Juan Riera Roca /
La sociedad española de neumología (SEPAR) advierte que ni los nuevos dispositivos para fumar calentando el tabaco en lugar de quemarlo ni los ya conocidos cigarrillos electrónicos son seguros ni sirven de forma eficaz para dejar de fumar o hacerlo en menor medida. Su consumo presenta además riesgos graves.
El dipositivo IQOS (I Quit Ordinary Smoking), iniciales en inglés de «dejo el tabaco habitual» ha sido desarrollado y recientemente lanzado al mercado por la compañía tabaquera Philip Norris, funciona calentando el tabaco, pero sin quemarlo.
El tabaco se calienta a temperaturas que llegan a 350-400 grados, pero sin llegar a las temperaturas por encima de 1000 grados que se alcanzan cuando el tabaco se quema, como ocurre en el caso de los cigarrillos normales. De esta forma, no se produce el fenómeno conocido como pirólisis.
Este fenómeno alude a los cambios irreversibles de la composición química del tabaco debido al calentamiento a altas temperaturas- y como consecuencia del cual, el humo que se libera es portador de un menor número de sustancias tóxicas para el fumador.
Aun así, y para informar a los fumadores, la Sociedad Española de Cirugía Torácica y Neumología (SEPAR) advierte de que estudios recientes demuestran que el IQOS no evita la presencia de sustancias tóxicas que son nocivas para el organismo del fumador.
JAMA publica que si compara el contenido del humo de IQOS con el de los cigarrillos convencionales se hallan componentes volátiles orgánicos e hidrocarburos policíclicos aromáticos en el humo de IQOS, que además contenía el 84% de nicotina de un cigarrillo convencional.
La mayoría de los elementos del humo de IQOS se encontraron en menor concentración que en el humo de cigarrillos convencionales, pero hubo un hidrocarburo policíclico aromático cancerígeno, el acenafteno, que se detectó en más del doble que en cigarrillos convencionales.
Tras estos hallazgos, los autores concluyeron que el humo liberado por IQOS contiene elementos tóxicos para la salud de las personas. Otro estudio destacable es el solicitado por el Gobierno japonés para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, a requerimiento de la OMS.
En este trabajo, publicado en Journal of UOEH, el Dr. Kanae Bekki y otros autores demostraron presencia de Itóxicos en el humo de la corriente principal de tabaco de los IQOS, algunos en similar cantidad a los cigarrillos habituales y otros en menor cantidad.
Los investigadores asumieron que parte de estos tóxicos pueden pasar al humo exhalado por los fumadores. Y concluyeron que el consumo de IQOS puede producir daños tanto en fumadores activos como pasivos de estos dispositivos.
«Se puede concluir que la utilización de IQOS no reduce de forma significativa la cantidad de nicotina inhalada en comparación con la que se inhala de un cigarrillo normal», destaca el Dr. Carlos A. Jiménez Ruiz, presidente electo de SEPAR. Y añade:
«Aunque con el IQOS la cantidad que se inhala de otras sustancias tóxicas (formaldehído, acetaldehído, nitrosaminas, cancerígenas) es menor que con los cigarrillos normales, hay que destacar que esta cantidad es suficiente para ser tóxica para la salud.»
Según los expertos «el IQOS sigue siendo un dispositivo tóxico para la salud de aquellos que lo utilizan y, por supuesto, no sirve para ayudar a dejar de fumar», según destaca el Dr. Carlos A. Jiménez Ruiz, presidente electo de SEPAR.
Por otra parte, los cigarrillos electrónicos (CE), también conocidos como vaporizador, eCig o eCigar, son dispositivos que sirven para vaporizar un líquido compuesto por una mezcla de sustancias químicas que con la inhalación se depositan en los pulmones del usuario.
Propilenglicol, glicerina y nicotina son las sustancias que más frecuentemente se encuentran en el líquido de los CE. «Propilenglicol y glicerina han mostrado ser inocuos por vía oral, pero no se ha demostrado por vía inhalada, como en el caso de los CE», advierte el Dr. Jiménez.
En el vapor que liberan los CE se han detectado diferentes sustancias, como formaldehído, acetaldehído y acroleínas, que también están presentes en el humo de los cigarrillos manufacturados, aunque en mayor cantidad en estos últimos que en los dispositivos electrónicos.
El formaldehído y la acroleína se forman como consecuencia del calentamiento de la glicerina. En el vapor de los CE se han hallado metales como el níquel, el cromo y el plomo. «Los niveles de níquel en el vapor de los CE son más elevados que en el humo de los cigarrillos», dice el médico.
«La International Agency for Research on Cancer clasifica todas estas sustancias como carcinogénicas, sin determinar un umbral de seguridad para su consumo. Además, algunas de estas sustancias tienen capacidad para producir daño en el intersticio pulmonar», precisa el Dr. Jiménez.
Asimismo, un estudio ha encontrado que el vapor que producen los CE contiene partículas del tipo PM 2,5 que, además de ser perjudiciales para los consumidores activos de CE, lo pueden ser para los consumidores pasivos de este tipo de productos.
La eficacia de los CE para dejar de fumar o consumir menos cigarrillos tampoco ha quedado bien demostrada todavía: «Por el momento, solo se han realizado tres estudios clínicos para evaluar eficacia y seguridad de uso de los CE para ayudar a los fumadores».
«Son estudios con importantes deficiencias metodológicas que no permiten obtener conclusiones fiables y definitivas sobre la eficacia y la seguridad de uso de los CE como tratamiento para dejar de fumar o para reducir el número de cigarrillos consumidos», explica el Dr. Jiménez.