Los Ministros son definitivamente un reclamo para despistarnos de nuestro cometido aquí. ¿A quién puede importarle un ministrillo de engaño cuando el recaudador de nuestros recursos humanos del Ib-Salut, por ejemplo, sigue engañándonos escondido en su despacho? Aquí lo que nos importa es qué pasa con las oposiciones en la sanidad balear y su fraude, qué pasa con el silencio máximo en la hacienda de los sindicatos señoritos con el tema de las oposiciones, callados como putas televisivas.
Nadie declara la renta pudiendo declarar la guerra, de ahí lo que ha montado con todas nuestras lenguas ese mínimo, común y múltiple particular llamado Gabriel Lladó. No son lenguas, son ilegalidades y fraude, como en el caso de Huertas. Son la inoperancia ante el fracaso y el caos absoluto en el negociado de las oposiciones en el Ib-Salut de Julielamoroso, un fraude que no se cura ni con la roja, o sea, ni con su amada.
Para que no puedan decirnos lo mismo que con Maxim y Lopetegui, nos hacemos eco ya del cese que se aviene por la escuadra después de este fuera de juego permanente, que en el Consolat andan sin consuelo, sin terminar de entender ese desastre legal que tienen montado y que según miembros de las altas instancias de la Abogacía “acabará con querellas varias”.
No defraudamos desde aquí si comentamos que sí o sí se prevé un otoño caliente entre todos aquellos que tienen derecho legal a estabilizar la situación de su puesto de trabajo, a todos aquellos que han presentado su solicitud bajo unos requisitos, bajo unos méritos o bajo ninguna de esas dos modalidades, que de todo hay en este meretriz bazar de normas inacabadas.
Aquí nos importan poco los ministros madrileños que nos dan siempre la misma parte de la nada. Aquí lo que nos importa de los ministerios es que supimos mandarles la medicina que necesitan, hacerle llegar a Máximo Huerta la maldición ad-ministrable del gafe de Francina, el beso de Judas que fue a darle con sombrero al sol en Roland Garros y que será la imagen eterna del más breve junto a la más aleve, el fraude personal cogido más a tiempo. Hay fraudes que siempre nos acompañarán.