Los últimos avances en la detección precoz y el tratamiento del cáncer han sido claves para reducir la mortalidad. Sin embargo, las secuelas derivadas de los tratamientos oncológicos, como las complicaciones cardiovasculares, siguen presentándose como una grave preocupación.
“En los últimos 20 años, la eficacia de los tratamientos oncológicos ha reducido de forma significativa la mortalidad de los pacientes con cáncer de mama o con tumores hematológicos, sin embargo, sin una monitorización adecuada del tratamiento, el riesgo de eventos cardiovasculares es muy alto en supervivientes al cáncer”
Son palabras de la Dra. Teresa López, miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y cardióloga del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario La Paz de Madrid. Antraciclinas y el trastuzumab son hoy los fármacos más eficaces contra diferentes tumores como el cáncer de mama.
Estos efectos secundarios han llevado a cardiólogos y oncólogos a investigar los mecanismos moleculares y genéticos implicados, así como posibles alternativas terapéuticas. La Dra. López cuenta que, “en la línea de las antraciclinas se han desarrollado análogos encapsulados en liposomas”.
Estas alternativas farmacológicas desarrollan “la misma eficacia terapéutica pero menos perjudiciales para el corazón. En la misma línea encontramos análogos del trastuzumab con menor riesgo de toxicidad cardiaca”, según la experta de la Sociedad Española de Cardiología.
La incidencia de insuficiencia cardiaca en pacientes tratados con antraciclinas oscila entre un 10% y un 30% según la edad y el tratamiento, lo que puede llegar a triplicar el riesgo cardiovascular. Un 20% tiene que suspender el tratamiento por problemas cardiovasculares, con peor pronóstico oncológico.
Los inhibidores de la tirosin-kinasa, una proteína enzimática involucrada en el desarrollo de las células cancerígenas y del sistema cardiaco, se presentan como nuevos fármacos para vencer al cáncer, pero también se asocian con complicaciones cardiovasculares a corto y medio plazo.
Hasta un 60% de los pacientes tratados con inhibidores de la tirosin-kinasa acaban desarrollando hipertensión. La Dra. López explica que, “los tratamientos oncológicos actuales nos permiten hablar de supervivencia a largo plazo”. Y añade, en alusión a posibles problemas suscitados:
“No debemos permitir que un paciente que ha superado un cáncer presente complicaciones cardiovasculares graves, que podrían haberse evitado con una monitorización adecuada del tratamiento. Por eso, los cardiólogos tenemos que trabajar con los oncólogos por un mejor tratamiento oncológico”.
Esa optimización debe llevar a las menores suspensiones posibles de dichos tratamientos y a menos efectos secundarios a largo plazo. Además, los tratamientos habituales de la insuficiencia cardiaca, pueden prevenir el desarrollo de cardiotoxicidad.
Ello puede suceder en pacientes que reciben tratamientos muy agresivos o que acumulan muchos factores de riesgo previos. La doctora insiste en que, “el diagnóstico de cáncer no debe asociar una suspensión del tratamiento previo de la tensión, la diabetes o el colesterol.
“No podemos ser permisivos en este aspecto porque sabemos que los fármacos habituales para el tratamiento de la tensión (betabloqueantes, IECA’s, ARA-II) o del colesterol elevado (estatinas) previenen el desarrollo de complicaciones durante y después de la quimioterapia, señala la Dra. Teresa López
Del mismo modo una monitorización adecuada de la función cardiaca con ecocardiografía ayuda a detectar, tratar y revertir cambios precoces y asintomáticos en la función cardiaca que evitan el desarrollo de eventos futuros“, explica la cardióloga de la Sociedad Española de Cardiología.
La mortalidad cardiovascular es actualmente la causa de defunción más frecuente en pacientes que sobreviven al cáncer de mama o a un linfoma. A pesar de ello, los casos de complicaciones cardiovasculares pueden reducirse en un 80% si se consigue diagnosticar a tiempo, lo que da una idea de la importancia de tomar medidas en este sentido.
Tal y como cuenta la experta, “es imprescindible evaluar el riesgo cardiovascular del paciente para optimizar el tratamiento oncológico. Aunque sabemos qué pacientes pueden tener más riesgo de desarrollar problemas, queda todavía mucha investigación pendiente.”
El Hospital La Paz lidera un grupo multidisciplinar de cardio-oncología (Cardio-Tox) en el que participan 19 centros nacionales, para desarrollar un score de riesgo de cardiotoxicidad que permita optimizar la elección del tratamiento oncológico y reducir eventos cardiovasculares.
Este cálculo es especialmente relevante en pacientes que precisen dosis de quimioterapia muy altas o en pacientes con cardiopatía previa y debe ir acompañado de un plan de prevención de problemas cardiovasculares, con una monitorización muy precisa de la función ventricular con ecocardiografía y el inicio de medidas preventivas si es necesario.
La SEC reivindica el abordaje multidisciplinar del cáncer para poder explorar más exhaustivamente los factores de cardiotoxicidad y detectar así estadios precoces, y por tanto reversibles, de cualquier complicación cardiovascular.