Médico-Forense Especialista en Medicina Legal.
@Alarconforense
Lo más necesario, aquello que de lo que no puede prescindirse, es lo primero que se deteriora. Lo último el pelo, el cabello. La especialización de los órganos deviene por ser siempre la parte más sensible; pasa con el músculo cardíaco y pasa también con el cerebro, cuando se tiene.
Si la descomposición de un cadáver empieza por sus partes más nobles, me gustaría saber por qué cojones la descomposición de un gobierno no puede empezar igualmente por sus partes más nutritivas. Acaba de ocurrir. Los quirófanos de Ibiza son el principio de la cadaverina, la inspiración definitiva de que los múscidos invoquen el lugar exacto por el que empieza a verse el final de ese pacto de progreso de a tres entre dos, o sea, de uno y medio dando por el saco. Y sin pedir perdón. Las moscas acuden en masa a Ibiza a advertirnos del hecho y a enfocarnos el origen, a darnos los primeros síntomas de este enfermo político y parlamentario ya extinto. La grasa y su exceso se necesitaban para cumplir el ciclo reproductivo de la destrucción. Lo que Xelo Huertas inicio en Mallorca y Montse Seijas continuó en Menorca (ambas dos de Podemos) ha empezado su fase de putrílago en las Pitiusas de mi alma, ha empezado a dar sus de primeros pasos sobre este animal en descomposición política.
Son los efectos a distancia de las mismas moscas, que resulta que siempre son las mismas en los mismos festines de despojos las que con su entomología volátil atacan ese portaviones económico y presupuestario de Julimiamor. ¿A quién le importa que se suspendan 70 intervenciones quirúrgicas si lo que queda en el aire con su olor a náusea es un enfermo a medias de muerte? ¿A quién le importa que la fase enfisematosa de esa descomposición empiece en Ibiza, que los síntomas de Mallorca empiecen por las Pitiusas si ya no queda más remedio que el diagnóstico final?
La mosca, o es cojonera, o es el símbolo de que te pasa algo grave. O sabes de dónde viene y sobre todo por qué viene o estás muerto. Patriciamiamor sabe bien de dónde viene toda esa mierda, sabe esta enamorada de la sanidad –con sus ojos de vida y de deseo azul- de dónde viene todo ese mosqueo que la intranquiliza y que no deja de posarse sobre su cuerpo de verano una y otra vez. Levanta su mano consellera, y se las aparta con delicadeza a su amado Juli, una dedicación que para sí hubiera querido Llull en aquel libro del amigo y del amado. Dice la prensa que vienen del subsuelo de los quirófanos, como si no supiéramos ya dónde estaba situada la presidencia del Parlamento. Camargo, Jarabo o tarzán Picornell. Menuda banda de zombis.
