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Camino Sóller

Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz Médico- Forense Especialista en Medicina Legal. @Alarconforense
Dr. Fco. Javier Alarcón de Alcaraz
Médico-
Forense
Especialista en Medicina Legal.
@Alarconforense
Es fácil que te den la razón los acontecimientos cuando el tiempo pasa y tú no te mueves. Es fácil que ocurra que cuando desde aquí señalamos con la lengua a alguien, ese alguien termine haciéndonos el favor de ser razonable con nosotros, que quiera darnos finalmente la razón. Gracias, muchas gracias.

Pero es verdad que ocurre muchas veces que nos dan la razón sin que quieran dárnosla, hay veces en que los imputados, los investigados se empeñan en darnos la razón, mal les pese. Y eso que aquí no somos mucho de querer tener razón, porque como dice mi querida Laurita Estarás, preferimos ser felices a tener razón.

Acaba de ocurrir en el mismo momento en el que el Juez Sobrino imputa por el tema de la compra de los restos del Hotel Rocamar de Sóller al bien conocido de nuestra afición, ex secretario general del Ib-Salut, D. Bartomeu Alcover.

La memoria me dicta que desde aquí le dedicamos alguna que otra letra inocente cuando gobernaba Bauzá. Desde aquí le dijimos, por ejemplo, que se pagara él (con el dinero que le embolsábamos los ciudadanos por servirnos como secretario) los menús que sabrosamente pasaba al presupuesto del erario público. Desde aquí ya le advertimos del peligro que corría él mismo consigo mismo, digo como recurso mediante el cual a veces avisamos a la gente sobre lo que son cuando no se dan cuenta, y es que hay gente que no detecta que en sus manos está su propio fín, fatalmente emparentado con su propio afán.

Sólo hay algo peor que uno mismo: creer en uno mismo cuando lo peor está dentro de ti.

A cualquiera que le cuentes que esta imputación viene al hilo chulesco de interponer una denuncia contra los periodistas de Diario de Mallorca que publicaron el presunto amaño en la compra desorbitada de esas ruinas, es como para empezar a descojonarse y no parar. A cualquiera que le cuentes que el fundamento de la investigación de la Fiscalía anticorrupción es que el juez Garcías determinara que la información publicada por los amigos de Diario de Mallorca era veraz, es como para pagarte unas vacances en las ruinas de carretera de Sóller sin número (nota: juro que es casualidad lo de Sóller y carretera de Sóller, pero dicen que por el mismo camino se llega).

Parece que oigo a las parientas de la peña advirtiéndoselo: -ets més colló q’en trompes, q’has fet? o lo que es lo mismo, para que te metes ese menú si al final te vas a atragantar.

Hay algo peor a que te investiguen, y es que lo hagan por tu culpa.

Salir escaldado del Ib-Salut donde no lo quería ni el tato, ser graciosamente recolocado para afianzar el nivel 33 que también le van a quitar, y terminar en la oficina fantasma de control presupuestario era parte del periplo necesario –previo aviso- para terminar como ha empezado. Creeremos en la presunción de inocencia, firmemente, y entenderemos que su origen solleric no deje de ser una casualidad.

Casual es que los acontecimientos de corrupción que nos trufan la vida no se vean habitualmente impedidos por los mecanismos de control creados específicamente para evitarlos. Casual debe ser que los funcionarios (garantes del cumplimiento de la legalidad) se presten a ejercer de comparsas de decisiones políticas, sino fuera porque en ocasiones es la única forma de medrar, de relumbrar su mediocridad y de ascender en su escalafón administrativo. Debe ser casual –y no hablo de Alcover, que bastante tiene- que los mismos funcionarios aparezcan repetidamente en distintos asuntos de corrupción sin que a nadie se le ocurra pensar en que alguna responsabilidad deben tener a la hora de no haber impedido o ejercido el control para el que les pagamos o nos pagan. Casual, muy casual, es que de todos los muchos casos de corrupción que nos asaltan no haya un solo funcionario que –facilitanto por acción u omisión la comisión de un delito, incluso estando condenado- ande a estas horas ingresado en prisión.

Debe ir eso en la línea que ya hemos apuntado alguna vez, de que hasta ahora interesaba más el delincuente que el delito. Debe ser por eso por lo que los delitos cometidos por los funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos tienen sus penas agravadas comparativamente al resto de los mortales.

Debe ser que algo está cambiando, y que la solución de esos desaguisados pase necesariamente porque sigan siendo cómplices de la legalidad.

Como los acontecimientos no dejan de desmentirme, como deseamos con hartura que me desmientan los del Rocamar, me llega por casualidad un mensaje del Juez Penalba diciéndome que acaba de meter en el trullo a un funcionario del Ayuntamiento de Palma por el tema de corrupción de la Policía Local. Esperemos que en el próximo número no tengamos que desdecirnos muchas veces.

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