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Más de 8.000 personas se han beneficiado ya en España de un trasplante cardiaco, mientras Baleares sigue a la espera de la instauración del programa que evite el traslado de los pacientes

Juan Riera Roca /
Desde que en 1984 se realizó el primer trasplante cardiaco funcionante en España, hasta la fecha, más de 8.000 personas se han beneficiado de este tipo de terapéutica. De ellos, 427 eran niños, se ha informa desde la Sociedad Española de Cardiología (SEC), que ha realizado un jornada conmemorativa al respecto.

Ese primer «trasplante funcionante» fue desarrollado en el Hospital Sant Pau de Barcelona por un equipo liderado por los doctores Josep Maria Caralps y Oriol Bonnín, este último introductor de la Cirugía Cardíaca en la sanidad de Baleares, primero en la Policlínica Miramar (1992) y luego en Son Dureta (2002)

Según los datos de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), el trasplante cardiaco alcanzó su máximo histórico en el año 2000, con 353 intervenciones. El número de trasplantes en la actualidad está estabilizado en 250-300 procedimientos anuales. En 2016 se realizaron 281, 20 pediátricos, siempre según la SEC.

Los datos de la ONT también revelan que, durante 2016, España recibió 4 corazones de Europa y a su vez, este país donó 3 corazones, que serían trasplantados en el extranjero. El 50% de los pacientes trasplantados cardiacos en 2016 recibieron el injerto en los 78 primeros días de estancia en lista de espera.

En cuanto a la lista de espera, 152 pacientes esperaban un trasplante cardiaco a 31 de diciembre de 2016. De ellos, 5 eran niños. El seguimiento de todos los trasplantes cardiacos realizados en España figura en el Registro Nacional de Trasplante Cardiaco de la Sociedad Española de Cardiología.

De los 7.869 trasplantes realizados hasta fines de 2016, la mayoría se realizaron por primera vez en el paciente, mientras que casi 200 fueron retrasplantes, y unos 160 fueron trasplantes combinados de corazón con riñón, hígado o pulmones. La edad media de los pacientes en la intervención era de 49,5 años, 3 de cada 4 varones.

Las cifras de supervivencia tras un trasplante cardiaco han ido mejorando con la experiencia y son, en la actualidad, del 80% al año y 70% a los 5 años del trasplante. Hoy en día, más de 500 pacientes españoles han vivido 20 años o más tras haber recibido un corazón.

Estos pacientes requieren de por vida recibir medicación contra el rechazo, a pesar de lo cual mantienen una excelente calidad de vida. En muchos casos se reincorporan a la actividad laboral, social y de ocio (incluyendo la práctica de deporte) que tenían antes del trasplante, llevando una vida prácticamente normal.

Entre los problemas que limitan la vida de los trasplantados, figuran las complicaciones de la intervención, el rechazo, infecciones y tumores, señala Javier Segovia, presidente de la sección de Insuficiencia Cardiaca de la SEC. La aparición de medicamentos anti rechazo en los 80 marcó el despegue de los trasplantes.

Como alternativa al trasplante, en la última década se están utilizando sistemas artificiales de bombeo de sangre llamados asistencias ventriculares, que se implantan mediante intervención quirúrgica y permiten sustituir la función del corazón en pacientes que no pueden recibir un trasplante a tiempo.

Baleares posee desde hace 25 años servicios de cirugía cardíaca al alcance de todos los ciudadanos (que hasta 1992 tenían que viajar a Barcelona a ser operados de esta super especialidad) y desde hace años tiene profesionales perfectamente preparados para la realización de trasplantes de corazón en las islas.

Sin embargo, se considera que para que un equipo de trasplantes de corazón sea de suficiente calidad (una calidad que para ser «suficiente» tiene que ser altísima) debe realizar un mínimo de trasplantes al año y que para ello la población base debe superar el millón de personas, algo que Baleares ha alcanzado hace poco.

A partir de ahí –y aún se valora si ese millón es suficiente, por número de casos que la población balear genera –ha de haber una voluntad política por parte de las instituciones sanitarias para poner en marcha este servicio, de alta complejidad, ya que a la vez está relacionado con la captación de donantes y las extracciones.

Baleares espera desde hace una década que se den las circunstancias idóneas para que desde la sanidad pública se activen los (largo tiempo guardados y a la espera) programas de trasplante de corazón y de hígado. La crisis del segundo lustro del siglo ha sido sin duda un frenazo que ralentizó más aún el proceso.

Entre tanto los pacientes que deben someterse a trasplante no solo deben trasladarse a Barcelona o Madrid, sino que deben hacerlo en ocasiones con antelación, ya que en el momento en el que se produzca el deceso y la donación son avisados por orden de gravedad pero deben presentarse en pocas horas o perder el turno.

Esta situación de tránsito y espera se sobrepone al hecho en sí de que sea una intervención agresiva y compleja que requiere un periodo de recuperación largo. En cualquier caso, las autoridades sanitarias advierten de los riesgos de montar unidades de trasplante cuyos miembros no puedan tener una práctica frecuente.

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