El mayor de los riesgos es vivir de una manera virtual y no real y es necesario fomentar un uso constructivo de internet desde el respeto a uno mismo y a los demás. Porque un día cualquiera, a una hora cualquiera y en cualquier lugar del mundo, cerca y lejos, nos encontramos a un grupo de jóvenes y adolescentes sumergidos en sus móviles, que se comunican con otros, incluso con el que tienen físicamente al lado, a través de chats y fotos de su dispositivo. Se comunican de otra manera a la que teníamos nosotros. Ha habido un cambio muy importante, casi podríamos decir que un cambio radical.
Los jóvenes navegan diariamente en un mar de post, selfies, memes, trending topics, fake news, retweets, hashtags y likes que cambian en minutos, manteniendo un gran número de conversaciones y relaciones sociales de forma simultánea y que deben estar atentos a los cambios tecnológicos constantes, nuevas redes, nuevas aplicaciones, nuevos juegos, etc.
Y a veces, los padres y madres insisten en resistirse y preguntan ingenuamente: “Si tienes algo que decir, ¿por qué no lo haces cara a cara?”.
La irrupción de las tecnologías, internet y las redes sociales arrasa de manera imparable. Y esto no es malo en sí mismo. Aunque a veces podemos mejorar su uso. Por eso nuestro desafío no debiera ser cómo detenemos esta tendencia, sino intentar entenderla, respetarla y además compartirla.
Es muy importante dejar de tenerle miedo a esta nuevas maneras de relacionarse, basado en el número de likes que obtenemos y aprender de ella. Es importante buscar un razonable equilibrio y, sobre todo, educar a los jóvenes y adolescentes en el uso seguro y sano de las redes sociales.
Las personas adultas también vivimos en esta era de la comunicación inmediata, de los mensajes en tiempo real y remoto, de la conexión a la red, a la que los pequeños cada vez se incorporan antes, teniendo su primer teléfono móvil alrededor de los 10 años. Su avance alcanza una magnitud incuestionable y según la Comisión Europea, los niños empiezan a navegar por internet a los 7, lo que unido a que el 83% de los mayores de 15 años lo usa todos los días, dos o más horas diarias, estamos en un escenario abrumador y que sigue subiendo.
Y las redes sociales se dibujan como el mundo de los jóvenes y adolescentes: el 90% de chicos/as de estas edades tiene un perfil privado en una o más redes, que son su vía de comunicación. Tener la posibilidad de hablar con sus amigos a todas horas, independientemente del entorno en el que se encuentren o los kilómetros que los separen, se está convirtiendo en una realidad y en una necesidad y los jóvenes y adolescentes la están aprovechando.
Los jóvenes entran en el mundo digital porque lo perciben como imprescindible; por ello, formar en el manejo de las nuevas tecnologías y en su uso responsable es clave para minimizar los posibles riesgos. Las redes sociales e Internet se han convertido en herramientas fundamentales y de uso intensivo de la juventud.
Por ello, formar en una práctica responsable es clave para minimizar los posibles riesgos, ya que el 21% de los adolescentes de 14 a 18 años realiza una práctica compulsiva.
Y este mundo digital es percibido por ellos y ellas, como imprescindible. Los jóvenes y adolescentes que no usan o no frecuentan las redes sociales sienten que están en riesgo claro de exclusión y marginación por parte de su grupo de iguales. Quien no participa de esta dinámica relacional es considerado raro. Y es que estar en redes sociales exige de los adolescentes un gran esfuerzo de aprendizaje continuo, una constante alfabetización digital.
Promover un uso adecuado y responsable de las TIC (redes sociales e internet, fundamentalmente) entre los jóvenes y adolescentes es importante que sea el objetivo.