Consiste, tal como se informa en este número de Salut i Força, en la organización de visitas al centro por parte de perros cuyos propietarios se hallan ingresados.
De esta manera, estos pacientes recuperan el contacto con su mejor amigo de cuatro patas tras un tiempo de forzosa separación, como sucedió en el recuentro protagonizado por José con su perro León, que abrió el ciclo de visitas del programa Dogspital.
El proyecto se inscribe en las modernas y avanzadas técnicas que han demostrado sobradamente la positiva influencia que los animales de compañía ejercen a la hora de abordar la recuperación emocional y psicológica frente a un proceso de enfermedad.
En efecto, la entrega, el cariño, el afecto, que perros, gatos y otras mascotas son capaces de demostrar hacia las personas que les quieren y les cuidan, y también hacia otros seres humanos que, simplemente, les acogen con una caricia, redundan satisfactoriamente en la mejora de la evolución de la patología. Y eso no es ciencia ficción, ni una simple opinión. Son datos objetivos y constatables, que se han obtenido mediante estudios rigurosos y de gran valor científico.
En este sentido, los creadores de Dogspital han sabido entender a la perfección hasta qué punto la aportación emotiva y afectiva de un perro puede resultar clave y necesaria en la superación de una dolencia. Quienes detentan la propiedad de algún animal doméstico son los que mejor pueden entenderlo.
Las caricias, los lametones, los besos, las manifestaciones de amor y cariño que los perros saben transmitir más efusivamente que la mayor parte de seres humanos establecen una conexión indesligable entre animal y persona de la que esta se beneficia extraordinariamente.
La compañía de un perro, la comunicación con él, logra resultados milagrosos en casos de personas solitarias, enfermas y vulnerables, que ven cómo la presencia de su compañero les permite atisbar un horizonte más claro, más diáfano, más positivo, en sus vidas, especialmente cuando el dolor y el sufrimiento se transforman en cotidianos.