Juan Riera Roca /
Un estudio, con participación del doctor Pedro Montoya, catedrático del Departamento de Psicología e investigador principal del grupo de investigación en Neurociencia Cognitivoafectiva y Psicología Clínica de la Universitat de les Illes Balears, permite entender mejor las bases neurológicas del dolor en pacientes con fibromialgia. El trabajo ofrece, además, nuevas claves para, en un futuro, disponer de nuevas técnicas de diagnóstico de esta enfermedad más precisas y fiables, así como tratamientos que ayuden a los pacientes a manejar mejor el dolor crónico.
En el estudio, liderado por la Universidad Politécnica de Valencia, han participado también investigadores del Hospital La Fe de Valencia, la Universidad de Granada (UGR), la Universidad de Valencia (UV), y hay col laborado la Asociación Valenciana de Afectados de Fibromialgia (AVAFI). Las conclusiones del estudio han sido publicadas en la revista científica PLUS ONE.
El objetivo principal del trabajo fue caracterizar en condiciones de reposo la velocidad de flujo sanguíneo cerebral de pacientes con fibromialgia, para así tener mejor conocimiento de las relaciones entre patrones específicos de actividad cerebral y la percepción del dolor de estas pacientes.
En el trabajo participaron 15 mujeres con fibromialgia y 15 mujeres sanas (con edades comprendidas entre 33 y 67 años). Las voluntarias debían permanecer en reposo durante 5 minutos mientras los monitorizaban la velocidad de flujo sanguíneo en las arterias cerebrales medias y anteriores haciendo uso de una técnica inocua, basada en ultrasonidos, llamada Doppler transcraneal.
«Se eligieron estas arterias para que irrigan diferentes regiones cerebrales relacionadas con el dolor y se preveía que podrían observarse diferentes patrones de velocidad de flujo sanguíneo en las arterias en comparar entre pacientes y población general», apunta Beatriz Rey, profesora titular del Departamento de Ingeniería Gráfica de la Universidad Politécnica de Valencia y coordinadora del estudio.
Los investigadores aplicaron diferentes algoritmos de tratamiento de señal basados en análisis temporal, espectral, tiempo-frecuencia y de complejidad para obtener diferentes parámetros de las señales registrados y así poder caracterizarlos. De este modo, este estudio profundiza en el conocimiento sobre las modificaciones en el funcionamiento del cerebro como consecuencia del dolor crónico y las emociones negativas que sufren estos pacientes.
Los resultados demuestran que, en comparación con la población general, las pacientes con fibromialgia muestran una mayor complejidad en la señal de velocidad de flujo sanguíneo, así como una distribución diferente en la densidad espectral de potencia. Además, se han observado correlaciones de estos parámetros con los niveles de dolor clínico, ansiedad y depresión medidos por cuestionarios.
«Las alteraciones observadas podrían reflejar, entre otros aspectos, diferencias en actividad vasomotora periférica, en la respuesta nerviosa vegetativa o en la autorregulación cerebral. Un mejor conocimiento de las bases cerebrales del dolor puede ayudar en un futuro a diseñar tratamientos que permitan a las pacientes gestionar mejor el dolor crónico», apunta Alejandro Rodríguez, investigador del Departamento de Ingeniería Gráfica de la UPV.
El dolor crónico representa un problema de salud y una carga socioeconómica muy importante para el individuo y para la sociedad, dado que afecta a la vida de un veinte por ciento de la población, y su coste puede llegar a superar el tres por ciento del producto interior bruto en los países desarrollados.
Desde el punto de vista científico, la comprensión de la forma en que se cronifica el dolor y cómo se pueden revertir sus efectos es uno de los retos científicos más importantes en Europa para el siglo XXI.
La investigación demuestra que estos cambios afectan principalmente a las regiones responsables de percibir y aliviar el dolor. Es posible que la persistencia del dolor a lo largo del tiempo sea consecuencia de estas alteraciones y, por tanto, los esfuerzos deben dirigirse a mejorar el conocimiento sobre cómo revertir estos cambios para que el cerebro pueda funcionar de una manera más adaptativa.
El trabajo forma parte del proyecto BRAIN2PAIN («Modulación de la actividad cerebral para aliviar el dolor: aportaciones del Doppler transcraneal»), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad.