Juan Riera Roca /
Ya está aquí otra vez la ‘maldita primavera’, pero maldita no por el mal de amores al que cantara Loretta Goggi (aunque probablemente también ‘maldita’ por eso) sino por la alergia, que afecta a corazones rotos y a corazones enteros. Y de hecho, si las previsiones de los expertos no han sido erróneas, el invierno inusitadamente lluvioso que hemos tenido este año y el aumento de las temperaturas ha provocado que la polinización se haya adelantado en Baleares y en otros puntos de España y las alergias tendrán esta primavera mayor intensidad que en temporadas anteriores.
De hecho, los que sufren los conocidos y molestos síntomas –en forma de estornudos, congestión, moqueo imparable, asma, tos, dermatitis y otras gracias – no habrán tenido que esperar al 22 de marzo, inicio oficial de la primavera, para sacar los pañuelos y los inhaladores (esperemos que autorizados por el médico ya que pueden crear efecto rebote y peligrosas adicciones).
Los expertos en alergología y ortorrinolaringología –las dos especialidades médicas que, junto con los neumólogos, suelen ir de la mano para tratar a los pacientes –han avisado ya de una más que probable incidencia más intensa de las alergias esta primavera.
El 25% de la población balear está afectada por rinitis alérgica, debido principalmente a los ácaros del polvo y a algún tipo de polen.
La alergia es una reacción inmunitaria del organismo frente a una sustancia generalmente inocua para el anfitrión, que se manifiesta por unos signos y síntomas característicos cuando este se expone a ella (por inhalación, ingestión o contacto cutáneo). Es decir, el cuerpo se cree invadido por algo que no es malo pero a lo que por alguna razón ha desarrollado sensibilidad patológica.
SENSIBILIDAD
Durante mucho tiempo la alergia se ha considerado equivalente a la hipersensibilidad (un término más antiguo) y por ello se ha considerado erróneamente como una reacción inmunitaria exagerada ante una sustancia. Pero la «alergia» es la expresión clínica de los mecanismos de respuesta inmunitarios normales del organismo, frente a los posibles invasores.
Parece ser que el error no está en el tipo de respuesta ni en su intensidad sino en el objetivo, que no constituye ninguna amenaza. La consecuencia final de este error del sistema inmunitario es la enfermedad del anfitrión, provocada por los efectos colaterales sufridos por los tejidos, allí donde el sistema inmunitario trata de defenderse de esa sustancia inocua.
Las manifestaciones clínicas de esta enfermedad son diversas, ya que dependen de la sustancia causal y del órgano afectado. En la actualidad, más de un tercio de la población mundial presenta alguna enfermedad de origen alérgico.
La alergia es la causa fundamental de enfermedades tan frecuentes como la conjuntivitis, la rinitis o el asma y de algo tan grave como la anafilaxia.
Las enfermedades generalmente bajo el término «alergia » (por estar mediadas por anticuerpos del tipo IgE o relacionados) y que de hecho los alergólogos tratan con mayor frecuencia (aunque no de forma exclusiva), son el asma, la rinitis (manifestada por los estornudos), las conjuntivitis y las dermatitis. No todas tienen un origen estacional: hay alergias a animales, alimentos, etcétera.
ASMA ALÉRGICA
El asma alérgica es provocada por reacciones inmunológicas, en la mayoría de los casos son iniciadas por anticuerpos del tipo IgE. Se denomina rinitis alérgica cuando los síntomas típicos (congestión nasal, rinorrea, estornudos o prurito nasal) son el resultado de una reacción de hipersensibilidad —en la mayoría, de tipo IgE—, por lo que también se puede llamar rinitis alérgica mediada por IgE.
A su vez, atendiendo a la duración de los síntomas, se subdivide en intermitente y persistente; rinitis alérgica estacional hace referencia a los episodios estacionales, como por ejemplo la rinitis alérgica inducida por el polen. En relación al efecto de los síntomas sobre actividades cotidianas y el sueño, se puede denominar como leve o moderado- severa.
La frecuente asociación de la conjuntivitis alérgica mediada por IgE con la rinitis alérgica hace que el término rinoconjuntivitis alérgica sea el más apropiado para su denominación.
Además de la conjuntivitis mediada por IgE, puede aparecer conjuntivitis alérgica de contacto, que involucra mecanismos de activación de linfocitos Th1, según explican los especialistas en la materia.
Las alergias también producen dermatitis. Dermatitis es el término genérico para definir una inflamación local de la piel. Y luego se da lo que generalmente se conoce como síndrome de eccema/dermatitis atópica que –señalan los especialistas –no es una única entidad sino una suma de alteraciones cutáneas con ciertas características clínicas comunes.
ECCEMA
Es por ello que en ciertos ámbitos médicos se considera es más apropiado el término eccema. En niños y jóvenes con una constitución atópica, la inflamación subyacente es dominada por anticuerpos IgE y se utiliza el término eccema atópico cuando se demuestra sensibilización mediada por IgE. En algunos países, el término correspondiente sería dermatitis atópica.
La dermatitis de contacto se refiere a una reacción inflamatoria local de la piel, provocada por contacto directo con sustancias químicas de bajo peso molecular o irritantes.
Cuando estas reacciones son mediadas por mecanismos inmunológicos, principalmente por linfocitos Th1, se denomina dermatitis alérgica de contacto y suele ser una enfermedad del ámbito laboral Algunos alérgenos típicos son: níquel, fragancias, iones de cromo, conservantes y urushiol, de la planta de la hiedra venenosa. Si la exposición ocurre por vía oral se denomina dermatitis alérgica de contacto sistémica. Cuando no están involucrados mecanismos inmunitarios, se denomina dermatitis de contacto no alérgica o dermatitis de contacto irritante/tóxica.
Un subgrupo de dermatitis de contacto, la dermatitis de contacto por proteínas, es probablemente una reacción asociada a IgE causada por la absorción de las proteínas a través de piel dañada, cuya denominación correcta es dermatitis alérgica de contacto con proteínas asociada a IgE. Otras formas de dermatitis la numular y la fotosensible, pero también clasificadas como eccemas.
URTICARIA
La urticaria se caracteriza por el desarrollo de placas eritematosas y pruriginosas que aparecen y desaparecen en minutos u horas, en ocasiones varios días. Cuando es mediada por un mecanismo inmunitario se denomina urticaria alérgica, comúnmente relacionada con la IgE, por lo que se denomina urticaria mediada por IgE. La urticaria mediada por la IgE suele ser la modalidad aguda.
Se ha descrito urticaria por contacto tópico con alérgenos, como ocurre en la alergia al látex por uso de guantes o como consecuencia de lametones de perro en alérgicos a los canes.
En estos casos se denomina urticaria alérgica de contacto y puede ser IgE mediada. En ciertos tipos de urticaria crónica pueden estar involucrados autoanticuerpos y es una variedad de urticaria alérgica.
La prevalencia de las enfermedades alérgicas está experimentando un aumento continuo en todo el mundo, con un porcentaje de población afectada calculado en un 30-40%.
Una elevada proporción corresponde a personas jóvenes, lo cual implica que la carga de enfermedades alérgicas será más elevada cuando estos sujetos alcancen la edad adulta.
Actualmente, entre los niños de edad escolar las tasas de sensibilización a uno o más alérgenos comunes se aproximan al 40-50%. Con frecuencia se manifiesta en asma infantil.
El aumento de la contaminación atmosférica y la temperatura ambiente que se está experimentando, hace que se eleven los recuentos de polen, la presencia de insectos y de hongos asociados a las enfermedades alérgicas.
IMPACTO
Más del 50% de los casos de asma en los adultos y alrededor del 80% en los niños es de origen alérgico, con un claro aumento de su prevalencia.
La rinitis alérgica está presente en un 10-30% de la población.
Las reacciones adversas a medicamentos afectan aproximadamente a una décima parte de la población mundial, de las cuales un 10% corresponde a reacciones de hipersensibilidad.
La presencia en la población general de anticuerpos IgE específicos para veneno de himenópteros es elevada, si bien únicamente una parte de estas personas llega a desarrollar una reacción sistémica.
No obstante, hasta un 50% de personas que no tienen una historia previa documentada de una reacción sistémica experimenta una reacción mortal, según los datos epidemiológicos.
Según la SEICAP (Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica) explica en su página web para pacientes (en la dirección http://pacientes.seicap.es) para hacerse alérgico se necesita al menos un primer contacto con el alérgeno y para presentar síntomas de alergia se necesita más de un contacto, de hecho, los síntomas aparecen con la repetición.
“En un determinado momento –explican los expertos de la SEICAP –empieza el proceso de sensibilización: la persona va formando IgE frente a un alérgeno concreto.
Inicialmente el nivel de esa IgE es bajo, o la cantidad de alérgeno es pequeña, y la persona aparentemente está tolerando bien el alérgeno y el nivel de IgE va subiendo”, según explican desde esta sociedad científica.
SÍNTOMAS
Esto sucede –añaden estos expertos –hasta que alcanza un nivel determinado a partir del cual el contacto con el alérgeno ya desencadena síntomas.
Para que se den síntomas ha de haber suficiente cantidad de IgE y de alergeno; si la cantidad de alergeno es pequeña, la persona a l é r g i c a aparentemente la t o l e r a sin problemas, lo que puede dar una falsa sensación de no tener ya el problema.
Los expertos de la SEICAP señalan que “las personas que tienen síntomas de asma (o bronquitis o broncoespasmo), rinitis, conjuntivitis, dermatitis atópica, urticaria, edema o inflamación, dermatitis de contacto, síntomas digestivos de dolor, vómitos o diarrea más o menos intensa, reacciones con alimentos, medicamentos o con picaduras pueden tener alergia”, aunque no siempre.
Hay más sospecha si los síntomas son prolongados, o si se van repitiendo con frecuencia aunque entre medias se recupere totalmente. También se sospecha si se nota relación clara entre tocar, respirar o comer alguna sustancia sospechosa y la aparición de los síntomas.
En estos casos es cuando el especialista puede realizar un estudio para detallar las características de esa alergia.
El estudio de alergia comprueba si se está sensibilizado frente a los alérgenos más frecuentes, que varían según la enfermedad que se padezca, según la edad y según la zona de residencia. También se estudian alérgenos menos frecuentes, según los lugares y ambientes a los que el paciente acuda con más frecuencia aunque parezca inicialmente que no causan síntomas.
PRUEBAS EN LA PIEL
Para realizar este estudio se efectuarán unas pruebas en piel (las conocidas punciones que se controlan con marcas), análisis de sangre de IgE, parches en la piel, pruebas de función respiratoria, o pruebas de exposición, de provocación o tolerancia.
Según los datos de cada paciente se hacen unas pruebas u otras, y el especialista las interpretará para un diagnóstico y tratamiento adecuado.
Las pruebas en piel –explican los expertos de SEICAP – se realizan habitualmente en el brazo. Se pone una gota de líquido con el alérgeno sospechoso, y se punciona la piel a través de la gota con una lanceta cuya punta mide un milímetro.
El alérgeno penetra en la piel, y si se tiene alergia se forma una pápula, un abultamiento de la piel con enrojecimiento que lo denuncia.
Los análisis de sangre más corrientes para el estudio de alergia son la IgE total y la IgE específica. La IgE total se interpreta como la predisposición para desarrollar alergia. No indica alergia concreta. Esta predisposición es de tipo hereditario familiar. Las personas con IgE total alta tienen más facilidad para desarrollar alergia, pero no obligatoriedad de desarrollarla en algún momento.
Siguiendo con los datos de la SEICAP, los análisis de IgE específica miden si en la sangre del paciente hay IgE específica contra un alérgeno concreto.
Las personas sin alergia no tienen cantidades detectable de IgE frente a, por ejemplo, la caspa de gato. Si en la sangre del paciente se encuentra IgE frente a la caspa de gato decimos que ese paciente se encuentra sensibilizado.
TRATAMIENTOS
Los tratamientos contra las alergias son variados y será el médico quien los instaure a partir de la historia clínica, los exámenes, pruebas y análisis.
Entre los tratamientos más habituales se encuentran los aerosoles nasales con corticosteroides, los medicamentos con antihistamínicos, los descongestionantes, las inyecciones antialérgicas y las vacunas contra alergias concretas.
Los aerosoles nasales con corticosteroides son diferentes de los aerosoles que se pueden comprar en la tienda para aliviar los síntomas del resfriado.
Un aerosol nasal con corticosteroides funciona mejor cuando se utiliza todos los días y puede tardar dos o más semanas para que los síntomas mejoren.
Empezar su uso –siempre de acuerdo con el méduico –los al comienzo de una temporada de polen le brindará los mejores resultados durante dicha temporada.
Los antihistamínicos tratan síntomas como la congestión, el goteo nasal, los estornudos o la picazón; también, la hinchazón de las vías nasales, la urticaria y otras erupciones cutáneas, la picazón y la secreción de los ojos. Las horas de las tomas sin muy importantes en cada caso y lo más frecuente es que se indiquen para antes de acostarse ya que muchas crisis se dan de madrugada.
Pero es que además ciertos antihistamínicos producen somnolencia, que en personas más propensas puede ser intensa.
Lo normal –salvo algunas especificidades –es que el consumo de medicamentos antihistamínicos esté contraindicado con el alcohol, que entre otros efectos secundarios puede aumentar exponencialmente la somnolencia, generando situaciones de grave riesgo.
ANTIHISTAMÍNICOS
Los antihistamínicos se consideran seguros para los adultos y en su mayoría para los niños mayores de 2 años. Una mujer embarazada o que esté amamantando deberá consultar al médico posibles contraindicaciones.
Los adultos que toman antihistamínicos deben saber cómo les afecta el medicamento antes de conducir o utilizar maquinaria (especialmente por la somnolencia).
Personas con ciertas patologías deberán tener especial precaución a la hora de tomar antihistamínicos. Es el caso de quienes presenten aumento en la presión del ojo (glaucoma), próstata agrandada o problemas para orinar, epilepsia, hiperactividad de la tiroides, cardiopatía o hipertensión arterial o diabetes. Los efectos secundarios de los antihistamínicos pueden ser diversos.
Entre estos efectos secundarios pueden darse mareos, boca reseca, nervios, excitación o irritabilidad; cambios en la visión, como visión borrosa o disminución del apetito.
Es aconsejable volver al médico si su uso genera problemas como nariz irritada, hemorragias nasales o si tiene cualquier otro síntoma nasal nuevo. También, si los síntomas de la alergia no mejoran con el tratamiento.
En algunos casos se opta por la vacunación. La vacuna antialérgica se inyecta. El medicamento contiene una pequeña cantidad del alérgeno al que previamente ha detectado que el paciente es sensible.
Puede ser el caso de esporas del moho, ácaros del polvo, caspa de animales, pólenes o veneno de insectos. Las vacunas se aplican en periodos de 3 a 5 años.
OTRAS ACCIONES
En cualquier caso los expertos recuerdan que las vacunas antialérgicas son sólo una parte de un plan de tratamiento para la alergia. El médico también puede recomendar a cada paciente tomar medicinas para la alergia mientras recibe las vacunas antialérgicas. El especialista que trate el caso también puede recomendar que se reduzca su exposición a los alérgenos.
Los síntomas de alergia se producen cuando el sistema inmunitario trata de atacar al alérgeno en el cuerpo. En ese proceso se crea mucosidad, lo cual cusa síntomas molestos en la nariz, los ojos y los pulmones.
Cuando en una vacuna se inyecta una pequeña cantidad del alérgeno, el sistema inmunitario produce un anticuerpo que impide que el alérgeno cause los síntomas. Después de varios meses de inyecciones, se pueden aliviar todos o algunos de los síntomas.
El alivio de los síntomas puede durar varios años. Para algunas personas, las vacunas antialérgicas pueden prevenir nuevas alergias y reducir los síntomas del asma. Otras, sin embargo –algo que se verá con el tiempo –tienen tendencia a desarrollar sensibilidades a otros agentes.
Las vacunas son objeto de debate en el tratamiento de las alergias. En su contra juegan dos hechos: uno, que haya pacientes que cuando se ‘curan’ de una alergia desarrollan otra, de modo que no se produce un gran beneficio; dos, el riesgo (mínimo y controlado) a un shock, por lo que estas vacunas se ponen siempre en un entorno médico controlado.