JUAN RIERDA ROCA / Por su accesibilidad y trato continuado con el paciente, el especialista en Medicina de Familia ocupa una posición de privilegio para detectar conductas sospechosa ante la violencia de género. Hoy, la Atención Primaria se ha comprometido de nuevo en la lucha contra la violencia de género, en su 40º Congreso nacional, celebrado entre el pasado miércoles y mañana sábado en Palma.
La posibilidad de que los médicos y médicas puedan acreditar los casos de violencia de género crea cierto recelo entre los profesionales de Atención Primaria por la falta de formación y de inversión en este ámbito, han analizado los ponentes, entre los cuales se encontraba el doctor Joan Mir, que es además un reputado experto en medicina sexual.
“Si el profesional de AP se siente formado y seguro, se atreverá a intervenir en estos casos y sabrá cómo hacerlo”, afirma coordinador del Grupo de Trabajo de Sexología de SEMERGEN. Y es que la Atención Primaria (AP) juega un papel esencial en todo lo relacionado con la violencia de género.
“Es un nivel asistencial próximo, de asistencia frecuente y de cercanía con la paciente, lo que nos coloca en una posición asistencial privilegiada para generar confianza en las mujeres que están sufriendo violencia de género”, afirma el Dr. Carlos San Martín Blanco, coordinador del Grupo de Trabajo de Sexología de SEMERGEN y que ha participado esta mañana en una mesa sobre ‘Violencia de Género desde una perspectiva multidisciplinar’.
Desgraciadamente, y a pesar de su importancia, “la falta de tiempo es un hándicap, pero idéntico al que se puede tener al abordar cualquier otro problema sanitario”, admite este experto en la lucha contra la violencia de género. Por ello, resalta, “la formación es la clave, sobre todo en las actitudes del propio profesional hacia la violencia de género”. Y es que, a juicio del Dr. Carlos San Martín, “si el profesional de AP se siente formado y seguro, se atreverá a intervenir en estos casos y sabrá cómo hacerlo”.
Dos aspectos se recalcan en esta sesión científica del Congreso SEMERGEN. Según resume el Dr. Carlos San Martín, “el agresor no es un enfermo mental, sino que es un delincuente de género y sus delitos se basan en ideas distorsionadas en las que el machismo es el eje central; además, es importante conocer sus mecanismos de conducta para agredir, manipular y controlar a su víctima, para poder intervenir mejor desde la Atención Primaria”.
Con todo, la propuesta de algunos partidos políticos de facilitar que los médicos de Familia puedan acreditar casos de violencia de género crea un cierto recelo entre estos profesionales. “En este tema hay que ser muy prudentes”, declara el coordinador del Grupo de Trabajo de Sexología de SEMERGEN.
“Nuestra responsabilidad es intervenir de la forma más óptima para acoger, acompañar, recoger el relato de la mujer, asistir y derivar a la víctima a un servicio especializado si es necesario”; según continúa argumentando, “debemos recoger y transmitir la información de forma escrupulosa, pero no debemos pretender juzgar. No somos jueces ni policías”.
Por lo tanto, desde SEMERGEN se considera que ésta es una medida que, si se pretende implementar, debería estar bien planteada y acompañada de unos recursos básicos; sin duda, expone el Dr. San Martín, “habría que dotarla de unos límites claros y basada en una intensificación de la formación de los médicos/as de Familia”. Y es que, según denuncia, “las administraciones tienen que asumir el compromiso de la formación continua de los profesionales de forma inequívoca y responsable, cosa que hasta este momento resulta cuestionable”.
Un aspecto esencial para optimizar la capacidad de detección precoz de violencia de género por parte del médico de Familia se fundamenta en conocer cuáles pueden ser algunos rasgos definitorios del responsable de ejercer este tipo de agresiones. En este sentido, la principal recomendación es superar tópicos e ideas preconcebidas.
“Cuando pensamos en un agresor de género debemos huir de los tópicos y de las tipologías”, aconseja el Dr. Carlos San Martín Blanco, que dirigeel Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud (CIPSA, en Santander). “Nos sorprendería saber que en nuestro entorno convivimos con hombres que maltratan a sus parejas y son socialmente encantadores”, asegura.
En cualquier caso, sí existen ciertos rasgos conductuales y cognitivos que resultan universales en los agresores. Son hombres machistas (aunque muchas veces no dejan patente este rasgo), con un sistema de creencias machistas sobre la relación de pareja y el rol del hombre y la mujer. Son, además, manipuladores en extremo: “auténticos ‘estafadores emocionales’ que, además, como están acostumbrados a utilizar el chantaje emocional y la manipulación en sus relaciones, tienen gran habilidad para hacerlo”, aclara el Dr. San Martín.
Además, con frecuencia tienen un pobre control de sus impulsos, y especialmente de la ira, lo que les hace potencialmente peligrosos.Y también son muy dependientes de su pareja y tienen un gran miedo al abandono por parte de ésta, ya que, en general, tienen baja autoestima (aunque lo intenten compensar pareciendo lo contrario).
En los últimos años, desde los Grupos de Trabajo de Sexología y Atención a la mujer de SEMERGEN se ha insistido en la necesidad de fomentar y visibilizar la formación en violencia de género desde la AP, como estrategia esencial para la detección precoz y el afrontamiento de este problema. SEMERGEN, a nivel institucional, mantiene una apuesta decidida e incuestionable por involucrar a los profesionales en esta formación y compromiso. Muestra de ello es que en sus Congresos Nacionales de los últimos años la violencia de género ha tenido siempre su espacio protagonista.