Vuelve Pep Pomar a la vieja dirección del nuevo Son Espases, y vuelve para ser el puto amo de la sala de espera en la que a usted se le mezcla ese estrabismo que hace que sólo vea cosas a la izquierda. Vuelve el sectarismo rancio de vieja gloria transformada en gloria divina, retornado de los cuidados de las monjitas andaluzas del Señor, así que si no lo sabía ya sabe quién es el que maneja su vieja barca y el que mece –en el peor de sus casos- su vieja cuna.
Vuelve Pep para hacer viejo el nuevo Son Espases, vuelve mientras que su twitter confirma lo que siempre supimos: que es “transeúnte y pasajero”, unto de ida y vuelta, víctima de la caridad económica monjil elevada al enésimo infierno del exceso de sueldo. Regresa este octavo pasajero pasado por la rancia izquierda socialista desde la gerencia de las “Hermanas Hospitalarias” andaluzas, con la postura del misionero aprendida, con las viejas artes que ya conocía de la caridad hacia la deuda pública y como “profeta de la hospitalidad” hacia los suyos, hacia el socialismo minoritario que nos gobierna colocando a la familia, siempre la familia.
Vuelve Pomar sin vergüenza alguna de los muchos reveses que sus invenciones como ex director general del IBSalut nos dejaron en los bolsillos. Vuelve como anacoreta olvidadizo de que gracias a él peligró el pago de las 14000 nóminas de los profesionales sanitarios, de las profecías cumplidas sobre lo que le advertimos sobre los desmanes en Gesma, sobre las jubilaciones y sobre tantas y tantas barbaridades que se le ocurrían. Vuelve como vuelve el viejo José Ramón Bauzá, a hacer el ridículo que no ha dejado de hacer desde que perdiendo nuestro gobierno fue perdiendo el suyo poco a poco, “a las duras y a las maduras” siempre en beneficio de su bolsillo. Los viejos roqueros, con viejos dejes y viejos vicios vuelven siempre, lástima que sean los ciudadanos los que financiemos la mística de sus invenciones y el ascetismo de los ajusticiamientos que pronto veremos.
Vuelve el Alien con ese olor a relicario y a incienso que ya va dejando por los pasillos que nunca transita. El viejo PSIB y su viejo botafumeiro nunca muere.