P.- El verano, ¿es una época especialmente delicada para las personas con adicciones?
R.- Estamos hablando de una etapa del año en que hay más tiempo libre, más posibilidades de salir de fiesta, de relajar las costumbres, de cambiar los hábitos rutinarios por otros más atípicos, de disponer de una agenda más libre de compromisos laborales o de otras obligaciones. Desde este punto de vista, el verano puede agravar la evolución de una adicción. Sin embargo, el grado de influencia dependerá en gran medida del tipo de adicción de que se trate. Y, por otro lado, alguien que se halla en una fase severa de su dependencia buscará siempre satisfacer la adicción en cualquier momento del año.
P.- Sin embargo, las estadísticas demuestran que la gente consume más alcohol y más sustancias tóxicas en verano…
R.- Sí, desde luego, pero no confundamos los términos. Estamos haciendo referencia a las adicciones, no a que uno se coja una cogorza un día o una borrachera de fin de semana. Esos pueden ser episodios puntuales que, en efecto, resultan más proclives en verano, precisamente por la mayor disponibilidad de tiempo de ocio de la que hablaba antes y por el incremento de la vida social que coincide con estos meses. Pero precisamente por ello conviene subrayar el papel crucial que ejerce el verano en un fenómeno que muchas veces se pasa por alto, como es el surgimiento de nuevos adictos.
P.- ¿Qué quiere decir, exactamente?
R.- Me refiero a que un adicto, sea al alcohol, a otras drogas, o a prácticas tan nocivas como la ludopatía o el sexo compulsivo, no siempre ha sido adicto. El proceso comenzó en un momento determinado, por causas específicas y personales que hemos comentado profusamente en artículos anteriores. Desde este punto de vista, el verano es una época especialmente propicia para iniciarse en el camino de las adicciones, siempre que exista el caldo de cultivo emocional y psicológico que lo favorezca.
P.- A tenor de sus palabras, doctor, ¿podríamos afirmar que este es un mensaje que los padres y madres deben tener muy en cuenta para proteger a sus hijos?
R.- Efectivamente, y ese es, de hecho, al punto al que quería llegar. Si alguna característica tiene el verano es que los escolares están de vacaciones. Y no una semana ni dos, sino dos meses consecutivos, al menos. Eso es mucho tiempo, porque, además, no solo están ellos de vacaciones, sino también sus amigos y amigas y, en definitiva, el grupo de jóvenes de su edad con los que, mayormente, comparten su tiempo de ocio. ¿Qué quiere decir ello? Pues, simplemente, que hay más salidas a la discoteca, a los pubs o a cualquier otro lugar asociado a fiestas, jolgorio y, por desgracia, también a consumo de drogas.
P.- La juventud, además, es un período especialmente crucial a la hora de marcar la relación que una persona mantendrá con las drogas y con otras dependencias a lo largo de su vida….
R.- Desde luego. Cuando se es joven se es poco consciente de los peligros y los riesgos que nos acechan. Y es lógico que sea así, porque aquello que te da la medida de los riesgos es la experiencia, y en la edad juvenil esa experiencia todavía no se ha adquirido. En el caso de las drogas, por muchas campañas informativas que se organicen y se divulguen, muchos jóvenes piensan, equivocadamente, que son capaces de controlar la situación y que, por tanto, no corren ningún peligro real. Craso error. Cuando la droga entra en la vida, lo hace muchas veces para quedarse, y por eso, especialmente en esta época de verano, las familias han de estar muy atentas a que sus hijos e hijas no se abonen a determinados excesos que, con el tiempo, pueden resultar letales.