Los líderes pueden diferenciarse entre aquellos cuyo objetivo es no perder y los que buscan ganar, entre los continuistas y los innovadores, entre los que se mueven por el miedo al fracaso y los que lo hacen para lograr objetivos.
Y, de acuerdo con estudios “mientras que los líderes innovadores resultan rentables para sus trabajadores y organizaciones, proporcionando casi el doble de efectividad, los otros, los reactivos, representan un lastre para las suyas, con una efectividad de 0,7: las organizaciones ni siquiera recuperan lo que invierten en ellos.
Son mayoría los profesionales en puestos de responsabilidad que actúan creyendo que les falta poder para hacer cambios, y que no se sienten comprometidos ante lo que ocurre en sus organizaciones. Su objetivo principal es mantener la normalidad, reaccionar para resolver los problemas y conflictos y hacer que las cosas, simplemente, funcionen.
En ello, hay mucho del tipo de formación que reciben los directivos, que se centra en competencias técnicas y operativas, sin tener en cuenta, en muchos casos, el desarrollo personal y profesional como líder creativo y vinculante.
De todas formas, más que tener a un líder de equipo, las organizaciones sería bueno que contaran con un equipo líder. La premisa de este liderazgo no está en dejar claro quién lo ostenta, sino en saber qué necesita la organización en cada momento y aplicarlo de la forma más eficaz. En la mezcla, está el éxito.
Aprender a hacer de líder
Quien hace de líder organiza al grupo y los guía de forma democrática. Además, quien actúa como líder escucha a sus trabajadores. Sabe que todo el mundo puede aportar algo novedoso o tener buenas ideas. No intenta imponer su criterio, sino que dialoga con sus empleados o intenta convencerlos con ejemplos y argumentos. Es fuente de confianza y genera entusiasmo e ilusión en los trabajadores. No pretende señalar los errores y castigarlos duramente o buscar culpables. Prefiere premiar lo que se ha hecho correctamente y si ha habido un error, intenta buscar soluciones en común con ese trabajador/a. Es alguien que se interesa por sus trabajadores como personas que son: sus vidas, su felicidad, su bienestar… No considera a las personas como meros números. Además, entiende que una de sus obligaciones más importantes es estar disponible para cualquier consulta que tenga un/a trabajador/a.
Porque a más felicidad, más productividad. Está demostrado que la felicidad en el trabajo hace que tengamos más ganas de trabajar, de superarnos y de cumplir objetivos.
Se perfila un nuevo tipo de líder más pragmático, humilde y empático. Así un liderazgo ético se basa en el entusiasmo, la humildad, la escucha activa y la honestidad, la audacia, el heroísmo y resiliencia, la empatía y la amabilidad, la práctica de la justicia distributiva, la prudencia en la toma de decisiones, la práctica de la comunicación y el trabajo en equipo, la ejemplaridad e integridad, el reconocimiento del saber o la práctica de la gratitud para favorecer buenas relaciones interpersonales y proyectos consensuados.
Mucho por hacer con lo que tenemos en nuestros centros sanitarios.
2 comentarios. Dejar nuevo
Cuanto empatizo con lo que dices y sobre todo con lo que haces . Cuanta complicidad amigo. tu ya sabes cual es mi tipo de líder. Un abrazo y a ser feliz….
Totalmente de acuerdo. Pero también la institución para la que trabajas es un lastre en cuanto es inmovilista. Cuesta mucho más despertar el entusiasmo de la institución que a los compañeros.
Otro reto más es explicar y convencer del trabajo específico que una institución concreta altamente especializada desarrolla dentro de una macro organización fundamentalmente administrativa. No entienden “ de barcos”. Es bastante entretenido jugar en ese campo.