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Trasplante cerebral

Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz Médico- Forense Especialista en Medicina Legal. @Alarconforense
Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz
Médico-
Forense
Especialista en Medicina Legal.
@Alarconforense
Me despierto con la cara de un Ministro, en funciones e irresponsable, que me echa en cara la culpa de sus déficits. Amanezco con el Ministro de Economía en funciones, Cristóbal Montoro, escupiendo datos y expiando culpas sobre el desfase entre lo que ingresamos y lo que gastamos los ciudadanos que pagamos su sueldo y sus gastos desfasados.

Amanece despacio leyendo al Ministro y sus datos, todos sus muchos datos, entendiendo que no quiera someterse al control del Congreso y de sus comisiones respectivas, pero yéndole mucho eso de coger el micro y someternos a los demás al control de sus cuentas y el de sus consecuencias. El peor de los reproches para quien te vigila es sentirse vigilado en su vigilancia.

Un político que valora déficits debería mirarse al espejo como terapia alternativa y gratuita, porque la mirada especular es -desde el cuento de la madrastrala madre de todas las curas, el ejemplo a seguir de lo que todos deberíamos hacer antes de atrevernos a mirar al resto a los ojos.

Resulta gratis y sin necesidad de ajustar déficit alguno obligar al paciente a mirarse al espejo junto al médico. Levantarse y verse en el cristal que tiene de distinto no sólo mirar a los ojos a alguien, sino verte mientras lo haces y mientras ves que el se mira mientras lo hace.

Resulta gratuita y desprovista también de déficit esa imagen repentina en el que sin querer te ves reflejado en un escaparate o en el cristal de un coche y te reconoces; ese gesto en el que parece que se confirman los peores presagios de lo que eres mientras caminas por esta ciudad deficitaria y de Primavera mantenida y presupuestada.

Dice Montoro, el brujo, que la culpa del desfase del déficit es fundamentalmente de las comunidades autónomas, que son ellas precisamente las que –no teniendo instrumentos de control ejecutivo sobre ellasse han dedicado a incumplirlo, y, dice y ha dicho, que entre otras muchas la culpa la tiene la terapia alternativa a la que se comprometió Rajoy para el tratamiento de los pacientes afectos de la hepatitis C. (emoticono de asombro) Antes de entar en la materia de nuestras culpas sanitarias habría que recordarle al Ministro la posibilidad que le asiste de haber intentado -problemente cuando era responsable y cuando debía someterse al control Parlamentario- crear instrumentos de control para que las Comunidades Autónomas cumplieran con sus objetivos de déficit. Habría que preguntarle si en un tema tan importante basado en un acuerdo con Bruselas para cumplir con el 4,6% de déficit nacional no se le ocurrió en su momento una forma en la que conminar ese exceso. Habría que recordarle, incluso, que resulta prodigioso que ahora que está en funciones se le ocurran mecanismos varios y culpables diversos.

O sea, que que Montoro busca culpables habría que preguntarle a Andreu Manresa -director general de la tele pública autonómica- qué coño hace con la retransmisión de la misa de los domingos que cada vez atrapa a más feligreses buscando culpas. Tendríamos que preguntarle a Manresa que qué pasa que cuando hablamos de deidades y pensamos en culpables y no en responsables. Montoro busca culpables, como en la ley de Dios y de Manresa de los Domingos, y yo busco simplemente al responsable de que aquí incumpla todo Dios y de que al final las culpas las tenga el santísimo por la audiencia que no tiene. Si los ciudadanos supieran que -vistos los datos de audiencia- Dios tiene más televidentes que Montoro, que Manresa y que la mayoría de los dioses que se pasean por nuestra televisión todos juntos, entonces entenderían de lo que estamos hablando cuando no hablamos de Dios.

Ahora resulta que la culpa del déficit del Estado lo tiene el hígado, esa víscera grande y llena, derecha y lobulada, metabolizadora de principios vitales y ahora también de culpas y disculpas. Ahora resulta que la culpa de que no cumplamos con Europa la tiene la jodienda del lobulillo hepático y los miles de hígados de unos y de otros, la infección vírica aquella transfundida no A no B que le salió barata al Estado en su momento, y que ahora se la quiere cobrar a base de culpas.

Ahora va a resultar que en un Estado liberal con unos gobernantes liberales se buscan culpables entre los pacientes que tienen enfermedades en las que no terminan de cuadrarles los hepatocitos. Resulta que a este gobierno en funciones le cuadra que sea ese Ministro y no otro el que con su palidez ictérica cometa la torpeza de utilizar ese gesto numérico como un prolapso y no como una iniciativa a celebrar. Una pena que no exista un portavoz en funciones que no sabiendo apenas sumar sepa entender la sensibilidad de los que sufren, y sepa invertir el argumento y pronunciarlo como una inversión.

Puede que a nadie le interese la bilis de un Ministro en funciones, pero -siendo potencia mundial en esosiempre nos quedará a mano un trasplante para su déficit. A ver si adivina cuál.

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