A medida que crecía su frustración, comenzó a llevar un registro del tiempo que pasaba con cada uno de sus trabajadores más directos. Cada vez que recibía comentarios negativos, mostraba estos datos y exclamaba: «¡Pero mira cuánto tiempo paso con todos!» Las cosas mejoraron cuando empezó a practicar mindfullness durante 10 minutos todos los días. Después de un par de meses, la gente le encontraba más simpático e inspirador y disfrutaba más trabajando con él. Los resultados le dejaron sorprendido y eufórico.
La verdadera sorpresa llegó cuando sacó su registro de seguimiento del tiempo y vio que estaba dedicando un 21% menos de tiempo medio a tratar con su personal porque Él estaba más presente.
Llegó a entender que, aunque estaba en la misma habitación con alguien, no siempre estaba completamente presente. Se permitía preocuparse por otras cuestiones o dejaba que su mente se desviara a otras cosas. Sobre todo, escuchaba su voz interior («Ojalá dejara de hablar»; «sé lo que va a decir a continuación»; «ya he escuchado todo esto antes»; «me pregunto si José habrá respondido a mi mensaje») cuando alguien estaba hablando. Esta falta de presencia motivó que las personas no se sintieran escuchadas y se frustraran.
Para realmente involucrar a otros seres humanos y crear conexiones significativas, necesitamos silenciar nuestras voces internas y estar completamente presentes, con una presencia más consciente es la estrategia óptima para involucrar al personal, conectar mejor y estimular el rendimiento.
En otra encuesta se descubrió que entre 33 rasgos de liderazgo (que incluyen la creación de objetivos convincentes, la expresión clara de ideas y la receptividad a la participación) la capacidad de estar conscientemente presente (el estado de estar centrado) es uno de los más esenciales de todas.
Las investigaciones también sugieren que existe una correlación directa entre la atención plena de los líderes y el bienestar y el desempeño de su gente. En otras palabras, cuanto más presente esté un líder, mejor será su desempeño. Como líder, tu papel puede ser simplemente crear un espacio seguro para que las personas transmitan sus frustraciones y procesen sus problemas.
Cultivar nuestra capacidad de ejecutar procesos de pensamiento de mayor rendimiento nos da acceso a la sabiduría que proviene de una mayor conciencia, la compasión que proviene de una mayor apertura y la confianza.
La buena noticia es que podemos entrenar a nuestros cuerpos para experimentar una relajación, en lugar de una actitud defensiva cuando se disparen los niveles de estrés.
Y para terminar, cambiamos algo con los trabajadores en una empresa. Los empleados que trabajaban de cara al público se encontraban de vez en cuando con la dificultad añadida de tener que lidiar con clientes complicados, algo que repercutía en un peor servicio y en la apatía de los profesionales. Entonces, surgió la idea de dar el premio al peor cliente a final de cada semana.
No se le daba al usuario, lógicamente, sino al empleado que contaba la historia más divertida o curiosa de sus experiencias durante la semana. Así, cuando llegaba un cliente difícil, todos querían que se quedase en su mostrador y le atendían gustosamente. La idea trascendió en convertir algo estresante en una tarea divertida, consiguiendo además un mejor servicio.
Algunas ideas que cambian el sentir de los jefes. Algunas ideas que cambian el hacer de los trabajadores.
Cuanto cambio es necesario!!!