Juan Riera Roca / El manejo clínico del paciente pluripatológico y polimedicado conlleva importantes dificultades. Además de evidenciarse frecuentemente una alta tasa de infradiagnóstico de algunas de las enfermedades que presenta, con el consiguiente infratratamiento, el médico de Atención Primaria que se enfrenta a estos casos debe superar otros condicionantes adicionales y evitar algunos riesgos importantes.
De todos ellos, a juicio del Dr. Luis Alberto Rodríguez Arroyo, jefe de Estudios y Coordinador de Formación Continuada e Investigación de la Gerencia de Asistencia Sanitaria del Bierzo (Ponferrada), “la principal dificultad de manejo del paciente pluripatológico y polimedicado es la potencial presencia de interacciones farmacológicas y la aparición frecuente de efectos adversos”, según manifestó ayer en el encuentro de SEMERGEN.
El aumento de la esperanza de vida y la prevalencia de las enfermedades crónicas hacen que el porcentaje de pacientes pluripatológicos y polimedicados cada vez sea mayor. Los datos muestran un amplio rango de incidencia, según las poblaciones evaluadas y las zonas geográficas, que entre el 21 y el 72% de los pacientes atendidos en Servicios de Medicina Interna son pluripatológicos y están polimedicados, registrando una edad media de 70 años.
En Atención Primaria “se calcula que alrededor del 5% de los pacientes de nuestras consultas son pluripatológicos y/o están polimedicados, aunque es muy probable que estos datos estén muy por debajo de la prevalencia real”, afirma el Dr. Luis Alberto Rodríguez. En cualquier caso, según indica este experto, “se trata de casos que cuadruplican el consumo de recursos promedio por paciente y que exigen un contacto estrecho con la atención hospitalaria”.
La hipertensión arterial y la dislipemia son dos de las enfermedades más habituales en la población española. Se estima que prevalencia de hipertensión y dislipemia es de un 20-30% en los adultos, pudiendo llegar hasta el 60% en los mayores de 65 años. El caso concreto de la dislipemia (presencia en sangre de altos niveles de lípidos -colesterol, triglicéridos o ambos-) es objeto de un taller de formación que se celebra en el Congreso Nacional de SEMERGEN.
En esta actividad, donde se aportan algunas claves sobre el manejo práctico del paciente pluripatológico y polimedicado desde el punto de vista de la dislipemia, se insiste en el problema del infratratamiento. Los estudios han demostrado que se tratan menos de las personas con dislipemia de las que debieran, y de las que se tratan un porcentaje inferior al esperado alcanzan los objetivos.
Y, en este caso, “el paciente pluripatológico o polimedicado no es una excepción”, subraya el Dr. Luis Alberto Rodríguez, coordinador del taller y miembro del Grupo de Trabajo de Lípidos de SEMERGEN. En este sentido, la recomendación principal pasa por “establecer una terapia hipolipemiante ajustada a las necesidades del paciente”, según indica el Dr. Luis Alberto Rodríguez, abundando sobre la materia, y añade:
“La formación continuada del médico de Familia resulta indispensable para asegurar la consecución de este objetivo y, además, la falta del tiempo en la consulta del médico de Familia es un aspecto que aún cuenta con margen de mejora”. Se aconseja al médico de Familia que trata a un paciente pluripatológico con dislipemia que revise el fármaco hipolipemiante más adecuado en función del objetivo terapéutico.
Y que lo haga valorando también la presencia de otras comorbilidades frecuentes (diabetes mellitus, cardiopatía isquémica, estructural y/o funcional, enfermedades autoinmunitarias, insuficiencia renal crónica, arteriopatía periférica, trasplante de órgano sólido, VIH, accidente cerebrovascular o trastorno psiquiátrico). Pero, además, se insiste en que la terapia hipolipemiante debe incluir modificaciones en el estilo de vida, y contemplar la adherencia terapéutica, interacciones medicamentosas o presencia de efectos adversos.
En definitiva, como subraya el Dr. Luis Alberto Rodríguez, “la terapia hipolipemiante debe ser individualizada en el paciente pluripatológico, de forma que en el momento de escoger un fármaco u otro se tenga en cuenta no sólo el riesgo cardiovascular del paciente y los objetivos terapéuticos, sino la presencia de otras comorbilidades”.