El doctor José Tomás Monserrat es historia viva del Col·legi Oficial de Metges de les Illes Balears (Comib). No en vano, este llucmajorer de 84 años sigue al pie del cañón con la ilusión del primer día por desgranar cada documento, estudio o libro vinculado a la historia de la medicina de la institución. Lleva trabajando con ahínco, en silencio y con sencillez, encerrado en la sede colegial como investigador y bibliotecario. Su mayor satisfacción tras más de cuatro décadas desempolvando información es mostrar a la profesión un nuevo hallazgo. Para que perdure en el tiempo. Tras años reivindicando la catalogación y digitalización del archivo bibliográfico del Comib, la nueva Junta Directiva apuesta, de la mano de la UIB por este proceso de protección y clasificación 2.0 de este valioso material. Porque el paso del tiempo hace que desaparezca la historia porque profesionales como el Dr. José Tomás Monserrat no se encuentran a menudo. Su vocación la ha valido la Medalla de Oro a la Colegiación de Honor en la última fiesta de la Patrona y el Comib le ha propuesto en Madrid a la trayectoria profesional en Humanidades, que convoca el Consejo General de Médicos. Salut i Força repasa la trayectoria de este doctor, a quien la institución ha sabido reconocerle en vida tanto esfuerzo.
P.- Usted recibió el pasado mes de junio la Medalla de Oro a la Colegiación de Honor en la fiesta de la Patrona del Comib. ¿Qué sintió?
R.- Una gran alegría porque la verdad es que hace más de 40 años que trabajo en esta casa y la última Junta Directiva ha sido agradecida. Gracias a Dios me dieron más de lo que yo merecía. Fue una alegría y motivo de satisfacción.
P.- ¿Se emocionó?
R.- Nunca se está acostumbrado a las distinciones. Soy una persona sencilla, la distinción es la máxima que me pueden dar. Me alegra que la haber sido reconocido por la colegiación.
P.- Agradeció especialmente a los dos últimos presidentes, el saliente Antoni Bennasar y la actual, Manuela García Romero.
R.- Antoni Bennasar para mí ha sido uno de los mejores presidentes de la historia del Comib. No solamente reformó la sede colegial sino que tuvo interés en mejorar la biblioteca. También la nueva Junta Directiva está dispuesta y ya hemos iniciado la catalogación de los fondos bibliográficos. No solo nuevamente catalogaremos los libros de la biblioteca sino también todos los documentos importantes porque algunos se habrán perdido por los traslados de los últimos años. Apuesto por la digitalización y veo que afortunadamente hay voluntad de ello.
P.- Repasemos su trayectoria. Estudió en la Facultad de Medicina de Barcelona. Ingresó por oposición en el Cuerpo de Sanidad de la Armada, ejerciendo en la rama de Cirugía y Obstetricia en Cartagena. ¿Cómo fue?
R.- Maravillosa. Estuve cinco años destinado en Murcia y pertenecía al Colegio Oficial de Médicos de Murcia. Fui a un hospital moderno y como la mayoría, decidí apuntarme al doctorado. Es mejor intentar ser doctor siendo joven porque la tesis no es el mejor trabajo, el mejor es el de la vida.
P.- Después inició una carrera en La Armada. Fue subiendo de rango con el paso del tiempo hasta llegar a ser Jefe de Sanidad del Sector Naval de Baleares.
R.- Ingresé en la Marina porque no quería hacer el servicio militar y quería casarme joven. Poder estar en Mallorca durante 25 años en una provincia donde el número de pertenecientes a la Armada ha sido pequeño fue una bendición. Vine de capitán y terminé de coronel. Mi mando no era tal, era médico y hacía ese trabajo aunque cada vez tenía más responsabilidad.
P.- Su pasión por la medicina, empezó a competir con su vocación de investigador. Centrándonos en su labor en Mallorca, dio a conocer la introducción a la medicina moderna en la isla. ¿Qué destacaría?
R.- En mi tesis doctoral, fue un estudio de cómo en España se habían incorporado las nuevas investigaciones que se hacen en el mundo. Lo que hacía Francia con la sepsia, la antisepsia, los trabajos de Pasteur, etc. En España había muy buena recepción, teníamos la excepción de Santiago Ramón y Cajal. Cómo llegaron a España estas investigaciones, si había cinco años de retraso, me pregunté cuánto tardo en llegar a Mallorca. Y buscando descubrí que existía una gran revista, que es la Revista Balear de Ciencias Médicas (1885-1912). Un documento magnífico que entregué al Comib en 2010.
P.- También en 2013 publicó “Sedes de Pinacoteca del Comib”. ¿En qué consistió?
R.- Es una aportación de dónde han convivido las sedes colegiales hasta en se compró este solar y se hicieron todas las reformas. Pero faltaba por catalogar las obras pictóricas de benefactores. Faltaba un catálogo para que no dejaran de interesar a la gente. Realicé un reportaje sobre las obras de los médicos.
P.- También escribió y estudió sobre la medicina y la Guerra Civil en Mallorca.
R.- Fue un descubrimiento. Estudiando la historia del Colegio, entro los documentos encontré 240 fichas de los médicos que habían tenido que hace una relación de sus ideas políticas. La Guerra Civil es una época de tristeza y de precariedad en todo. Se ve perfectamente en el libro publicado del que hay solo dos números donde describo las necesidades que no solo eran de medicinas, también para comer. Se limitaba hasta el azúcar, la leche condensada o el café. Todo era recetado como ahora se hace con el recetario de estupefacientes. Se medía todo. Las clínicas pedían el carbón para la calefacción, hasta el alcohol y el algodón. El médico pedía al gobernador.
P.- En su trayectoria ha tenido tiempo para estudiar el vínculo entre medicina y la superstición.
R.- En eso estoy. Tengo una entrevista pendiente próximamente para ir recopilando información. En Mallorca las cosas se magnifican. Hay cosas que no tienen demasiada importancia. Yo estudié la Inquisición y no fue mañana muerto o las galeras. Cogía a los que habías mentido.
P.- Usted fue presidente de la Reial Acadèmia de Medicina de les Illes Balears durante ocho años. ¿Cuál es la clave para que la institución tenga tanto prestigio?
R.- La RAMIB en 1947 cambió el reglamento. Pasó que los académicos tenían que ser forzosamente doctores y esto fue clave para aumentar la capacidad de los académicos. No porque fueran mejores sino porque habían demostrado una capacidad o interés en hacer alguna obra escrita, algo que no han hecho los demás. No es necesario ser Fleming para ser doctor. Son personas que se interesaron por escribir algo nuevo. Yo procuré que todos los que ingresaron después de mí, fueran mejores que yo, los mejores de su especialidad. Así lo hace ahora también mi hijo y es la manera de que una entidad vaya mejorando.
P.- Lleva desde el año 1972 trabajando durante 46 años como una hormiguita como investigador y bibliotecario del Comib. ¿Satisfecho con su legado?
R.- Me encantaría encontrar médicos jóvenes con ganas de trabajar en la biblioteca sin intereses económicos. Esto se hace por ilusión y disfrutar. Por el gozo de encontrar algo nuevo. El investigador no vive por lo que gana, vive por hallar algo que los demás no saben, esa es la mejor satisfacción. Esa sensación de hallazgo, de ser el primero o el último en volver a descubrir una cosa es una sensación especial. Mi intención ahora es encontrar un relevo. Ofrezco de mi casa todo el material que vendrá estructurado aquí. Lo voy a ceder al Comib. Tengo una cantidad de carpetas llenas de material porque ya no lo podré desarrollar y se lo dejaría con gusto a los nuevos investigadores. Por ejemplo la gripe de 1918, que fue el pregón que hice en las fiestas de Llucmajor en 1981.
P.- El Colegio lo ha propuesto al premio a la trayectoria profesional en la categoría de Humanidades, que convoca el Consejo General de Médicos y que se entregará a finales de año. ¿Orgulloso?
R.- Me he enteré de rebote, cuando ya se me había propuesto. No es que no me interese, es que no he vuelto a pensar en ello. Ya he tenido más de lo que quería, que es la Medalla de Oro del Comib, así que si no me dan este premio en Madrid, no pasa nada.
P.- ¿Cuál es la clave para haber recibido tantas distinciones a lo largo de su vida? Incluid el Premio Investigación Salut i Força 2006, por cierto.
R.- Creo que es importante el ser humilde, además de trabajar mucho. Ser agradecido, simple, que todos te vean como un colaborador y no un contrincante. Hay que alegrarse por las alegrías de los demás y entristecerse cuando no les va bien. Es importante que la gente detecte tu interés por ayudar.