P.- En principio, ¿hace un balance favorable de 2016 a nivel de política sanitaria?
R.- La verdad es que sí. La sanidad balear ha mantenido la evolución positiva que ya inició el año anterior tras el comienzo de la nueva legislatura, y la verdad es que muchos de los objetivos que se trazaron entonces se han concretado y consolidado. Como recordará, nuestra apuesta principal, no solo de la Conselleria de Salut, sino del Govern en su conjunto, es desarrollar políticas para la gente, en las que la atención a las personas sea el eje sobre el que giren todas las actuaciones y proyectos. Siempre hay aspectos que te gustan más y otros que te gustan menos, pero, en general, creo que hemos cumplido esa expectativa, y ello he de agradecerlo, principalmente, a la implicación incondicional de los profesionales que trabajan en el campo de la salud en Balears, y, por supuesto, a los formidables gestores con que tenemos la suerte de contar en nuestro departamento.
P.- ¿De qué actuaciones se siente más satisfecha de todas las puestas en marcha en este último año?
R.- Así, de pronto, podría hablarle del retorno de la gratuidad de la tarjeta sanitaria, que fue, sin duda, el primer gran objetivo cumplido. Igualmente, se ha trabajado con ahínco en la descentralización de los servicios sanitarios para que Menorca, Eivissa y Formentera aspiren a un buen nivel de calidad asistencial mediante la cercanía de las prestaciones, y evitando, en la medida en que resulte posible, los desplazamientos a Mallorca. También me siento orgullosa de las mejoras introducidas en la estabilidad laboral de los profesionales del sector mediante la potenciación del personal interino como respuesta al exceso de contratos precarios y de corta duración. El balance de las listas de espera ha cumplido las expectativas, y por si ello fuera poco este ha sido el año en el que, al fin, se han iniciado los estudios de grado de Medicina en Balears.
P.- Hablando precisamente de ello, ¿le merecen una buena valoración estos primeros meses de trabajo en la recién estrenada facultad de Medicina?
R.- Desde luego, y en todos los sentidos. Por una parte, porque contamos con unos docentes implicados que dan lo mejor de sí mismos para ofrecer una formación de calidad que dote de prestigio y reconocimiento a los estudios que se realizan en nuestras islas. Y, por otro lado, por el enorme interés por formarse y aprender que se puede observar en el alumnado. Me pongo en la piel de los profesores y no dudo en que para ellos debe suponer una satisfacción inmensa dar clase a unos jóvenes tan preparados e inteligentes.
P.- Aun así, todavía hay sectores que discuten la conveniencia de seguir adelante con la facultad. ¿Usted lo entiende?
R.- Pues no. La verdad es que no puedo entenderlo. Pienso que en estos meses ya ha quedado medianamente clara la enorme contribución social, cultural y académica que está en condiciones de aportar la facultad de Medicina, y el extraordinario impulso que significará para el desarrollo de la investigación en Balears.
P.- En este año y medio de gobierno autonómico, ¿hemos asistido al inicio de un cambio de modelo en la política sanitaria de las islas?
R.- Pienso que así ha sido, sobre todo porque hemos sido perseverantes en nuestra idea de acercar las prestaciones a las personas. Es en esta línea que cabe entender actuaciones como la ampliación del horario de los centros de salud. Igualmente, esta mayor cercanía con los ciudadanos ha dado sentido a otro proyecto emblemático de la legislatura, como es la estrategia de la cronicidad.
P.- Efectivamente, como usted dice, la atención específica a los enfermos crónicos y de larga duración es una de las grandes prioridades de la legislatura. ¿A qué planteamientos y necesidades obedece?
R.- Vivimos en una sociedad donde, afortunadamente, la gente vive de cada vez más años gracias a los mejores cuidados médicos y a la efectividad de los tratamientos, entre otros factores igualmente importantes. Sin embargo, el sistema de salud no está orientado a la atención de este perfil de pacientes, es decir, hombres y mujeres mayores de 65 años que sufren una o más enfermedades que requieren vigilancia y seguimiento constantes. Ese es el gran reto del modelo de cronicidad que estamos tratando de impulsar en Balears: ofrecer a estos usuarios un marco idóneo y adaptado para las necesidades de salud que plantean, y que son diferentes a las de los enfermos agudos.
P.- ¿Y qué actuaciones darán pie a la implantación de este modelo?
R.- Básicamente, hablamos de dos puntos relevantes. Por una parte, la creación y puesta en marcha de equipamientos con camas y plazas directamente orientados a este perfil de paciente. Y, por otra, la potenciación de la atención personalizada y domiciliaria. Esto último reviste una especial importancia, porque está claro que, como muy bien refrendan los profesionales, no hay un mejor lugar para recibir cuidados médicos que el propio domicilio, siempre, lógicamente, que se cuente con los recursos correctos. Este es el guante que ha recogido el Govern autonómico a través de la estrategia de la cronicidad, para cuya consecución resultará imprescindible la implicación y el protagonismo de los centros de salud, en tanto que la Atención Primaria es la instancia que mantiene un contacto más directo y cercano con el enfermo.
P.- ¿La conversión del antiguo hospital Son Dureta en un centro de acogida para pacientes de larga estancia discurre en esta misma línea?
R.- Si, por supuesto. Se trata de un proyecto complejo, ambicioso, pero a la vez tremendamente necesario que el Govern está impulsando a través de la sinergia de varios de sus departamentos. En este sentido, estamos trabajando codo con codo con la Conselleria de Serveis Socials i Cooperació, y no solo en la habilitación de plazas en Son Dureta, sino también en otros emplazamientos. La meta es que los recursos sociosanitarios de estas islas aumenten en la misma proporción en que lo hacen las necesidades de los ciudadanos.
P.- Hacía usted referencia anteriormente a la Atención Primaria y a su papel de liderazgo en el nuevo modelo de cronicidad. ¿Esta ha de ser la legislatura que reivindique como se merece la contribución del primer nivel asistencial?
R.- Hay muchos motivos para impulsar la Atención Primaria, para dotarla con más medios e incrementar la inversión que se le dedica, pero, seguramente, la razón más evidente es que no estamos hablando tan solo de la puerta de entrada al sistema sanitario, sino de la casa común de los pacientes. Tenga en cuenta que la medicina de familia resuelve el 90 por ciento de casos que llegan al sistema de salud, y esto exige disponer de presupuestos suficientes que, desgraciadamente, en la pasada legislatura, habían descendido en vez de aumentar. En este nuevo período de gobierno, la inversión en Atención Primaria se ha incrementado sustancialmente, y la previsión es que suba aún más en el futuro.
P.- Sin embargo, no parece haber solución para el déficit de personal que se observa en los centros de salud, consellera…
R.- Somos plenamente conscientes de este problema, y sabemos que, sin ir más lejos, este pasado verano se vivieron situaciones difíciles a causa de la falta de profesionales. ¿Por qué ocurre esto? En mi opinión, es la consecuencia de provenir de un marco de extremada precariedad laboral que no se ha hecho atractivo para los profesionales del primer nivel asistencial ejercer su labor en Balears. Tratamos de dar la vuelta a todo esto. Por ejemplo, los anteriores contratos de lunes a viernes que se impulsaron para no generar costes salariales los fines de semana ya no existen, y, además del incremento de la interinidad para sustituir a las contrataciones precarias, se ha lanzado la nueva oferta de plazas estatutarias del Servei de Salut.
P.- Sí, pero no tantas como ustedes hubieran deseado…
R.- Eso desde luego, pero es que hay imposiciones de la Administración del Estado a las que desgraciadamente no nos podemos sustraer. Crea una cierta impotencia tener que limitar a un 10%, aproximadamente, el número de plazas que desde la conselleria nos gustaría ofertar, pero la ley de reposición que el Gobierno central ordena cumplir taxativamente exige que solo puedan incorporarse nuevas plazas cuando se trata de jubilaciones u otras sustituciones que han provocado una vacante permanente en el sistema. Ojalá que en este nuevo año el Gobierno central sea capaz de replantear estos temas, y que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, deje de ponernos el pie encima.
P.- Para cambiar de tercio, ¿qué opina de la evolución de su profesión, la enfermería, en estos últimos años?
R.- Estoy muy orgullosa de pertenecer a una profesión en la que se están haciendo realmente bien las cosas. Estamos viviendo acontecimientos que hace poco tiempo resultaban impensables, como la concesión de premios y reconocimientos internacionales a los profesionales de enfermería e incluso la reciente nominación de la profesora Rosa María Alberdi como doctora Honoris Causa por la Universidad de Murcia.
P.- El Colegio Oficial de Enfermería de Balears, al igual que otras instituciones colegiales, elogian a menudo su gestión como consellera. Y también los sindicatos del sector sanitario parecen satisfechos. ¿Cuál es la fórmula para lograr un entendimiento tan amplio?
R.- No hay ninguna fórmula especial. Simplemente, se trata de cumplir los compromisos que se asumen, y si se hace así, se gana en credibilidad. Los representantes de los diversos colectivos saben que pueden confiar en esos responsables políticos determinados porque van a cumplir la palabra que han dado. Así ocurrió en el tema de la carrera profesional: reunimos al sector, le revelamos que por desgracia no se podían cumplir las promesas que se lanzaron en la anterior legislatura, y les propusimos un nuevo plazo para hacerlo. Hemos cumplido, y ahora esos mismos sindicatos confían en nosotros. Y no me estoy refiriendo solo a un hecho puntual como el de la carrera profesional, sino al clima general que se respira en el sector público de la salud. Percibimos que los profesionales sanitarios, en cada una de sus vertientes, están recuperando la ilusión en esta legislatura. No digo ya la implicación, porque siempre la han demostrado, incluso en los tiempos más duros. Pero sí la ilusión por construir una sanidad más abierta, democrática, moderna y efectiva. Ese es el compromiso que nos une a todos.
P.- Y el que se identifica también la sanidad privada…
R.- Desde luego que sí. Además, contamos con centros privados de gran calidad en Balears y ese es un patrimonio que no podemos ni debemos desdeñar. La voluntad de mi departamento es seguir profundizando en los acuerdos con el sector privado, que han tenido ya un buen inicio con la resolución en positivo del conflicto que atenazaba al servicio de transporte sanitario, por ejemplo. Es en esta línea de colaboración y de respeto mutuo en la que hay que encauzar las relaciones entre sanidad pública y privada. Además, me gustaría resaltar la extraordinaria contribución de los hospitales sin ánimo de lucro de Creu Roja y Sant Joan de Déu. Siempre están a nuestro lado cuando les necesitamos, con la mejor predisposición posible, y nos gustaría que en el futuro pudiéramos estrechar todavía más el vínculo que nos liga.
P.- Sin embargo, a pesar de esta voluntad de cooperación, el Govern no ha recuperado de momento el decreto de garantía de demora, que permitía a los pacientes acudir a la sanidad privada cuando se superaban determinados niveles de espera a la hora de someterse a una intervención quirúrgica. Ese decreto, ¿volverá a existir algún día?
R.- Ese es nuestro objetivo, pero la prioridad era, en primer lugar, normalizar las listas de espera, y los resultados que se están logrando demuestran que estamos en el buen camino. Tenga en cuenta que en el año recién acabado las listas descendieron incluso durante los meses de verano, lo cual es una circunstancia casi inédita en nuestra Comunidad Autónoma. Ahora bien, el objetivo que queremos lograr todavía no se ha materializado del todo.
P.- ¿Y de qué objetivo estamos hablando?
R.- Por una parte, conseguir que en ningún centro hospitalario de Balears se tengan que esperar más de dos meses para ser recibido por el especialista. Hemos mejorado significativamente los registros anteriores, pasando de un promedio de 88 días de demora a 44, e incluso en hospitales determinados, como Inca y Mateu Orfila, esa meta ya es una realidad. Pero no es suficiente. Hay que lograrlo en todos los centros hospitalarios. En cuanto a las operaciones quirúrgicas, el avance se ha traducido en que actualmente hay algo más de 440 pacientes aguardando su turno en el quirófano desde hace más de medio año, cuando habíamos arrancado la legislatura con una cifra de unos 2.500. También en este punto, el objetivo es claro: que ningún usuario de la sanidad pública deba esperar más de seis meses para ser intervenido. Y que ello ocurra en todos los hospitales del Servei de Salut. Cuando ambos objetivos se logren, entonces pondremos sobre la mesa la recuperación del decreto de demora.