P.- Ha regresado a la sanidad balear tras su experiencia como director del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. Imaginamos que vivió ahí una experiencia dura y a la vez intensa…
R.- He dirigido diferentes equipamientos hospitalarios a lo largo de mi trayectoria profesional, pero he de reconocer que el centro de Toledo es una de esas experiencias que te dejan marcado. Por supuesto, constituyó una gran satisfacción para mí tener la oportunidad de realizar ese trabajo, pero ciertamente convives con situaciones que no son fáciles. Además, durante mi etapa en la dirección afrontamos innumerables retos. El objetivo era darle la vuelta, por así decirlo, al modelo de gestión del hospital, porque tanto mi equipo como yo mismo habíamos heredado un centro obsoleto, en el que se cuestionaba incluso su continuidad, y sin grandes expectativas de futuro. A partir de esta realidad, fuimos capaces de llevar adelante un proyecto que proporcionó sus frutos a base de hacer realidad la premisa de que, desde el punto de vista coste-eficiencia, es mejor internar este perfil de paciente en un solo hospital, en vez de mantener a los usuarios distribuidos en diferentes centros.
P.- Y esas estaba cuando recibió la llamada del Servei de Salut para coger las riendas del Hospital Son Llàtzer y el Hospital Joan March. ¿Era la oportunidad que buscaba para volver a casa?
R.- Más allá de que siempre es motivo de orgullo que se acuerden de uno, y más en la tierra a la que perteneces, le diré que el proyecto que me presentaron me atrajo desde el primer momento. Cuando el director del Servei de Salut de les Illes Balears, el doctor Juli Fuster, me llamó y me hizo saber que contaban conmigo para ponerme al frente de Son Llàtzer y del Joan March, me puse enseguida a su disposición. Espero que mi trabajo no defraude la confianza que han depositado en mí y estar a la altura de las expectativas. Desde luego, le puedo asegurar que por dedicación y por compromiso por mi parte no quedará.
P.- Usted no es médico, sino licenciado en ciencias económicas y diplomado en empresariales. ¿Es más conveniente que el responsable de un hospital o un centro sanitario provenga de fuera del sector?
R.- En mi opinión, no tiene nada que ver. La persona que ha de acarrear la tremenda responsabilidad de dirigir una organización compleja como es un equipamiento médico, sea un hospital o un centro de salud o cualquier otra infraestructura asistencial, ha de ser alguien que tenga claras cuáles son las inquietudes y las necesidades de los pacientes, y que sepa escuchar encontrar los recursos necesarios para que el modelo de atención médica que se pretende desarrollar pueda resultar viable. Esa es la cuestión. Eso puede hacerlo un médico, por supuesto, y también un profesional como yo, que no soy médico. El aspecto verdaderamente importante y crucial es, sea en un caso u otro, tener muy claras las prioridades. Y la prioridad máxima, claro está, ha de ser el paciente.
P.- Después de su periplo profesional en Castilla la Mancha, ¿ha sacado la conclusión de que el modelo asistencial en esa comunidad autónoma guarda muchas similitudes con el balear? ¿O más bien son diametralmente diferentes?
R.- Cada territorio tiene sus particularidades, tanto socioeconómicas como demográficas y de cualquier otro tipo. Pero pienso que en este caso las similitudes son mucho más numerosas que las diferencias. Hay que recordar que, en realidad, todos los sistemas asistenciales autonómicos provienen de un mismo modelo organizativo, que es el que implantó el antiguo Insalud y que se mantuvo vigente hasta la transferencia de las competencias a las comunidades, en 2001. Este origen común se deja notar, porque la cada territorio, aun con sus especificidades, ha adoptado la metodología de trabajo del Insalud.
P.- Ahora se halla usted al frente del Hospital Son Llàtzer. ¿Cuál es su visión acerca de este centro hospitalario de Palma tras varios meses dirigiéndolo?
R.- Son Llàtzer es un gran hospital que, como todo el mundo sabe, fue una fundación pública en su momento. Afortunadamente, en esa etapa se realizó una excelente selección de personal y se nutrió a la plantilla de profesionales no solo magníficamente preparados, sino también indisolublemente comprometidos con su trabajo. Esta circunstancia ha sido crucial para que Son Llàtzer haya culminado positivamente su evolución como centro asistencial capaz de ofrecer a sus usuarios la asistencia de calidad que esperan y que merecen. También es cierto que en estos últimos años, coincidiendo con la apertura del Hospital Universitario Son Espases, las diferentes administraciones han priorizado la asignación de recursos al centro de referencia, y esta situación ha dejado a Son Llàtzer relativamente desprovisto de los medios y las atenciones con que contaba anteriormente.
P.- ¿Podríamos afirmar, a tenor de sus palabras, que Son Llàtzer paga el precio de ser el segundo hospital de Palma? No olvidemos que, inicialmente, el nombre que se le asignó fue el de Palma II…
R.- Sin duda, Son Llàtzer ha dejado de ser el hospital tecnológicamente más avanzado de Baleares, como fue en su momento, ya que ahora mismo ese privilegio se halla en manos de Son Espases, que dispone de recursos del más alto nivel tal como es de esperar en un hospital que no solo es el equipamiento asistencial de referencia en la comunidad autónoma, sino que, además, es una infraestructura que acaba de abrir sus puertas, como aquel que dice. Desde este punto de vista, es cierto que Son Llàtzer se ha quedado algo más anticuado. Ahora bien, aquí no valen lamentaciones. La obligación de todos cuantos integramos el equipo de profesionales de Son Llàtzer es espabilarnos y buscar qué alternativas existen para recuperar el terreno perdido.
P.- ¿Y cuál es su hoja de ruta para hacer realidad este objetivo?
R.- En estos momentos, la prioridad es diseñar un gran plan estratégico que marque hacia dónde ha de dirigir Son Llàtzer sus próximos pasos, que señale cuáles han de ser las metas y desafíos y que establezca el modelo asistencial y hospitalario por el que queremos apostar. A mi juicio, es importante para la calidad del sistema sanitario balear, y para el Ib Salut como responsable ejecutivo de la buena marcha de ese sistema, que los dos hospitales de Palma, Son Espases y Son Llàtzer, podamos competir de manera sana y leal. La competencia siempre es buena, porque supone un incentivo decisivo a la hora de ir mejorando día a día.
P.- En cualquier caso, ¿su percepción como gerente es que Son Llatzer sigue siendo un hospital innovador?
R.- Esa génesis innovadora que marcó los primeros tiempos de Son Llàtzer continúa estando ahí, sin duda alguna. Conozco el trabajo que se desarrolla en otros hospitales, y puedo asegurar que el rendimiento que se obtiene en Son Llàtzer se halla por encima de la media. Y todo ello tiene un origen muy claro. Cuando nuestro hospital comenzó a funcionar se optó por un modelo de organigrama basado en las direcciones de área en que cada responsable contaba con diferentes jefes de servicio dentro de una estructura verdaderamente operativa y muy funcional. Años más tarde se inventaron los institutos, pero a partir de un modelo que, en realidad, ya existía antes, como pudimos comprobar en Son Llàtzer. Desgraciadamente, hoy ya no existe la figura del director de área, y es una lástima porque su presencia permitía una pirámide más global a la hora de distribuir determinados tipos de trabajo. Por poner un ejemplo, cuando un paciente era tratado de alguna dolencia que afectaba al aparato locomotor, el jefe de esa área podía decidir qué especialista debía visitarle, ya que disponía de la gestión de todos los recursos, humanos y técnicos, de su departamento. Esta idea de operatividad, de funcionalidad, ha seguido estando presente en el día a día de Son Llàtzer, y en mi opinión eso tiene mucho que ver con su apreciable nivel de eficiencia asistencial.
P.- Dentro de esta reformulación del hospital que usted está configurando actualmente, ocupa un lugar destacado el plan de renovación tecnológica…
R.- Por supuesto. Es una cuestión que hay que abordar de manera insoslayable. Tenga en cuenta que la mayor parte del equipamiento técnico con que estamos trabajando en Son Llàtzer data de 2002, cuando el hospital inició su andadura. La tecnología avanza muy rápidamente, y hoy por hoy es imprescindible renovarla. Naturalmente, no se trata de un objetivo que se pueda materializar en una semana o en medio año, pero hay que acometer esta tarea y proporcionar los medios necesarios. El planteamiento es priorizar en qué áreas y servicios hay que actuar más rápidamente y, a partir de este planteamiento, elaborar un plan a cuatro años, con una previsión de inversión de dos o tres millones de euros anuales. De esta manera, nadie ha de albergar la más mínima duda de que Son Llàtzer volverá a situarse en primera fila.
P.- ¿Está soportando Son Llàtzer problemas de saturación a causa de una excesiva presión asistencial?
R.- Es cierto que el área de Urgencias ha afrontado problemas de saturación en estos últimos meses. Sin embargo, esta situación no tiene tanto que ver con la mayor actividad en urgencias como por la imposibilidad de drenar a los pacientes que han de ingresar en camas de hospitalización. La idea es trasladar al Hospital Joan March este perfil de usuario, o también a hospitales concertados, como es el caso de Sant Joan de Déu o Creu Roja. No es fácil conseguir plazas, aunque también es cierto que estamos teniendo un invierno benigno y eso , quieras o no, aligera un poco la carga asistencial.
P.- Uno de los objetivos marcados en rojo en la agenda de Son Llàtzer es su acreditación como hospital universitario. ¿En qué momento se halla este proceso?
R.- Estamos preparando toda la documentación que se requiere, con la esperanza de que pronto la podamos tener ultimada. Los servicios jurídicos del Ib Salut y de la UIB están trabajando intensamente en ello. Entendemos que para la comunidad autónoma es importante contar con dos hospitales universitarios, en vez de solo uno, como ocurre actualmente. Hay que valorar la indiscutible proyección que esta circunstancia puede tener para los profesionales. Otra cuestión importante que tenemos pendiente es que Son Llàtzer pueda formar parte del Instituto Universitario de Investigación Sanitaria de Palma, el idISPA, para que nuestros investigadores puedan acceder a convocatorias competitivas del Ministerio de Sanidad o el Instituto Carlos III.
P.- Recientemente, el Hospital Son Llàtzer vivió la satisfacción de ver distinguida su trayectoria con el premio Top 20 a la mejor gestión sanitaria. ¿Qué supuso para los profesionales del centro hospitalario este importante reconocimiento?
R.- En efecto, recogimos el premio el pasado mes de noviembre en el transcurso de un acto que congregó a representantes de numerosos hospitales españoles. La verdad es que repre s entó para todos nosotros una gran satisfacción. Tenga en cuenta que se trata de un premio que parte de una convocatoria realizada por una empresa privada, y cuya participación no requiere el pago de ningún emolumento, contrariamente a las informaciones que a veces han circulado en sentido contrario. Ahora mismo es la única empresa que lleva a cabo una comparativa de la actividad que se desarrolla en todos los hospitales de España, y esa es una labor crucial para conocer de primera mano cuál es exactamente el nivel de la calidad asistencial que se proporciona a los pacientes en nuestro país. Por otro lado, la distinción otorgada a Son Llàtzer reconoce un aspecto capital, como es la gestión hospitalaria. En otras palabras, el premio viene a elogiar el buen provecho que realizamos de los recursos que tenemos a nuestro alcance, y constata que en Son Llàtzer, incluso habiendo tenido que asumir una reducción de los recursos, se ha seguido trabajando de manera eficiente.
P.- Además de Son Llàtzer, dirige usted también el Hospital Joan March. ¿Cuál es el momento actual de este centro?
R.- El Joan March se halla ahora a pleno rendimiento, con el 98% de ocupación de las 105 camas de que dispone. Su aportación está resultando más que válida como hospital que se complementa perfectamente con un equipamiento de pacientes agudos como es Son Llàtzer, ya que en el Joan March ingresan pacientes de media estancia. Esta circunstancia permite proporcionar una vía de salida a pacientes crónicos a través de los programas que viene lanzando el Ib Salut.
P.- Sus palabras nos dan pie a hacer referencia a una de las actuaciones prioritarias del actual Govern en materia de sanidad, como es la atención a la cronicidad. ¿Con qué criterios básicos se está trabajando en este ámbito?
R.- El programa no afecta tanto a la infraestructura a s i s t enc i a l como a la manera de abordar este tipo de patologías. El objetivo del Ib Salut es que toda la estructura hospitalaria se halle articulada de manera que pueda acoger a los usuarios denominados crónicos, que cada vez tienen más edad y presentan un mayor número de dolencias. Son pacientes que en un año afrontan entre tres y cuatro ingresos, y, por tanto, su situación requiere una atención especial, diferente a la que se brinda al resto de enfermos. No es una tarea fácil, pero se trata de cambiar la manera de trabajar. Más que de crear recursos nuevos, la idea es utilizar de otra manera los que ya existen, y aprovechar también la enorme capacidad de las nuevas tecnologías, formando al paciente para que sepa utilizarlas convenientemente. Estoy convencido de que si seguimos por este camino en el futuro mejorará la asistencia a la cronicidad de forma sustancial.
P.- Ya para finalizar es obligado pedirle su opinión acerca del proyecto de la facultad de medicina de Baleares. ¿Es optimista respecto a los frutos que puede proporcionar?
R.- Sin duda alguna. La facultad de medicina situará en otro nivel, mucho más destacado que el actual, la docencia y la investigación que se llevan a cabo en las islas. Es una actuación que revertirá frutos positivos para los profesionales, para los estudiantes y, por supuesto, también para la propia Universidad.
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Da pena el servicio de urgencias da pena hay que hacerse el desparecido o llegar en urgencias para que te atiendan o pasar a boxes si no te puedes pasar allí el día entero