectar la enfermedad antes de que los síntomas se presenten. Tras una revisión física general, el urólogo hará preguntas sobre los síntomas y antecedentes médicos, y procederá a diversos exámenes.
En el tacto rectal, mediante un guante lubrificado, el médico inserta un dedo en el recto para detectar alguna hinchazón o protuberancia. Se trata de una prueba rápida e indolora.
El análisis de sangre consiste en detectar una sustancia producida por la próstata llamada antígeno prostático específico, conocida por sus siglas en inglés (PSA).
Analizando la orina se puede determinar si en ésta hay sangre o alguna anomalía, como una infección, hiperplasia de próstata o marcadores de cáncer. La ecografía transrectal utiliza ondas sonoras para crear una imagen de la próstata en una pantalla de vídeo en la que se podrán detectar pequeños tumores.
La colocación de la sonda en el recto puede ser incómoda, pero no dolorosa. La prueba se efectúa en la consulta médica y su duración oscila entre 10 y 20 minutos. Es un método seguro con una sensibilidad del 97% y una especificidad (probabilidad de dar resultado negativo cuando no existe la enfermedad) más baja, del 82%.
Advierten los expertos que en cualquier caso hay que tener en cuenta que presenta una tasa elevada de falsos positivos (individuos diagnosticados como enfermos cuando en realidad son sanos) debido a la similitud ecográfica del cáncer.