Generalmente, los pacientes de estas afecciones son atendidos en los centros de salud y, posteriormente, son derivados a las consultas de dermatología para confirmar el diagnóstico y orientar sobre el tratamiento, que más tarde aplicará el personal de enfermería.
La sesión se dividió en dos partes, una teórica y otra práctica. La primera, a cargo de la dermatóloga Noelia Izquierdo, se ocupó del diagnóstico y de las diferentes opciones terapéuticas de estas infecciones.
La segunda fue impartida por las enfermeras Maria Cirer y Aurora Azurmendi, que se centraron en el tratamiento de verrugas y moluscos contagiosos por medio del curetaje (o raspado de la lesión) y de la crioterapia, que consiste en aplicar nitrógeno líquido sobre las células infectadas para destruirlas.
Las verrugas y los moluscos contagiosos son infecciones virales benignas, muy frecuentes en la infancia, que afectan a la piel y a las mucosas.
Aunque pueden sanar espontáneamente, en muchas ocasiones persisten durante meses o años y se diseminan por autoinoculación y pueden contagiar a otras personas por contacto directo o por medio de fómites (toallas, ropa, etc.).
La primera opción para tratar las verrugas es el ácido salicílico, que el paciente puede administrarse en casa. Este tratamiento se puede combinar con la utilización de la crioterapia, aplicada en la consulta de enfermería, cuyo número de ciclos depende en cada caso de la infección de la verruga.
Otro de los tratamientos es la aplicación de un cáustico, la cantaridina, que también se utiliza en las consultas.