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Muerte súbita del deportista: cuando el corazón no avisa



Juan Riera Roca /

El pasado sábado 3 de enero, el momento más feliz de la semana para los amantes del fútbol se convertía en el más trágico cuando un joven futbolista de tan solo 15 años de edad fallecía por causa de un caso de muerte súbita mientras disputaba un partido de fútbol base en Ontinyent, municipio Valencia.

La noticia saltó a los medios de comunicación tras una información difundida por el Centro de Información y Coordinación de Urgencias (CICU) y el club al que pertenecía, el UD Alzira, en redes sociales. Los servicios sanitarios habían sido avisados sobre las 19.15 del sábado, cuando se produjo el deceso.

Una ambulancia del Servicio de Atención Médica Urgente (SAMU) se desplazó hasta el campo de fútbol, pero sus profesionales sanitarios solo pudieron confirmar el fallecimiento del menor, según han informado fuentes de los servicios de Urgencias. La actividad deportiva se suspendió en señal de duelo.

La muerte súbita del deportista es un problema que de forma esporádica pero no infrecuente golpea a las familias y a los clubes deportivos, por lo trágico del acontecimiento, que suele ser fatal, y por cebarse en deportistas aparentemente en plenitud de estado físico y deportivo, sanos y fuertes.

La muerte súbita del deportista es un caso de enfermedad cardíaca oculta que se revela de la peor de las maneras. Suele relacionarse con el deporte profesional, pero ello es por la relevancia mediática de los casos en ese ámbito, ya que al parecer se dan más casos entre deportistas aficionados.

Estudios epidemiológicos señalan que en España se dan 120 casos de muerte súbita al año, según la Sociedad Española de Cardiología (SEC). El estrés deportivo puede incrementar el riesgo de padecer muerte súbita por el aumento del tono simpático y la exigencia máxima de órganos y sistemas.

DE LOS 40 A LOS 60

Las edades de mayor riesgo para que un deportista sufra un caso de muerte súbita son las comprendidas en la franja entre 40 y 60 años de edad.

Para evitar sorpresas se hace hincapié en la necesidad de hacerse estudios previos para diagnosticar una enfermedad cardiovascular isquémica oculta.

Esta enfermedad cardiovascular isquémica no conocida por el deportista es la causa más frecuente de la muerte súbita.

Al realizar un deporte, a cualquier edad y a cualquier nivel, se aconsejan una serie de revisiones en busca de patologías potencialmente peligrosas y generadoras de riesgo.

Una buena historia clínica y estudios como el electrocardiograma (ECG) y una analítica se puede excluir un altísimo porcentaje de situaciones de riesgo cardiovascular. Se aconseja especialmente para niños y adultos mayores de 40 años que deciden iniciarse en una actividad física de cierta intensidad.

Conscientes de la gravedad de la problemática, hace ya unos años los especialistas de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) presentaron en el Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares 2010 el primer Estudio Español de Muerte Súbita en Deportistas, pionero en esta materia en España.

El estudio ha realizado un análisis de las muertes súbitas que padecen en España jóvenes deportistas con el fin de conocer las verdaderas causas que provocan su muerte, bien sea durante la práctica deportiva, bien cuando se hallan en reposo tras realizarla, según informaron fuentes de la SEC.

Este estudio incluyó exclusivamente los casos de jóvenes deportistas de edad menor o igual a 35 años que participaron en cualquier actividad deportiva que requiriera un entrenamiento sistemático y que participen en una competición. Siete millones de personas tienen este perfil en España.

UNO POR 300.000

De este colectivo, se estima que se produce un episodio de muerte súbita por cada 300.000 habitantes. El estudio recogió entre 40 y 50 casos de muerte súbita en España relacionada con el deporte, que son el número de casos de muerte súbita que se estiman en nuestro país en un año en estas edades.

Se entiende por muerte súbita la pérdida brusca de conocimiento, que ya sea la muerte o una parada cardíaca recuperada, requiera algún tipo de maniobra de reanimación para su resolución. En más del 90% de estos casos, especialmente entre jóvenes, la causa de fallecimiento pes una arritmia cardíaca.

En la actualidad, en España, existe el Registro de Muerte Súbita en Deportistas en el que sólo se recogen entre 15 y 20 fallecimientos anuales a causa de muerte súbita en jóvenes deportistas, aunque se calcula que, en realidad, se producen más del doble de los registrados (según datos de 2010).

Aproximadamente en el 30% de los casos registrados, tras el episodio, el corazón es aparentemente normal y, ni un examen post-mortem es capaz de aclarar la verdadera causa de la muerte (es lo que se conoce como una autopsia blanca), lo que hace que en algunas circunstancias el problema sea complejo.

Según los expertos de la SEC, como el doctor Pérez Villacastín, “cuando una persona fallece en estas circunstancias, es fundamental la realización de una autopsia y un análisis exhaustivo que nos permitan conocer la verdadera causa de la muerte”, y avanzar así en claves que puedan ayudar a la prevención.

Es básico poder realizar un análisis anatómico, histológico, toxicológico y genético que permita averiguar cuál es, en cada caso, la patología subyacente, lo que, además de mejorar el conocimiento científico, permitiría reconocer de forma precoz a los potenciales candidatos de sufrir muerte súbita.

CRITERIO HOMOGÉNEO

Los científicos trabajan para establecer un criterio homogéneo en torno al estudio de la muerte súbita. Hace poco los únicos datos conocidos en España eran incompletos y dispersos, llamando la atención que sea especialmente prevalente en el ciclismo, el fútbol, el remo, el atletismo o el tenis.

Así, si cuando el deportista que ha sufrido una muerte súbita existe una sospecha (gracias a las pruebas realizadas, la necropsia o el estudio clínico de sus familiares) de la presencia de una cardiopatía familiar, se procederá a realizar un análisis de los genes implicados en cada una de las posibles cardiopatías.

Si los resultados son negativos y muestran una autopsia blanca y no se detecta una cardiopatía familiar evidente en el estudio de los familiares, se procederá al estudio a la búsqueda de mutaciones genéticas, hasta encontrar la verdadera causa que ha llegado a producir la muerte súbita.

En cualquier caso, los expertos en Medicina Deportiva insisten en que también en estos casos es mejor prevenir que curar. Un estudio del Hospital Universitario Doctor Josep Trueta de Girona señala la realización de electrocardiogramas (EC) en la adolescencia puede ser vital para la detección precoz.

Esta prueba, muy económica, avisa de posibles enfermedades cardiovasculares subyacentes y con ello ayuda a prevenir la muerte súbita. El estudio hizo un cribado voluntario de enfermedad cardiovascular en 1.212 estudiantes de cuarto curso de ESO, excluyendo a aquellos con diagnóstico cardíaco previo.

El pasado 3 de febrero, España entera se encogió al recibir la cruel noticia del fallecimiento del capitán del cadete de la U.D. Alzira (Valencia). El joven caía desplomado jugando un partido. Una cruel noticia que además de dejar rotos de dolor a sus familiares, amigos y compañeros de equipo, vuelve a alimentar el debate sobre cómo detectar el riesgo de muerte súbita.
REVELACIONES

Se les hizo un electrocardiograma, una historia clínica estructurada y un examen físico y se los clasificó en dos grupos, en función de la adaptación fisiológica y hallazgos anormales en la prueba. Y los incluidos en este último grupo se sometieron a Holter 24 horas, ecocardiograma y resonancia magnética.

Entre todos ellos se hallaron unos diez pacientes con alteraciones del ritmo cardiaco que necesitaban una valoración cardiológica más exhaustiva para descartar que no existía una patología importante. Es decir, que estos jóvenes podrían ser sujetos de riesgo insospechados, tal vez de muerte súbita.

Se detectaron bloqueos de rama y atrioventriculares y un caso del síndrome de Wolf- Parkisnon-White, que se curó, pero que podría haber dado arritmias. De los 252 sujetos en los que se observó algo raro en EC hubo 235 (24,08%) con alteraciones electrocardiográficas de adaptación fisiológica.

Científicos del Centro de Investigación Príncipe Felipe desarrollaron hace unos años el estudio de uno de los mecanismos responsables de la muerte súbita, en un proyecto dirigido por Antonio Díez-Juan, investigador principal del Laboratorio de Regeneración y Reparación Cardiovascular.

Se estudió la miocardiopatía o displasia arritmogénica del ventrículo derecho (MAVD), una mutación genética que conlleva una degeneración del corazón, catalogada como una de las principales causas de la muerte súbita en deportistas de élite, según se partía como base de la investigación.

En los afectados las células del corazón adquieren las propiedades de las células de grasa y finalmente mueren, a consecuencia de la lipotixicidad, con la consiguiente degeneración del tejido cardíaco, es decir, produciéndose una pérdida de tejido muscular en el corazón y generándose arritmias.

EJERCICIO ARRIESGADO

Estas características llevaron al Dr. Antonio Díez-Juan a avisar que los pacientes de esta alteración pueden morir al instante, produciéndose lo que conocemos por muerte súbita, algo que no es casual cuando sucede en deportistas, ya que la enfermedad se acelera y se agrava si se hace mucho deporte.

El experto considera que la característica más relevante de esta enfermedad del músculo cardíaco es la de provocar la muerte súbita en individuos jóvenes. La evidencia científica ha detectado la existencia familias afectadas y una base genética de la enfermedad, aunque también son frecuentes los casos aislados de esta alteración.

Ante lo casos que se detecten se aconseja la restricción de ejercicio y fármacos contra las arritmias, aunque en aquellos casos en los que el tejido cardíaco está muy afectado, la única solución adecuada para evitar que el problema mortal o muy grave aparezca es el trasplante.

El peligro lo sufren aquellos pacientes en los que la enfermedad permanece asintomática y oculta. Puede ser que la primera manifestación de la MAVD sea precisamente un caso de muerte súbita. Los expertos trabajan en el desarrollo de una metodología diagnóstica de detección precoz y en tratamientos.

En primer se han hecho cultivos celulares de laboratorio que permitan probar fármacos in vitro para reducir o restar velocidad al avance de la enfermedad. Células de los pacientes ayudarán a probar compuestos que eviten la degeneración. Prevención, diagnóstico precoz y tratamiento son los objetivos.

La MAVD constituye una de las principales causas de muerte súbita en adultos jóvenes, con una incidencia mayor entre los atletas. Se estima que afecta aproximadamente a 1 de cada 5.000 personas, aunque estimación podría estar infravalorada, al existir muchos casos sin diagnosticar.

Jaume Orfila
Asesor Científico
de Salut i Força
Hablemos de prevención

La muerte súbita cardíaca es el evento trágico de salud por antonomasia. El dolor, siempre presente, de forma general, es inversamente proporcional a la edad. En todos los casos, insoportable. En muchas ocasiones, la parada cardiaca es el primer síntoma de una enfermedad del corazón no conocida.

Afecta a todos los grupos de edad y dedicación, pero las estadísticas nos dicen que, sin ser un problema exclusivo de los deportistas, se ceba con ellos.

Rigurosos estudios epidemiológicos demuestran que la mortalidad, depende del tipo de práctica deportiva, tiene un comportamiento estacional y se concentra en determinadas horas, que coinciden con carreras o entrenamientos.

El riesgo de muerte súbita es este contexto es superior al 1 por 100.000 atletas. Las principales causas de muerte súbita son la miocardiopatía hipertrófica obstructiva, las alteraciones coronarias, la displasia arritmogénica del ventrículo derecho, los síndromes de QT largo y la commotio cordis – la muerte súbita cardiaca desencadenada por un golpe o impacto relativamente inocente sobre el pecho-.

La eficacia de las estrategias de prevención primaria debe ser adecuada a la magnitud del riesgo en los distintos subgrupos de población. En su despistaje, seguimiento y control deben concentrarse, antes de que sea demasiado tarde, todos los esfuerzos y recursos disponibles.

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